Por Abraham Santibáñez
Un estudiante de
periodismo de Ecuador, consultó a la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano
(FNPI), lo siguiente: “Internet ha cambiado nuestras costumbres y prácticas. A
veces no es necesario moverse del escritorio para buscar fuentes, porque las
encuentra en internet. El uso del Skype nos está acostumbrando al contacto
virtual con la gente y está haciendo escaso el contacto real. ¿Se puede pensar
en una nueva ética para situaciones tan nuevas?”
La respuesta
Los dilemas éticos son los mismos, ha cambiado su frecuencia
e intensidad. Esto significa que Internet, al aumentar el poder de quien
comunica ha intensificado su responsabilidad; al multiplicar y potenciar las
herramientas de trabajo, ha hecho más fuerte el deber de llevar a cabo las
posibilidades de cada uno; al facilitar el contacto entre las personas, ha
intensificado los deberes para con ellos. No es, pues, una nueva ética, es una
ética más exigente porque debe responder a un poder más grande.
El dilema fundamental aparece con el poder que lo digital
deja a disposición de cada persona. La posibilidad de comunicar, la de
convertirse en fuente de información, la de entrar a los archivos y
bibliotecas, la de manejar datos en cantidad inimaginable, todo eso confiere
poder y al mismo tiempo genera el deber de responder, que es el sentido de
responsabilidad. Y quien tiene poder contrae, a la vez el compromiso de
volverlo bueno o malo. Nace así un dilema ético fundamental.
Se demuestra a la vez que el instrumento no es bueno ni
malo. Es bueno o malo quien lo usa para hacer mejor el mundo o para hacerlo
malo.
Otro dilema ético fundamental es el de las relaciones con el
otro. Internet posibilita la comunicación y el encuentro con incontables
personas; pero también contribuye al aislamiento. Que sea lo uno o lo otro no
se le puede atribuir a la tecnología, sino a quien la maneja que, ha adoptado
unos valores éticos como guía, hará de Internet un medio para el acercamiento,
para la creación de comunidad y para el desarrollo personal. La ausencia de
esos valores puede hacer de esos aparatos unos peligrosos juguetes.
En realidad, no se necesita una nueva ética, pero sí se hace
indispensable la acción de unas nuevas personas, movidas por una fina
conciencia interior.
Documentación
Hay algunos aspectos que no sólo no cambian, sino que
acentúan la responsabilidad del profesional de la información. Por ejemplo,
cuando un editor hace su trabajo realiza una tarea indispensable de
ordenamiento, jerarquización y correcta presentación.
Revisión de textos, distribución de tareas, fijación de
plazos de entrega todos estos son apenas esenciales de la labor informativa y
por tanto, parece difícil que en algún momento los puede reemplazar una
máquina. Al revisar en esta perspectiva, estas complejas relaciones de trabajo,
se redescubre no sólo la importancia de la estructura interna del medio, sino
también el fundamento de algunos rutinas básicas, como el chequeo de datos, el
buen reporteo y el procesamiento responsable y la entrega cuidadosa de la
información obtenida.
Esto no ha cambiado con la aparición de Internet. Al
contrario, se ha hecho más exigente.
Así lo demuestran ejemplos, como el de la publicación del
informe Starr en Internet en setiembre de 1998 cuando fue conocido
simultáneamente en todo el mundo, dejando a los periodistas un terreno de
maniobra muy estrecho, obligados a efectuar un análisis de su contenido con más
rapidez que nunca, pero con clara conciencia de que cualquier error o descuido
podría ser detectado de inmediato por el público.
Poco antes el veterano comentarista Pierre Salinger, antiguo
asesor del Presidente John Kennedy, había sido inducido a un gravísimo error,
al utilizar en un comentario, antecedentes sin respaldo, que encontró en
Internet, sobre la explosión del vuelo 800 de la TWA.
Estas situaciones son un duro recuerdo de una obligación
básica del periodismo. Internet no releva al periodista de la necesidad de
poner en juego toda su capacidad, e incluso su instinto, en la investigación de
una noticia. Sigue siendo indispensable chequear y rechequear, preguntar y
confirmar. Desconfiar y revisar. La credibilidad ha sido siempre la base de toda
reputación periodística perdurable y lo sigue siendo.
La otra gran lección asociada a la incorporación de las
nuevas tecnologías tiene que ver con la responsabilidad social de los medios.
Los medios, por tradición, especialmente en los escritos, han estado a cargo de
colocar sobre el tapete de la actualidad los temas de discusión pública. Lo que
el Profesor Maxwell McCombs bautizó como “agenda setting” sigue vigente aunque
no se aprecie debidamente su importancia. De hecho, en un mundo tan saturado de
noticias como es el actual, la necesidad profesional de que un periodista
analice la actualidad y vaya planteando los temas más importantes, se ha hecho
más evidente que nunca.
Abraham Santibáñez en
La ética periodística en el nuevo
milenio. Editorial Cuarto Propio,
Santiago, 2001. Pp147, 148.
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