A medida que se
aproxima su final constitucional, el camino en zigzag
del Gobierno luce más
evidente que nunca. Raros voceros.
Por Alfredo Leuco |
- “Este gobierno instaló la violencia verbal: si no pensás
igual, sos un enemigo a atacar, destruir y si es posible
matar.” ( Marcelo Tinelli)
- “Los opositores, para mí, son enemigos.” (Hebe de Bonafini)
- “Lázaro no es socio de Cristina, es su empleado, lo maneja por
teléfono.” (Eduardo
Arnold, ex vicegobernador de Néstor Kirchner)
Detrás de las noticias sobre Marcelo Tinelli, Hebe de Bonafini y Lázaro
Báez se pueden descubrir las claves de la decadencia de un gobierno que
potencia y multiplica sus peores actitudes a medida que se acerca su final
constitucional. Cristina mantiene su iniciativa política mediante volantazos
espasmódicos que confunden a su propia tropa, pero sigue firme en su
irracionalidad de gestión económica y su vocación de aislamiento autoritario.
Es autodestructiva, avanza un paso, pero retrocede dos.
Nada explica cuál es su conveniencia en desatar una guerra contra
Marcelo Tinelli. ¿Quién salió herido de estas refriegas? Cristina, sin dudas.
Confrontar contra el personaje más popular de la Argentina sólo es necesario si
se trata de un opositor acérrimo y golpista. Tinelli nunca lo fue. Todo lo
contrario. Además de su militancia histórica en el “tinellismo”, el conductor
televisivo tuvo una excelente relación con Néstor
Kirchner, al que lloró abrazado a su viuda el día de su muerte.
El matrimonio presidencial cerró la campaña de Cristina 2007 en Bolívar jugando
a que jugaban al vóley con Tinelli. Hasta hace apenas nueve meses el Gobierno
estuvo a punto de cerrar un trato con él
para hacer un Fútbol para Todos más profesional y menos
panfletario. Máximo Kirchner le bajó el pulgar, y esa fue la señal para la que
la jauría injuriadora de Diego Gvirtz se dedicara, junto con el grupo de tareas
de los blogueros K, a masacrar al cuervo Tinelli. Menemista, ladrón y
cosificador de la mujer fue lo menos que le dijeron a quien hasta
media hora antes era el simpático jefe de la televisión popular del entretenimiento.
Bonafini lo crucificó. Luis D’Elía lo acusó de ser responsable de la violencia
juvenil. La reacción del astro de los 20 puntos de rating (más de 25 estadios
como los que llenó La Cámpora) fue contundente. Sacó como conclusión que Cristina está
de acuerdo con lo que dicen sus voceros más desprestigiados,
que fue elegido como enemigo y aunque descalificó al piquetero y habitual
vocero iraní como “negador del Holocausto” y violento, aprovechó su programa
para fustigar a un gobierno con la demoledora frase con la que comienza esta
columna.
Con la estatización
de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, los Kirchner
cierran uno de los círculos más viciosos de su vida política. Jamás movieron un
dedo por los organismos de derechos humanos mientras fueron patrones de Santa
Cruz. A Hebe Bonafini no la ayudaron nunca ni con un pasaje de avión para que
hicieran algún acto en Río Gallegos. Tanto Néstor como Cristina se lavaron
las manos y se enriquecieron mientras otros abogados se jugaban la vida
presentando habeas corpus durante la dictadura. Pero ni siquiera en
democracia, con Néstor como intendente y gobernador, fueron capaces de tener un
gesto de ayuda a las Madres cuando las Madres no tenían camiseta partidaria y
eran un ícono de la lucha pacífica por la verdad y la justicia, y en contra de
la impunidad del terrorismo de Estado.
Después, los Kirchner hicieron todo lo contrario. Se dieron cuenta de
que podían utilizar a las Madres y Abuelas como escudos para ocultar su
falta de compromiso en esos temas y para tapar la matriz corrupta del
Estado que instalaron. Descargaron una lluvia de dinero sobre las Madres y eso
ensució sus pañuelos blancos, envileció su lucha titánica y heroica, y la
redujo a una fundación que más que Sueños Compartidos se transformó en una
pesadilla para los verdaderos luchadores honrados. Con Hebe como autora
intelectual y Sergio Schoklender como autor material, se malversaron fondos, se
evadieron impuestos de todo tipo y se hicieron estafas que la Justicia castigará
más temprano que tarde.
Las Madres de Plaza de Mayo que nunca habían tocado un peso, que no
aceptaron ni la indemnización del Estado por la desaparición de sus hijos, de
pronto se convirtieron en un lugar oscuro, que interactuaba con cuevas
financieras que cambiaban cheques y con un manejo que las hundió en la lógica
de los políticos malandras. Como los Kirchner nunca lograron llegar a
la estatura moral de lo que fueron las Madres de Plaza de Mayo, de a poco
lograron bajarlas a su altura ramplona de usureros del toma y daca, y los
negocios oscuros.
Sólo faltaba igualarlas al caso Ciccone. Estatizar la universidad para
limpiar las huellas de la vergüenza. Hebe Bonafini cambió los amigos
que la ayudaron desinteresadamente por compromisos políticos que la hundieron
interesadamente. Abandonó y hasta fustigó a Vicente Zito Lema, Osvaldo
Bayer y Magdalena Ruiz Guiñazú, entre otros, y se abrazó a Sergio Schoklender,
Amado Boudou y Luis D’Elía. Está todo dicho: cambió la honradez por la mano en
la lata.
Liberada de esas buenas relaciones, apeló a su tosudez autoritaria y se
convirtió en una máquina de sectarismo. Celebró el genocidio de 5 mil personas
en las Torres Gemelas,acusó de
turros a los miembros de la Corte Suprema y convocó a tomar por
asalto los Tribunales, elogió a la ETA y tuvo conceptos antisemitas. Consultada
por una radio amiga, Hebe confirmó lo obvio: para ella, no hay oposición. Son
todos enemigos.
La empresa de demolición y profanación de emblemas ecuménicos de los
Kirchner cometió el peor de los pecados. Enterró en el barro a los relucientes
pañuelos blancos. El sentimiento de culpa por no haber contribuido en nada a
construir el edificio ético de las Madres los llevó a dinamitarlo a la vista de
todos y con el voto de 132 diputados.
Finalmente, la operación de los fondos buitre para quebrar a Cristina se
hace cada vez más compleja e inquietante. La extorsión es un delito repudiable,
pero nadie que no tenga nada que ocultar puede ser extorsionado. Ahora las
versiones incluyen no sólo las cuentas de la familia Kirchner en complicidad
con Lázaro Báez. Hay un fantasma que se agita sobre los tristemente célebres
fondos de Santa Cruz. Una fortuna que Néstor fugó al exterior de la que nunca
hubo un dato cierto o un papel membretado. Ese dinero que les permitió hacer
política y llegar a tres presidencias Kirchner podría convertirse en la
llave que cierre para siempre este ciclo histórico.
© Perfil
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