viernes, 19 de septiembre de 2014

ENTREVISTAS / NATALIO BOTANA

“El default demuestra una gran ignorancia del
Gobierno sobre cómo funciona el mundo”

Natalio Botana": "Veo un tiempo nublado con dificultades".

Por Micaela Pérez

El politólogo Natalio Botana, uno de los más lúcidos pensadores actuales, sostiene que la Casa Rosada apostó a que la Corte de EE.UU. postergaría el fallo de Griesa porque carece de experiencia sobre cómo funciona un sistema con independencia de poderes. 

Además, advierte un panorama sombrío para 2015 y descuenta que el PJ otra vez librará su interna en la elección general. Máximo y la maniobra para preservar a Cristina.

En una entrevista con 3Días, advierte que la declinación de los partidos políticos trajo consigo una democracia de candidaturas, cuya característica central es la improvisación que impide encontrar acuerdos básicos que se traduzcan en un conjunto de políticas de Estado que definan el perfil productivo del país para proyectarse al mundo.

-Esta nueva crisis, ¿es económica, producto de la pelea con los holdouts, o más bien política con ribetes económicos?
-Podría considerarse de las dos maneras, pero lo que está señalando este atisbo de crisis, y esta situación que no se resuelve con los holdouts, son dos cosas: que la Argentina no tiene resuelto el problema de su deuda y, en segundo lugar, que Argentina no termina de resolver las bases sustentables de su desarrollo económico. La Argentina crece durante ciclos muy cortos, 4 ó 5 años para después decaer.

-Tenemos una crisis cada 10 años. ¿Por qué se repite el ciclo?
-Porque el país no tiene resueltas varias cosas: la cuestión fiscal, que es muy compleja porque se inscribe en el marco de una fórmula política que ha adoptado nuestra Constitución desde 1853, que es el federalismo. Tampoco tiene resuelta la cuestión monetaria, de un modo u otro la Argentina vuelve a la inflación. Y tercero, no tiene resuelto aún su perfil productivo. Vivimos ahora de los retazos de una profunda transformación económica en el campo agropecuario que la Argentina tuvo en los ‘90.

-¿Cuál es la punta del ovillo? ¿Esa ausencia de políticas, la corrupción, instituciones débiles...?
-No hay un solo foco. La República en el siglo XXI supone dos cosas: un marco institucional, que en la Argentina es débil, las instituciones no perduran, son instrumentos en manos de quienes mandan y no son un marco frente al cual quienes mandan se tienen que subordinar. Contar con una democracia republicana con suficiencia institucional es una condición necesaria, no suficiente. La condición suficiente tendría que ser la de un país capaz de tener un conjunto de políticas que permitan cambiar su perfil histórico e insertarse en el mundo. En el siglo XIX las tuvo.

-¿Qué escenario avizora para la elección presidencial de 2015?
-Con el tipo de liderazgos que se están insinuando, veo un tiempo nublado con dificultades para que se despeje. Porque nuestro régimen constitucional propone una democracia electoral muy intensa que a veces impide a los gobernantes elaborar planes de largo plazo. Estamos en una larguísima y desgastante campaña que comenzó cuando Cristina fue derrotada en los comicios del año pasado. Campaña que tiene la característica de ser un embudo: porque se preparan los candidatos, van a unas PASO, entre agosto y octubre viene el último tramo, y puede haber segunda vuelta en noviembre. El próximo gobierno tiene que heredar una declinación manifiesta en el campo económico, de infraestructura, de educación, de las relaciones económicas internacionales con la deuda pendiente... ¿Qué tiempo tiene? Apenas un año, porque en 2017 vamos a estar compitiendo para elecciones parciales. Este sistema es complicado porque, además, permite que un presidente elegido por dos períodos con un descanso de cuatro años pueda volver. El único que lo intentó fue Menem y fracasó. Es una dificultad si antes no se ponen de acuerdo en un conjunto de políticas de Estado que no son discutibles: la macroeconomía no se discute en Uruguay, Chile o Brasil. Aquí aún está en discusión.

-Carrió dice que lo que está en juego hoy es la República y propone la unión de centroizquierda y centroderecha para desbancar al peronismo. ¿Es viable?
-Una de las herencias de la crisis de hace más de 10 años es la crisis de representación que se expresa en una declinación muy grande de los partidos políticos. El peronismo está dividido, el radicalismo está en la UNEN, pero con tendencias que se esbozan contrapuestas, los partidos políticos son profundamente débiles. Ante esa debilidad, lo que interfiere frente a una democracia de partidos es una democracia de candidaturas. Candidatos solitarios que se construyen sobre la base de una gestión, como el caso de Macri; sobre la base de un triunfo electoral rimbombante, como Massa; o con una fuerte presencia mediática en un distrito, como Carrió. Es esta puja entre candidatos que tienen que montar en muy poco tiempo un esquema político, y partidos políticos institucionalizados cuyo proceso de selección interna es mucho más lento. Me preocupa muchísimo una democracia que funciona con partidos tan débiles y fragmentados. El gran tema no es tanto Macri, UNEN, Carrió o el radicalismo. El gran tema en cuanto a división es el peronismo.

-Usted decía tiempo atrás que el problema del PJ era no haberse dado una regla de sucesión...
-Y sigue sin dársela, porque cuando hay una crisis como hubo en 2001-2002 o un problema de sucesión, el peronismo se quiebra. El peronismo se quebró en 2003, hubo tres candidaturas peronistas y después Kirchner, que fue un representante de la democracia de candidaturas, tomó el Ejecutivo y desde esa posición eminente rehizo un partido, pero subordinado a la hegemonía del PEN.

