El oficialismo agita
el fantasma del terror post Cristina. Scioli suscribe
y se anota como heredero.
Por Alfredo Leuco |
Según la versión que grabó Atahualpa Yupanqui en 1969, la
canción de cuna para un negrito le advierte que “si no se duerme/ viene el
diablo blanco/ y zas/ le come la patita”. Manotazo de ahogado: el cristinismo
amenazó con el mismo terror a los argentinos que cometan el suicidio de votar a
algún opositor. Fue una primicia del Clarín camporista. En sus portadas
aseguraban que si ganan Massa, Macri o Cobos van a pagarles a los fondos
buitre, algo que –según información calificada– ocurrirá a principios del año
que viene tal como les anticipó Alejandro Vanoli a banqueros internacionales.
Sólo
falta encontrar el disfraz de gesta heroica. Como llenarles la cara de billetes
a los buitres desde la izquierda revolucionaria. Pero esta semana todo el
oficialismo salió a advertir que si ellos no siguen en el poder, después de
2015 van a llover calamidades sobre esta patria. Va a venir el diablo blanco y
no nos va a comer la patita pero, agoreros, auguran que nos van a comer los
salarios con un 40% de inflación o con el antipopular cobro del impuesto a las
ganancias a los trabajadores. Algunos llegaron a la exageración de decir que
con el próximo presidente se va a restringir la posibilidad de comprar dólares
o se va a paralizar la actividad inmobiliaria, e incluso se va a desatar la
peor de las recesiones, que es la que frena la economía y el consumo pero no
logra bajar los precios.
Cristina nos advierte que el país con Massa, Macri o Cobos
en el sillón de Rivadavia producirá una fractura social expuesta terrible
porque inoculará el odio en las venas abiertas de la sociedad. Dicen que ese
cambio de gobierno desatará la inseguridad y el delito mezclado con el narco,
que lo hace más sanguinario todavía. Si Cristina o alguien que ella bendiga con
su dedo no sigue gobernando, asistiremos a verdaderos tsunamis económicos.
Diagnostican que podemos llegar a dilapidar 163 mil millones de dólares del
superávit externo o permitir la fuga de casi 95 mil millones de dólares. O que
tendremos 10 millones de pobres y al 35% de los trabajadores en negro. El ala
iraní del cristinismo anunció que se vienen crímenes de la derecha contra los
enfermos de sida. Y la santa de Santa Cruz, emocionada con el “cuete” de Julio
De Vido, por cadena nacional advirtió que el diablo blanco va a querer derogar
los satélites y varias leyes, incluso la ley de gravedad.
Hay que tomar con cierta ironía semejante campaña K. Lo
único que falta que nos digan es que el próximo gobierno va a ser tan corrupto
que va a tener un vicepresidente que robará una fábrica de billetes y que
falsificará tres veces sus documentos, o un empresario testaferro que se
enriquecerá a la velocidad de la luz y pagará fortunas por cientos de
habitaciones de hoteles del futuro presidente que nunca utilizará.
Hay que decirlo de una buena vez: Cristina nos amenaza con
un fantasma muy parecido a su actual gobierno. Todas estas cosas ocurren ahora.
Y es mentira, o a lo sumo una expresión de deseo, que todo el mundo hable
maravillas de este país, como ella dijo. Todo lo contrario: junto con
Venezuela, somos los dos países del planeta con inflación colosal. Nos
acompañan varios países africanos. Reforzamos el chavismo con putinismo en los
ataques a la libertad de prensa.
Esta nueva etapa de los humores de Cristina tiene el mérito
de ordenar el rompecabezas electoral que se viene. Está claro que Daniel Scioli
es Cristina. Que el gobernador ató definitivamente su suerte como candidato a
la voluntad y a la gestión de la Presidenta. Su participación como principal
vocero de las acusaciones contra la oposición, que trae el apocalipsis, cierra
definitivamente el sueño de ruptura del sciolismo que algunos todavía
albergaban. Ya casi no existen los famosos “operativos de diferenciación”, y
una de las variantes que Cristina estudia con seriedad es bendecir a Scioli
pero sin que él pueda colocar un solo concejal en las listas ni elegir un
ministro. Hay otras alternativas en estudio en Casa de Gobierno, pero ésta se
fortaleció en consonancia con la consolidación en las encuestas tanto de Sergio
Massa como de Mauricio Macri.
Pero ésta es otra batalla. Massa primereó con los radicales
que pueden ser gobernadores y aspira a subirse al escenario del ganador en
algunas elecciones provinciales anticipadas. Macri intentó primero esa movida
pero luego eligió el camino de fortalecer su propio espacio, con candidatos
propios en distintos distritos. Las urnas dirán quién tiene la mejor táctica.
Porque en varios distritos, si los candidatos radicales no son apoyados por
Macri o Massa, podrían perder a manos de caudillos peronistas históricos que
pueden ser menemistas o kirchneristas según venga la mano. La gran esperanza de
estos caudillos del interior es Daniel Scioli. El también acompañó a Menem y a
Duhalde hasta sus últimas horas, y repetirá ese gesto de lealtad con Cristina.
Sólo falta saber de qué manera resolverá este desafío el Frente Amplio UNEN. La
realidad y las movidas políticas le hacen correr el serio riesgo de la
tupacamarización. Todos tironean y se quieren llevar un pedazo. Eso puede
terminar con un radicalismo fortalecido con media docena de gobernadores o por
atomizarlo en partidos regionales. Se verá. Eso es discutible.
Lo que a esta altura del desarrollo democrático no se puede
discutir más es en términos de vida o muerte según sea el partido que gane una
elección. La irracionalidad de Alex Freyre fue la de un perejil autoritario y discriminatorio.
Pero varios dirigentes más representativos siguieron la misma línea. Hasta el
prudente Julián Domínguez entró en ese juego perverso planteando que hay dos
proyectos en pugna, uno de vida y otro de muerte. Si el cristinismo considera
que Massa, Cobos o Macri, por no ser populistas autocráticos, tienen un
proyecto de muerte por estrangulación económica de los más pobres, habría que
calificar a Carlos Menem de asesino serial. Y muchos de los defensores de
Cristina fueron defensores del ex presidente riojano.
Hoy, por suerte, no hay propuestas ni dirigentes que
fogoneen salidas extremas ni violentas. Y si hay algún eslabón perdido de los
70 que aún está afiliado a la lógica de exterminar al enemigo, merodea a este
gobierno y a esta presidenta.
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