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jueves, 23 de octubre de 2014

Estudian movimiento poblacional en la Puna jujeña a partir de los apellidos

Ceremonia autóctona frente a la
iglesia de Casabindo. (F. Bevacqua)
Jujuy - Científicos de la Universidad Nacional de Jujuy y el CONICET realizan investigaciones sobre los apellidos de los habitantes de la Puna jujeña para conocer el pasado histórico de las comunidades y el flujo poblacional. Esta metodología de análisis es usada desde 1998 para poder investigar y explorar el movimiento migratorio de la sociedad y la dinámica poblacional de varias localidades de la Puna jujeña.

La localidad de Casabindo fue el territorio de un pueblo originario homónimo que pobló el sector central de la Puna de Jujuy en el siglo XVI. Tras la llegada de los conquistadores españoles, el territorio de los Casabindo fue entregado como parte de una encomienda al marqués del Valle de Tojo, conocido por los pobladores como Marqués de Yavi. 

Para los investigadores, esta circunstancia dejó  registros de los nombres de los pobladores originarios de ese territorio desde 1557. Los archivos muestran que los Casabindo carecían de apellidos y contaban exclusivamente con nombres, pero con la evangelización, más de 100 años después de ese primer registro, los indígenas pasaron a tener un nombre de origen español. Y los nombres masculinos autóctonos de Casabindo fueron tomados como apellidos.

Científicos del Instituto de Biología de la Altura de la Universidad Nacional de Jujuy y de CONICET utilizan desde 1998  la metodología de análisis de apellidos para conocer el flujo y movimiento migratorio de la sociedad y la dinámica poblacional de varias localidades de la Puna jujeña.

Al respecto, la directora del Instituto, doctora en Ciencias Naturales y miembro de la Asociación de Antropología Biológica Argentina (AABA), Emma Alfaro, explica las ventajas de esta metodología frente a los estudios con marcadores moleculares que resultan “más costosos en términos de tiempo y dinero”.

“Los apellidos  nos otorgan información indirecta de los modos de herencia, pero son fáciles de obtener, baratos y están disponibles en innumerables bases de datos”, asegura la investigadora del CONICET que, junto a su equipo, recurre los padrones electorales como punto de partida de sus investigaciones. 

La doctora Alfaro reconoce, no obstante, que  existen algunos inconvenientes al momento de trabajar en el estudio de apellidos y da algunos ejemplos: “Un chico adoptado va a compartir el apellido de la persona que la adopta pero no va a compartir sus genes. Además, en los registros escritos de las migraciones, los apellidos sufrieron mutaciones, como sucedió en los casos de personas que ingresaron al país oriundas de Europa del Este o países árabes especialmente”

Sin embargo, aclara que el método, que se utiliza para investigar el flujo poblacional, permite cubrir poblaciones actuales grandes y rastrear datos históricos.

En el caso estudiado de los Casabindo, el equipo liderado por la doctora Alfaro detectó cómo los nombres de personas de las comunidades autóctonas se han preservado y hoy figuran como apellidos en la población actual de la región. “Todavía hoy podemos encontrar al menos 25 de esos nombres autóctonos de 1650 usados como apellidos”, precisa la científica.

Un dato curioso es que  todos los nombres de mujeres indígenas se perdieron porque en el bautismo los españoles ponían como apellido el nombre autóctono del padre. “Ese mecanismo empieza a verse alrededor del 1680, donde empiezan a aparecer las primeras mujeres con un apellidos que antes eran nombres exclusivos de los varones”, aclara.

Informe: Gaspar Grieco (Agencia CTyS) especial para Agensur.info

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