Escritor, poeta,
periodista, músico, compositor, tipógrafo,
fotógrafo, pintor, entre otros
muchos oficios de la vida.
Botelli, pintor (Fotografía de Alejandro Ahuerma) |
Por Nelson Francisco
Muloni
Nació en la capital de Salta el 10 de febrero 1923 y
falleció el 17 de noviembre de 2010.
Rara fue la personalidad de José Juan Botelli: tantos
oficios pero, sobre todos ellos, la esencia de un buen tipo, uno de esos amigos
que de tanto saludarlo a uno, terminan entibiándole el corazón hasta al mismo
día. José Juan Botelli fue aquel de la eterna amistad. El que se sentó al piano
para que lo escuche su amigo Jorge Luis Borges y el que dispensó pensamientos y
letras junto a Ernesto Sábato.
Amigo de otros amigos como Juan Carlos Dávalos, Manuel J.
Castilla, Gustavo “Cuchi” Leguizamón, Walter Adet, “Pajarito” Velarde, César
Perdiguero y todos, todos los que vinimos después apoyados por Botelli con sus
espacios en diario y televisión.
Botelli, en su imprenta. |
Botelli fue el autor de tantos territorios en el aire, en el
papel, en la pintura, en la música, que sería imposible envolverlos a todos en
una mínima referencia del alma. Pero debe saberse que José Juan Botelli fue la
síntesis más esplendorosa de la propia vida porque él estuvo, siempre, como
diría el Dante “nel mezzo del camin di
nostra vita...” que tan lógicamente cita Melina Chávez en el prólogo de Sabor provinciano, una de las tantas
obras de Botelli.
Sabedor del día, José Juan trascendió en sus hijos que, al
fin y al cabo, fueron la obra fundamental del camino de todos sus latidos.
Por eso es que no asombró que “nel mezzo del camin di nostra vita...”, en sus postreros años,
Botelli hiciera una exposición de sus últimas pinturas o alguna retrospectiva
fotográfica de fulgurante e inevitable memoria. O que termine entregándole a
uno un hermoso libro que dedicaba con fruición y cariño desmedido, siempre
acompañado de una invitación a visitarlo a su casa.
Esto y mucho más fue José Juan Botelli: cuando
necesariamente tuvo que irse después de andar la otra mitad del camino que le
restaba, siguieron permaneciendo, no sólo sus obras inclaudicables, sino su
afanoso camino del buen modo y de la generosa estancia del cariño en sus manos
y en toda su presencia.
Una de las obras de
José Juan Botelli
Pequeña prosa y
soneto para una casa que quedará bajo las aguas del Cabra Corral
(21 de noviembre de
1971)
Unos años más y muchos caserones otrora refulgentes de vida
y color en Cabra Corral quedarán cubiertos por las aguas; mucha vibración de
agua afectuosa y7 solariega quedará hundida, sepultada bajo toneladas de agua
que saltando las compuertas recorrerá otras campiñas sembrando vida y verdor,
llevando quizás la caricia de un limo sudoroso de trabajo y recuerdos, predios
hoy todavía a la vista, taciturnos y lánguidos como arrasados y abriéndose al progreso,
donde viejos muros están como a la espera de la invasión que ha de llegar a
tenderles un grueso manto de olvido hacia el calor de los hombres que los
vivieron, los fecundaron y murieron:
Ya sin canto de gallo mañanero
hecha orín las viejas herrerías
rotas, dispersas las mamposterías
no quedan de la casa ni un sendero.
El arroyo perdido en la penumbra
ya no corre su agua cantarina,
es sólo huella seca en que camina
un recuerdo que hoy apesadumbra.
En los vecinos prados los pastores
cuidando sus ovejas al descuido
miran esos muertos esplendores.
Los viejos campesinos ya se han ido
y está como signando otros fulgores
el epitafio de un rosal florido.
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