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sábado, 8 de noviembre de 2014

Las mejores citas de Epicuro

Sentencias y frases célebres de Epicuro de Samos

Epicuro y sus sentencias sobre la muerte, la vida,
el placer, el dolor y Dios.

Por Jorge Romero Gil

Epicuro es hijo de Neocles y Cherestrata, nació en enero o febrero del año 341 aEC, en la isla de Samos, siendo su familia ateniense, fue educado por su padre, que era maestro, y por diferentes filósofos.

Es el fundador del epicureísmo, también conocido como la “filosofía del Jardín” por los jardines dónde Epicuro impartía sus lecciones. Murió en Atenas en el año 270 aEC.

De su ingente producción literaria, de la que nos da cuenta Diógenes Laercio, apenas han quedado algunas piezas: la “Carta a Herodoto”, la “Carta a Meneceo”, la “Carta a Pitocles” -aunque ésta es de dudosa atribución-, las “Máximas Capitales”, las “Exhortaciones”, el “Testamento”, una colección de “Sentencias” y fragmentos de “Sobre la naturaleza”.

Estas son algunas de mis sentencias o frases favoritas de Epicuro de Samos.

1. Sobre la muerte
Así pues, el más estremecedor de los males, la muerte, no es nada para nosotros, ya que mientras nosotros somos, la muerte no está presente y cuando la muerte está presente, entonces nosotros no somos. No existe, pues, ni para los vivos ni para los muertos, pues para aquéllos todavía no es, y éstos ya no son.

(Carta a Meneceo, 125)


2. Sobre cómo vivir
El sabio, en cambio, ni rechaza el vivir ni teme el no vivir; pues ni el vivir le parece un mal ni cree un mal el no vivir. Y así como de ninguna manera elige el alimento más abundante, sino el más agradable, así también goza del tiempo más agradable, y no del más duradero. El que exhorta al joven a vivir bien y al viejo a morir bien, es un necio, no sólo por lo grato de la vida, sino porque el arte de vivir bien y el de morir bien es el mismo. Y mucho peor el que dice que es mejor no haber nacido, pero una vez nacido, atravesar cuanto antes las puertas del Hades.

(Carta a Meneceo, 126)


3. Sobre el placer y el dolor
Todo placer, por tener naturaleza innata, es bueno, pero sin duda, no todos son dignos de ser escogidos. De la misma forma, todo dolor es un mal, pero no todos deben evitarse siempre.

(Carta a Meneceo, 129)


4. La finalidad del placer
Cuando decimos que el placer es fin, no hablamos de los placeres de los corruptos y de los que se encuentran en el goce, como piensan algunos que no nos conocen y no piensan igual , o nos interpretan mal, sino de no sufrir en el cuerpo ni ser perturbados en el alma.

(Carta a Meneceo, 132)


5. Sobre la sustancia de las cosas
Así, de los cuerpos, unos son compuestos, y los otros, los elementos a partir de los cuales los compuestos se han formado. Estos elementos son indivisibles e inmutables si es verdad que no todo tiene que destruirse en el no ser, sino que estos elementos han de permanecer indestructibles al producirse la disolución de los compuestos, ya que su naturaleza es compacta y no poseen ni lugar ni medio para disolverse. Por tanto, es necesario que los elementos primeros sean las sustancias indivisibles de los cuerpos.

(Carta a Heródoto, 39-46)


6. Sobre el placer y la mesura
No hay vida placentera sin que sea juiciosa, bella y justa, ni se puede vivir juiciosa, bella y justamente sin el placer. A quien le falte esto, no le es posible vivir una vida placentera.

(Máximas Capitales, V)


7. Sobre el experimentar sensaciones
Si rechazas todas las sensaciones, no tendrás nada, cuando razones, para juzgarlas, ni siquiera aquellas que consideres falsas.

(Máximas Capitales, XXIII)


8. Sobre la amistad
De cuantos bienes proporciona la sabiduría para la felicidad de toda una vida, el más importante es la amistad.

(Máximas Capitales, XXVII)


9. Sobre Dios y el mal
¿Dios está dispuesto a prevenir la maldad pero no puede? Entonces no es omnipotente. ¿No está dispuesto a prevenir la maldad, aunque podría hacerlo? Entonces es perverso. ¿Está dispuesto a prevenirla y además puede hacerlo? Si es así, ¿por qué hay maldad en el mundo? ¿No será que no está dispuesto a prevenirla ni tampoco puede hacerlo? Entonces, ¿para qué lo llamamos Dios?".

(Paradoja de la existencia del mal)

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