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miércoles, 5 de noviembre de 2014

El signo mayor de nuestra condición humana

Por Octavio Paz
En el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española, efectuado el 8 de abril de 1997, Octavio Paz dio un discurso en el que destacó que “la lengua es más vasta que la literatura; es su origen, su manantial y su condición misma de existencia”. Para el escritor mexicano, la lengua tiene una plenitud que pertenece a todos y a ninguno pero con el horizonte de la unidad.

( ... ) Cada palabra, al mismo tiempo, dice y calla algo. Saberlo es lo que distingue al poeta de los filólogos y los gramáticos, de los oradores y los que practican las artes sutiles de la conversación. A diferencia de esos maestros del lenguaje, al poeta lo conocemos tanto por sus palabras como por sus silencios. Desde el principio el poeta sabe oscuramente que el silencio es inseparable de la palabra, en su tumba y su matriz, la tierra que lo entierra y la tierra donde germina. Los hombres somos hijos de la palabra, ella es nuestra creación, también es nuestra creadora. Sin ella no seríamos hombres. A su vez, la palabra es hija del silencio, nace de sus profundidades, aparece por un instante y regresa a sus abismos. (...).

El español del siglo XX, el que se habla y se escribe en Hispanoamérica y en España, es muchos españoles, cada uno distinto y único, con su genio propio. ( ... ). Cada uno de nosotros, los que hablamos español, es una hoja de ese árbol. ¿Pero realmente hablamos nuestra lengua? Más exacto sería decir que ella habla a través de nosotros. ( ... ).

La lengua es más vasta que la literatura; es su origen, su manantial y su condición misma de existencia. Sin lengua no habría literatura. El castellano contiene a todas las obras que se han escrito en nuestro idioma, desde las canciones de gesta y los romances a las novelas y poemas contemporáneos. ( ... ).

La lengua es de todos y es de nadie, y las normas que la rigen, si nuestra lengua, como todo, posee un conjunto de reglas; pero esas reglas son flexibles y están sujetas a los usos: el idioma que hablan los argentinos no es menos legítimo que el de los españoles; los peruanos, los venezolanos o los peruanos o los cubanos, aunque todas esas hablas tienen características propias, sus singularidades y sus modismos se resuelven al fin en -unidad.

El idioma vive en perpetuo cambio y movimiento. Esos cambios aseguran su continuidad, y ese movimiento, su permanencia.

Gracias a sus variaciones, el español sigue siendo una lengua universal, capaz de albergar muchas singularidades y el genio de muchos pueblos.

El lenguaje está abierto al universo y es uno de sus productos prodigiosos, pero igualmente por sí mismo es un universo. Si queremos pensar o vislumbrar siquiera el universo, tenemos que hacerlo a través del lenguaje; en nuestro caso, a través del español.

La palabra es nuestra morada, en ella nacimos y en ella moriremos; ella nos reúne y nos da conciencia de lo que somos y de nuestra historia ( ... ).

Descubrimos así una verdad simple y doble: primero, somos una comunidad de pueblos que habla la misma lengua, y segundo, hablarla es una manera, entre otras, de ser hombre.

La lengua es un signo, el signo mayor de nuestra condición humana.

Recopilación: El País (España)

Selección: Agensur.info

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-Alba de la libertad

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