Como el juez, la
Presidenta redobla la apuesta pero se equivoca. Desorientación,
instituciones y
revanchas.
Por Alfredo Leuco |
¿El juez
Claudio Bonadio es capaz de citar a declaración indagatoria a
la mismísima Cristina Fernández de Kirchner? ¿Esa movida es posible legalmente?
La respuesta a esas dos preguntas es: Sí. El tema es que si la Presidenta se
niega a concurrir a sede judicial, el juez le tiene que pedir el desafuero. Hay
que recordar que, según la ley, la Presidenta sólo tiene inmunidad de
arresto, no de proceso. Y que la prescripción por el delito de
enriquecimiento ilícito recién corre dos años después de dejar el cargo.
Políticamente, se generaría un terremoto institucional y tal vez el magistrado
dejaría esa instancia como el último as en la manga para enfrentar la
persecución a la que lo están sometiendo desde la inmensidad del aparato del
Estado. Un juez federal experimentado no debería dar un paso en falso. Después
de la etapa de recolección de pruebas en la que está ahora, podría citar a
Lázaro Báez, por ejemplo. O a Osvaldo Sanfelice (a) “el Bochi”, socio de Máximo
y uno de los mejores amigos de Néstor Kirchner. Ni hablar del escándalo que
explotaría si se convoca a Tribunales a declarar a alguno de los hijos del
matrimonio presidencial.
Las torpezas políticas de Cristina afloraron en el peor momento
económico de su gobierno. Y justo cuando avanza la causa de megacorrupción más
importante de toda la historia argentina y que involucra
a toda su familia. En estas situaciones de crisis, a la hora de
actuar bajo presión, es cuando se ve si un gobernante tiene condiciones de
estadista o si sus colaboradores son más inútiles que fieles.
Ring. El error más grave fue ponerse a la altura de un juez federal y
cambiar piña por piña en el medio del ring. Cristina lo
quiso acribillar desde el Twitter porque tenía el 20% de una
estación de servicio floja de papeles. Mandó a su jauría a decirle pistolero,
golpista, carancho judicial. Fue una grosera falla de apreciación. Creyeron que
el juez federal era un pecho frío que iba a recular ante los primeros tiros,
como lo hicieron tantos empresarios, periodistas y opositores tímidos para el
coraje. Esa no es la personalidad del juez. Para matar con su pistola Glock a
dos personas que lo atacaron hay que tener el corazón muy duro y la cabeza muy
fría. Así es Bonadio. No hablo de su moral ni de su capacidad técnica. Me
refiero a su áspera fama de rebelde y chúcaro. Cristina cayó en su
propia trampa porque Bonadio está dispuesto, igual que ella, a redoblar la
apuesta ante cada ataque. Néstor Kirchner era un experto en hacerse el loco, el
imprevisible, el que era capaz de hacer cualquier cosa, para meterle miedo a su
rival. “Con Néstor no se jode”, decían los integrantes de la larga lista de
dirigentes que se autoencarcelaron en el silencio, como Esteban Righi y Sergio
Acevedo, entre otros. Temían la obsesión por la venganza y el ensañamiento del
ex presidente. Todo indica que con Bonadio “tampoco se jode”.
La desorientación de la Presidenta, que decide por sus odios y sin
escuchar a nadie, la empujó a subir al escenario mayor a Margarita Stolbizer.
La jefa del GEN es la Madre Teresa de Calcuta al lado de Cristina si se
comparan sus bienes. La cadena de hoteles Kirchner and Báez Resort All
Inclusive de Santa Cruz no puede competir en una infografía con la sencilla
casa de Morón en la que vive desde hace 23 años, ni con la de Haedo que tiene
Margarita. Ni hablar del Tyguan modelo 2011 contra cualquiera de los vehículos
de alta gama de la Presidenta.
La diputada, forjada en la intransigencia y las manos limpias, fue feroz
a la hora de replicar: “El ladrón cree que todos son de su misma condición” y atribuyó
la acumulación de fortunas inmensas del matrimonio Kirchner a la “avaricia
ilimitada que me lleva a imaginarlos sentados sobre una montaña de dinero como
el Tío Rico de las historietas”. Quedó grabada en la retina de los
televidentes de Jorge Lanata aquella imagen de Néstor gozando hasta el éxtasis
cuando abrazaba una caja fuerte. Es la lógica del usurero: una sobredosis de
bulimia por el poder y el dinero. Cristina le dijo a un compañero de militancia
de la juventud que los grandes recursos eran los que le permitían hacer
política con independencia. Tal vez se les fue la mano.
Stolbizer, en su proyecto de ley de creación de un contrato de
fideicomiso ciego mientras duren los mandatos de los altos funcionarios, recuerda
que el ex presidente “ realizó una compra de 2 millones de dólares, como
parte del manejo privado de sus bienes”.
Vaciamiento. El conflicto de poderes que desató el oficialismo fomentó un
festival de denuncias de unos contra otros judicializando la política y
politizando la Justicia de una manera liviana que vacía de contenido los
valores republicanos. No tuvo pelos en la lengua el doctor Ricardo Recondo
después de ganar con el 50% de los votos la elección que le permitirá quedarse
dos años al frente de la Asociación de Magistrados nacional: “Fue una
paliza y un plebiscito a favor de la independencia y en contra de quienes
quieren vender la Justicia”. Y no tuvo problemas en mencionar a Alejandra
Gils Carbó y a Gabriela Vázquez como las vanguardias de ese operativo.
Bonadio tiene la suerte de que el Gobierno no dispone de los votos
necesarios en el Consejo de la
Magistratura para sancionarlo. Salvo que pongan una valija
desbordante de dólares negros, algo que nunca hay que descartar con un gobierno
que tiene un lema que lo articula: “Todo se compra”.
En la angustia por lo que viene, hay operadores de Cristina que están
ofreciendo el 2 x 1, un intercambio de prisioneros, o de cabezas, las
de Norberto Oyarbide y Amado Boudou, a cambio de la de Claudio Bonadio. Tal
vez por eso Julián Alvarez deslizó como al pasar que, tal
vez, el vicepresidente esté bien procesado, aunque por ahora
está bien guardado y no abre la boca.
Nadie cree que este avance sobre las posiciones de Cristina y sus
muchachos sea producto de una súbita fiebre republicana que intenta mejorar la
calidad de las instituciones. Es apenas la respuesta a tantos años de
humillación y a varios intentos de copar y cooptar la Justicia. Alguien que
fue denigrado en público, en general, no se olvida más en la vida.
De todos modos, Cristina podría dormir tranquila. Hay una oposición
entretenida en debates internos y con un gran nivel de responsabilidad
ciudadana. Nadie quiere que Cristina termine antes o en llamas su presidencia.
Todos apuestan a la racionalidad. Además, no hay antecedentes de que un
juez federal haya citado a declaración indagatoria a un presidente en
ejercicio. Pero, con Bonadio, nunca se sabe. En eso es
igual a Néstor, “con ellos no se jode”.
© Perfil
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