miércoles, 24 de septiembre de 2014

Evangelio de El Modelo de los últimos días


Por Nicolás Lucca
(Relato del Presente)

El joven pastor de Palermo se acercó al elegido, recién llegado de sus 40 años en el desierto patagónico, y le pidió que lo ilumine. Máximo tragó un poco y dijo: “A caballo es con dos huevos, no con uno”. El joven pastor le besa la mano y se retira emocionado.
Evangelio según Juan, el de la ESMA, 19, 24-26

En medio del debate por definir desde cuándo la educación está hecha mierda, un payaso demuestra que terminó la secundaria por ser el hijo del gobernador al afirmar que a la madre le tienen miedo y por eso no la enfrentan en las urnas. El chascarrillo encima queda en orsai cuando las últimas encuestas afirman que Cristina no ganaría ni compitiendo contra el Mago sin dientes.

Ante la notoria carencia de un currículum vitae, lo anuncian con los méritos de haber sido producto de un polvo entre dos futuros presidentes y con un ítem sobresaliente: “No juega a la Play”. Lo escuchamos hablar, lo vemos. No queda otra que reconocer que es una mezcla de ambos padres: los gestos y la dicción zezeosa de Néstor, las ganas de laburar y las tetas de Cristina. Y el peso combinado de ambos.

Mientras el elegido hablaba de lo bien que está el país, los vecinos de La Paternal que llevan once meses de problemas energéticos se dividían entre los que no podían escucharlo por falta de luz y los que podían escucharlo para putearlo. En medio del discurso de las bondades del modelo, una formación del Sarmiento que debería circular bajo tierra desde diciembre de 2013, se lleva puesto un auto y la vida de su conductor.

El gobernador bonaerense que quiere la presidencia, con la mitad de la provincia bajo el agua y la otra mitad colocándole esnórqueles a las vacas, celebró el encuentro de los que pedían la re-re de Cristina. El resto, mirábamos con asombro cómo siempre se puede ir más allá en la desesperación de alimentar el ego ajeno. O sea, un montón de traumados sacrifican toda posibilidad de analizar el porqué de sus vidas sin perspectivas de progreso, para alimentar el ego de otro, que no para de progresar a pesar de que hace un par de décadas cruzó la barrera de lo que cinco generaciones venideras podrán gastar.

En lo particular, me resulta desmoralizador el análisis de quienes creen que buscarán quitarle legitimidad al próximo gobierno “porque Cristina fue proscripta”. Merecen la misma seriedad que la Selección de Fútbol de Groenlandia negando la legitimidad de Alemania como campeón del Mundo, ya que la FIFA no los deja participar de los torneos.

En referencia al probable miedo ante el quilombo que puedan armar pibes cuyo concepto de violencia cívica consiste en putear por Twitter, va un pequeño concepto peronista: hay dos grupos a los que temer desde el Gobierno, divididos en los ciudadanos rasos y los sindicatos movilizados. Para que los primeros sacudan la calle, hay que cumplir con dos factores: inflar demasiado los huevos y estar lejos de una elección de cambio de ciclo. En cambio, los segundos se sacan de quicio con sólo quedarse afuera de las negociaciones. Los primeros son pacientes por naturaleza. Los segundos, no. Si se hacen medianamente bien las cosas y a los sindicatos se los acomoda pronto, la gobernabilidad queda garantizada hasta nuevo aviso, aunque en las bases nos comamos los piojos.

Esto, los camporitas prefieren no abordarlo. En 2003, cinco años antes de que se les cruzara por la cabeza que Néstor era El Estadista, Kirchner recibió a Hugo Moyano en su despacho. El Negro, que había hecho campaña para Adolfo Rodríguez Saá, cayó con un listado de 15 reclamos sindicales. Kirchner ni lo leyó, se lo pasó a Alberto Fernández y le dijo “arreglá todo lo que piden” y le sumó una oferta que Moyano no pudo rechazar: la Secretaría de Transporte de Cargas la comandaría el camionero que eligiera el sindicato. Moyano no pudo oponerse, la CGT más hinchapelotas quedó del lado del Gobierno y nos abrocharon a todos.

Unos días después de la muestra de desprecio hacia todo el que no está conforme con el gobierno más mejor de la historia de la galaxia, los que acompañaban a Máximo en el altar de Argentinos Juniors viajaron al Vaticano. La velocidad con la que viraron de un discurso anticlerical a buscar desesperadamente la selfie con Pancho, sólo es comparable con lo que tardaron en dejar de comprar trajes en cuotas para pasar a adquirir propiedades al contado.

Cristina llegó con un ejército de saqueadores. Contrariamente a lo esperado, la que consiguió el milagro fue la Presi, al lograr que al Papa lo miren de costado en su país de origen. En lo concreto, a Francisco le llevaron de regalo una imagen de la Virgen Desatanudos, una remera de La Cámpora y a Aníbal Fernández. No se sabe bien de qué hablaron a solas, pero por los dichos de Cristina, Francisco defiende hasta el Matrimonio Igualitario. Así como su ancestro, León El Grande, convenció a Gensérico para que sus vándalos saquearan Roma, pero no la incendiaran, Francisco logró que la comitiva de vándalos saqueara su imagen, pero no se llevaran ninguna reliquia.

