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viernes, 17 de octubre de 2014

El diablo blanco

El oficialismo agita el fantasma del terror post Cristina. Scioli suscribe 
y se anota como heredero.

Por Alfredo Leuco
Según la versión que grabó Atahualpa Yupanqui en 1969, la canción de cuna para un negrito le advierte que “si no se duerme/ viene el diablo blanco/ y zas/ le come la patita”. Manotazo de ahogado: el cristinismo amenazó con el mismo terror a los argentinos que cometan el suicidio de votar a algún opositor. Fue una primicia del Clarín camporista. En sus portadas aseguraban que si ganan Massa, Macri o Cobos van a pagarles a los fondos buitre, algo que –según información calificada– ocurrirá a principios del año que viene tal como les anticipó Alejandro Vanoli a banqueros internacionales. 

Sólo falta encontrar el disfraz de gesta heroica. Como llenarles la cara de billetes a los buitres desde la izquierda revolucionaria. Pero esta semana todo el oficialismo salió a advertir que si ellos no siguen en el poder, después de 2015 van a llover calamidades sobre esta patria. Va a venir el diablo blanco y no nos va a comer la patita pero, agoreros, auguran que nos van a comer los salarios con un 40% de inflación o con el antipopular cobro del impuesto a las ganancias a los trabajadores. Algunos llegaron a la exageración de decir que con el próximo presidente se va a restringir la posibilidad de comprar dólares o se va a paralizar la actividad inmobiliaria, e incluso se va a desatar la peor de las recesiones, que es la que frena la economía y el consumo pero no logra bajar los precios.

Cristina nos advierte que el país con Massa, Macri o Cobos en el sillón de Rivadavia producirá una fractura social expuesta terrible porque inoculará el odio en las venas abiertas de la sociedad. Dicen que ese cambio de gobierno desatará la inseguridad y el delito mezclado con el narco, que lo hace más sanguinario todavía. Si Cristina o alguien que ella bendiga con su dedo no sigue gobernando, asistiremos a verdaderos tsunamis económicos. Diagnostican que podemos llegar a dilapidar 163 mil millones de dólares del superávit externo o permitir la fuga de casi 95 mil millones de dólares. O que tendremos 10 millones de pobres y al 35% de los trabajadores en negro. El ala iraní del cristinismo anunció que se vienen crímenes de la derecha contra los enfermos de sida. Y la santa de Santa Cruz, emocionada con el “cuete” de Julio De Vido, por cadena nacional advirtió que el diablo blanco va a querer derogar los satélites y varias leyes, incluso la ley de gravedad.

Hay que tomar con cierta ironía semejante campaña K. Lo único que falta que nos digan es que el próximo gobierno va a ser tan corrupto que va a tener un vicepresidente que robará una fábrica de billetes y que falsificará tres veces sus documentos, o un empresario testaferro que se enriquecerá a la velocidad de la luz y pagará fortunas por cientos de habitaciones de hoteles del futuro presidente que nunca utilizará.

Hay que decirlo de una buena vez: Cristina nos amenaza con un fantasma muy parecido a su actual gobierno. Todas estas cosas ocurren ahora. Y es mentira, o a lo sumo una expresión de deseo, que todo el mundo hable maravillas de este país, como ella dijo. Todo lo contrario: junto con Venezuela, somos los dos países del planeta con inflación colosal. Nos acompañan varios países africanos. Reforzamos el chavismo con putinismo en los ataques a la libertad de prensa.

Esta nueva etapa de los humores de Cristina tiene el mérito de ordenar el rompecabezas electoral que se viene. Está claro que Daniel Scioli es Cristina. Que el gobernador ató definitivamente su suerte como candidato a la voluntad y a la gestión de la Presidenta. Su participación como principal vocero de las acusaciones contra la oposición, que trae el apocalipsis, cierra definitivamente el sueño de ruptura del sciolismo que algunos todavía albergaban. Ya casi no existen los famosos “operativos de diferenciación”, y una de las variantes que Cristina estudia con seriedad es bendecir a Scioli pero sin que él pueda colocar un solo concejal en las listas ni elegir un ministro. Hay otras alternativas en estudio en Casa de Gobierno, pero ésta se fortaleció en consonancia con la consolidación en las encuestas tanto de Sergio Massa como de Mauricio Macri.

Pero ésta es otra batalla. Massa primereó con los radicales que pueden ser gobernadores y aspira a subirse al escenario del ganador en algunas elecciones provinciales anticipadas. Macri intentó primero esa movida pero luego eligió el camino de fortalecer su propio espacio, con candidatos propios en distintos distritos. Las urnas dirán quién tiene la mejor táctica. Porque en varios distritos, si los candidatos radicales no son apoyados por Macri o Massa, podrían perder a manos de caudillos peronistas históricos que pueden ser menemistas o kirchneristas según venga la mano. La gran esperanza de estos caudillos del interior es Daniel Scioli. El también acompañó a Menem y a Duhalde hasta sus últimas horas, y repetirá ese gesto de lealtad con Cristina. Sólo falta saber de qué manera resolverá este desafío el Frente Amplio UNEN. La realidad y las movidas políticas le hacen correr el serio riesgo de la tupacamarización. Todos tironean y se quieren llevar un pedazo. Eso puede terminar con un radicalismo fortalecido con media docena de gobernadores o por atomizarlo en partidos regionales. Se verá. Eso es discutible.

Lo que a esta altura del desarrollo democrático no se puede discutir más es en términos de vida o muerte según sea el partido que gane una elección. La irracionalidad de Alex Freyre fue la de un perejil autoritario y discriminatorio. Pero varios dirigentes más representativos siguieron la misma línea. Hasta el prudente Julián Domínguez entró en ese juego perverso planteando que hay dos proyectos en pugna, uno de vida y otro de muerte. Si el cristinismo considera que Massa, Cobos o Macri, por no ser populistas autocráticos, tienen un proyecto de muerte por estrangulación económica de los más pobres, habría que calificar a Carlos Menem de asesino serial. Y muchos de los defensores de Cristina fueron defensores del ex presidente riojano.

Hoy, por suerte, no hay propuestas ni dirigentes que fogoneen salidas extremas ni violentas. Y si hay algún eslabón perdido de los 70 que aún está afiliado a la lógica de exterminar al enemigo, merodea a este gobierno y a esta presidenta.

© Perfil

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