Por Julio César Negro |
Un amigo me dijo hace unos años: "yo a esta película ya
la vi en blanco y negro y me quieren venir a contar que la historia es nueva
solo porque está en colores".
Vivir en este país se
complica a medida que pasa el tiempo, vivir en este país se complica porque uno
ve a amigos, conocidos, personas a quienes respeta y con las que ha compartido
algún momento de la vida comportarse como si no hubieran vivido nada, como si
hubieran nacido ayer o como si hubieran sido criogenados hace 20, 30 o 40 años
y no hubieran pasado por las experiencias que pasamos todos durante ese tiempo.
Esto viene a que un amigo me preguntó: ¿qué sabés del dólar?
entonces le dije: vengo escuchando noticias del dólar desde hace más o menos
cuarenta años y, la verdad es que nunca me dijeron nada nuevo.
Yo era muy chico en tiempos del "rodrigazo" así
que ese no contaría pero recuerdo bien la tablita de Martínez de Hoz en la
segunda mitad de los '70, el "el que apuesta al dólar pierde" de
Lorenzo Sigaut en 1981, recuerdo a Juan Carlos Pugliese, en 1989, diciendo
"Les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo",
recuerdo el "un peso, un dólar" y, por supuesto que también recuerdo
al capocheta diciendo "el que depositó dólares, recibirá dólares"
parece que todo comenzara cíclicamente de nuevo.
Este gobierno ya se va comiendo tres paros generales y la
pregunta es: ¿tienen algún sentido?, la respuesta es: si lo tienen, 13 paros
generales sirvieron para horadar el poder del gobierno de Alfonsín y allanaron
la llegada de Carlos Menem que pudo, a partir de su llegada triunfal,
privatizar las empresas y servicios públicos que estaban a cargo del estado sin
oposición alguna y sin que la CGT reaccione; le habían hecho campaña al
"compañero" y ahora no podían salir a cuestionarlo y lo de este
gobierno es un fenómeno bastante interesante, la CGT fue uno de sus principales
pilares para afianzarse en el poder y hoy es uno de sus principales cuestionadores.
Que me disculpen pero dudo que, cualquiera de las dos cosas, tenga algo que ver
con los intereses de los trabajadores.
Entre paros y dólares no parece que esto sea una historia
nueva y, seguramente, a mis padres les deba haber pasado algo parecido cuando
yo les hablaba de la democracia, las libertades y las reivindicaciones sociales
en los '80; quizás pensaron que ese discurso ya lo habían escuchado y que, en
su nombre, habían visto aflorar muchas miserias humanas.
La tan mentada "unidad nacional" solo se ha
logrado ante resultados tan cargados de fanatismo como ganar un mundial de
fútbol o, en menor medida, de otra disciplina deportiva; recibimos un premio
Nobel de la misma forma que un Grand Slam o u Open de golf; Milstein, Houssay,
Leloir, Vilas, Sabatini, Maradona y Messi son nuestros grandes logros. Ellos
demuestran que somos un gran país aunque nuestras universidades hayan perdido
prestigio, nuestras empresas no puedan competir con nadie y nuestros políticos
y sindicalistas sean menos creíbles que.. que... la verdad es que cuesta
compararlos con algo.
Y ya me fui por las ramas pero, ¿no les parece que somos
demasiado "pavos"? ¿no les parece que ya está de insistir como la
mosca volando contra el vidrio? ¿hay alguna forma de romper este círculo vicioso
de autodestrucción?
Ruego que alguien me demuestre que estoy equivocado. Me encantaría
que el "país del nomeacuerdo" que describió María Elena Walsh fuera
solo una ficción fantástica.
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