Y el peregrino se acercó al nuevo mesías y le preguntó: “Maestro, tantos son los caminos para tomar sin conocer el destino ¿Cómo debo elegir?” Entonces Máximo tomó aire y, mirando al infinito, dijo: “La Play 4 es un caño, pero todavía no tiene tantos juegos”. Todos elevaron sus plegarias en agradecimiento.
Evangelio según Larroque, el Cuervo 5,14-16

El misticismo posmisa dominical duró poco y Cristina arrancó a las puteadas al día siguiente cuando notó que el diario del Vaticano le dedicó una página a la visita del Presidente de Letonia, y un recuadrito al pie al encuentro con la mandataria argentina. Por suerte, tanto discurso a favor de la humildad ya quedaba atrás y se dirigía a Nueva York.

Al llegar a la Meca del capitalismo internacional, la comitiva presidencial inició tareas de inteligencia para derrotar al imperio desde adentro y se fueron a comprar los flamantes teléfonos de Apple. El que no tuvo suerte fue Wado de Pedro, a quien llevaron a que conozca a Ban Ki-moon. Veinte minutos y dos fotos más tarde, Cristina estaba sentada en otra reunión. La buena: eran sindicalistas. La mala: no eran argentinos. Todo no se puede.

Allí, la Presi les contó a los presentes la historia del capitalismo, los flagelos del neoliberalismo y la tragedia de vivir en un mundo en el que un par de especuladores puede hacer mierda toda una economía. Apurada porque tenía que tomar el té con George Soros, el especulador que hizo mierda toda la economía del Reino Unido en soledad, Cristina mandó algunas frases para la posteridad, como pedir que el eslogan antibuitre sea “No llores por mí, the world” y “Argentina es la nueva Arabia Saudita”. Como opinar es gratis, la genia criticó a los ingleses por estar contentos de haber conservado a Escocia, y afirmó que ella estaría preocupada “si alguna provincia quisiera separarse y sacara el 45%”. No, no frenó a pensar en el concepto etimológico de “Reino Unido de la Gran Bretaña”.

Al día siguiente, Andrés Larroque, José Ottavis y Wado de Pedro fueron a llevar su militancia a las universidades yankis. Terminaron charlando en un centro de posgrados y bachilleratos artísticos, mientras Leandro Santoro se sentía parte del cambio sirviendo café.

Con los millonarios militantes haciéndose los iluminados en un lugar sin acceso a la prensa, en la Argentina un motochorro cuestionaba a su víctima canadiense por no haberse quedado en Argentina para hacer la denuncia. En vivo. Cinco minutos más de programa y pedíamos la extradición para juzgar al canadiense por estigmatizar al pobre caco.

De todo lo ocurrido en los últimos días, lo más relevante es que dentro de unos años se nos cagarán de risa. En unas décadas, cuando nuestros nietos nos pregunten si es cierto que el gobierno que más se cagó en la Iglesia en los últimos tiempos terminó peregrinando a Roma, que Cristina buscó el apoyo de George Soros para pelearle a los especuladores, que en Nueva York Cristina dio lecciones de historia capitalista a la salida de su hotel de veintitrés estrellas, que el país quedó en manos de un tipo con domicilio en un médano procesado por quedarse con una imprenta y truchar el 08 de un auto, y que la Presidenta criticó el imperialismo yanqui por entorpecer el mercado de los limones, les diremos que sí, que pasó y en tan sólo cinco días. Y ahí mismo nos tramitarán la estadía en el geriátrico. Por seniles. O por votar como el orto, da igual.

Cuando tengamos que explicar que un gordo impresentable que no pasaría el primer filtro de un preocupacional, fue el principal orador de un acto onanista en el que 10 mil monotributistas, 10 mil desesperados por pegar un contrato y 20 mil arriados del country 31 de Retiro aplaudieron lo que querían escuchar, nos pondrán un chaleco de fuerza y nos despacharán con la renovación número 137 del documento entre los dientes.

Gracias al Barba, la prueba será suficiente y no tendremos que relatar doce años y medio en los que los opositores se hicieron oficialistas, los oficialistas encabezaron la oposición y los progres votaron peronistas. 25 semestres en los que las inauguraciones de terrenos baldíos fueron presentadas como reformas fundacionalistas, en los que cualquier error fue culpa ajena y cualquier trámite de gestión de gobierno debió ser agradecida como si se tratara de una dádiva. 150 meses en los cuales fuimos testigos de cómo se kirchnerearon hasta las cucharitas plásticas de café, mientras nosotros -por solidaridad del gremio- éramos tratados de quejosos por ser víctimas de algún que otro robo, de alguna que otra paliza, de algún que otro corchazo. 4.368 días en los que tuvimos que explicar cada cosa que dijimos, por qué la dijimos, desde dónde la dijimos.

Por suerte, no nos creerán.

Y Néstor tomó un expediente de licitación, lo firmó y repartió entre sus discípulos diciendo: “Tomad y vivid todos de él, pues este dinero fue recaudado por vosotros, haced esto en conmemoración mía”. Y los apóstoles cumplieron.
Evangelio según De Vido 9, 15-30%

Mercoledí. Oremos.


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