-¿Cree que otra vez el PJ va a dirimir su interna en la general?
-Hasta ahora es claro que el peronismo va a librar su interna en la general. Porque no lo veo a Massa, por ahora, participando de una interna dentro del FPV y allí tampoco la tiene muy clara Scioli, que no gozaría del apoyo de Cristina, que oscilaría entre diferentes candidatos. Y puede terminar sin ninguno. Es un panorama de fragmentación, donde los liderazgos no son de partidos, sino de candidaturas que se esbozan rápidamente y cuya característica es la improvisación. Lo que hacen Macri, Massa: recorren provincias, inventan candidatos o procuran atraerse candidatos establecidos y esto da una profunda sensación de inestabilidad.

-¿Le sorprendió la aparición pública de Máximo Kirchner? ¿Qué buscó al reavivar el tema de la re-reelección de Cristina?
-Me sorprendió que hablara, lo cual es una mejora, por lo menos sabemos cómo habla. No se trata de reavivar la reelección inmediata de Cristina. Más bien se trata de calentar los motores con vista a dos maniobras. Primero, reservar el liderazgo para Cristina dentro del FPV. Segundo, preparar una revancha dado que, con el sistema de reelección atenuada de la Constitución, la Presidenta puede volver a competir mediando un período de cuatro años. La estrategia sería: preservarla a cualquier costo.

-¿Usted no es de los que cree que el kirchnerismo desaparece en 2015?
-No sé, hay un núcleo duro de apoyo a la Presidenta que se mantiene. En general, los sondeos no descienden del 30%, tal vez si la situación económica se agrava, todo indica que se va a agravar, sobre todo por el lado de la inflación y de la brecha entre el dólar oficial y el paralelo, tal vez ese apoyo se degrade, pero por ahora es curiosamente bastante fiel.

-¿La situación de Boudou no ha dañado la imagen presidencial?
-No daría la impresión. Uno, desde una visión ética de la República y la democracia, diría que tiene que ser un factor que pulverice un liderazgo. Y cuando se producen situaciones de este tipo en otros países, la dignidad indica que hay que renunciar o pedir licencia. Pero que esto siga así es inédito. Los temas de corrupción que ocurren en las esferas altas del Estado son un pretexto interesante para medir cuál es el nivel ético de una sociedad. Hasta qué punto una sociedad está dispuesta a aceptar o no la corrupción de los que mandan.

-Y ahí no quedamos demasiado bien parados los argentinos...
-Hay sociedades menos permisivas y más permisivas en materia de corrupción. La Argentina tiene un historial no muy digno. Y muchas veces esta mayor o menor permisibilidad se debe al hecho de que hay una tradición de corrupción en el Estado y el ejercicio del poder que no termina de quebrarse. Y eso tiene que ver con la esfera económica del país, porque para que haya corrupción es necesario que siempre haya dos. Y tiene mucho que ver con el desarrollo de sectores económicos en la Argentina que han crecido al abrigo del Estado, no por leyes generales que abren la economía a la competencia sino porque hay leyes particulares que abren la economía a los privilegios.

-¿La oposición que debería hacer en el caso de Boudou? Si es que puede hacer algo.
- Poco y nada. La oposición en el Congreso es muy débil porque aquí está cosechando Cristina los efectos de la gran victoria de 2011 que trajo una representación enorme en el Congreso. Ahí ha habido, y es probablemente una de las reservas políticas más grandes que tiene el Gobierno, un bloque disciplinado de mayoría oficialista, tanto en el Senado como en Diputados, muy sólido. Si no, mire las últimas votaciones, como el tema de la deuda.

-¿Cómo ve el tema del default? ¿Sirve la declaración de la ONU?
-Tendría que haber en el tema de la deuda ciertos cambios básicos, en el sentido de que es complicado que una pequeña minoría ponga en cuestión la reestructuración de la deuda. Este cambio es de naturaleza internacional e impone el acuerdo de las grandes potencias financieras. Mientras, hay que aceptar las reglas que uno mismo se impone. Porque esto es lo terrible; la Argentina se impuso la regla de los tribunales de Estados Unidos. No fue una imposición externa como nos quiere hacer creer la propaganda. La Argentina no tiene una tradición sólida en lo que se refiere al cumplimiento de los contratos y de las promesas.

-¿Hubiera sido mejor acatar el fallo de Griesa?
-Posiblemente hubiese sido una solución, pero tendría que haberse programado mucho antes. La Argentina dejó este vacío y apostó, desconociendo lo que es el régimen constitucional norteamericano, a que como contaba con el apoyo del Departamento de Estado, implícito o explícito, no sé, la Corte iba a fallar a favor del país. Y es ignorar, porque la Argentina carece de experiencia al respecto, lo que es un sistema de independencia de poderes y lo que es la jurisprudencia de la Corte de los Estados Unidos. Se llegó hasta la Corte, se creyó que con la Corte la cosa se postergaba, no se postergó y se ejecutó un fallo. No es el fallo de Griesa, es el fallo de Griesa ratificado por una Cámara y por la Corte de los EE.UU. Y esta situación que derivó en default demuestra una gran ignorancia del Gobierno respecto a cómo funciona el mundo, sobre todo los Estados Unidos.

© 3D

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