lunes, 15 de septiembre de 2014

Democracia y educación

Por Germán Gegenschatz
“La verdad no es prohibida para menores, la mentira debería serlo. La mentira estigmatiza más que nada en el mundo, la mentira devalúa y desalienta los buenos desempeños, aleja la visibilidad de los errores y de su solución. La mentira nos esclaviza y la verdad nos libera.”

Podemos caer en el microanálisis de si poner un 4 estigmatiza menos que poner un 1, pero ese es el territorio al que se debe derivar el debate del deterioro del sistema educativo para llevarlo a la zona de los síntomas y alejarlo del peligroso terreno de las causas.

El deterioro general del sistema educativo es un derivado inseparable, en primer lugar, de la pobreza. Y sepamos que la democracia es imposible con un pueblo pobre y sin acceso a una educación pública eficiente.

Cabe preguntarnos si estamos encaminados hacia dónde queremos ir como sociedad. La experiencia social indica que para someter un pueblo a la servidumbre basta con llevarlo a la pobreza, y de allí a la ignorancia. No digo que se nos quiera someter a esclavitud, digo que por este camino estamos cada vez más a merced de quien quiera hacerlo.

Quién es el responsable de educar

La familia es el ámbito más temprano e irreemplazable para la educación de los hijos. Toda acción del estado que no priorice la familia, como proyecto vital signado por el amor y abierto a la procreación, termina dificultando la educación de los niños y comprometiendo el futuro de una Nación. Cada familia tiene derecho a decidir sobre la educación de sus hijos, cada persona tiene derecho a decidir y construir su propio futuro a partir del trabajo honesto.

A través de la educación dada por los padres, durante toda la vida, con el ejemplo y con sus palabras, es como se transmiten los valores fundamentales para la vida. Para ser ciudadanos libres, trabajadores honestos y solidarios es necesario que estos valores se transmitan a las nuevas generaciones. Se puede ayudar de muchas formas pero este proceso es más efectivo en la vida familiar, que aún con todos los errores y problemas que pueda tener, provee un contexto en el que existe el amor más que otro sentimiento o interés. Por esto la familia es irreemplazable en la educación de las personas. El estado, en el mejor de los casos, puede llegar a ser de gran ayuda en la acción educadora de los padres.

El estado de hoy, y desde hace varias décadas, no está cumpliendo en forma satisfactoria el rol que le es propio en materia de educación. Observamos que la acción del estado, sin llegar a cumplir eficientemente lo que debe hacer, intenta todo el tiempo invadir esferas de decisión que son de los padres. Entonces creo conveniente recordar que el estado no puede ni debe reemplazar a la familia, ni mucho menos desplazar o destruir el poder o la capacidad de los padres para decidir sobre la educación de sus hijos. El rol del estado es de apoyo y facilitador de las decisiones de los padres.

Pobreza y Educación

La pobreza interfiere negativamente hasta incluso impedir el desarrollo de ese rol educativo que tienen los padres. La destrucción del rol educativo de los padres es el derivado más cruel de la pobreza, y lo que garantiza que ésta se transmita de generación en generación.

La actividad económica es la fuente de ingresos de la familia, pero también de la recaudación fiscal genuina y necesaria para que el estado apoye en materia de educación las decisiones de los padres.

Si miramos los diferentes países y regiones del mundo, podemos verificar una íntima relación entre la pobreza y la inexistencia del ambiente necesario para que la iniciativa económica de personas y empresas puedan florecer y generar empleo a los responsables de cada familia. Un contexto económico adecuado facilita a las familias la tarea educativa y al estado poner a disposición un sistema educativo eficiente y de calidad, que garantice por lo menos que ningún niño quede sin educación primaria y secundaria por el solo hecho de carecer de recursos económicos.

Hoy, que vivimos nuevamente en un contexto de desempleo creciente, vale recordar que destruir empleo es romper familias, es la destrucción de la educación desde su cimiento que es justamente allí, desde el inicio de la vida en la familia.

Democracia y educación

En los comienzos de nuestra vida Nacional el Ministerio de Educación era para las personas más sobresalientes de la época, era muestra de la importancia de la educación. Recordamos a Carlos Saavedra Lamas, Estanislao Zevallos, Joaquín V. González, Osvaldo Magnasco, Antonio Bermejo, Eduardo Wilde, Victorino De la Plaza y Nicolás Avellaneda, en los últimos tiempos quizás solamente se pueda nombrar a Jorge Sábato.

La democracia y la república en nuestro país fueron después de ampliarse la actividad económica y de utilizar esos recursos para multiplicar el acceso a la educación, en ese orden ocurrieron los hechos en el tiempo. Hubo recursos más la decisión de política de aplicarlos correctamente en educación, al comienzo de nuestra vida Nacional y en los tiempos de Juan Domingo Perón, después se fue perdiendo el rumbo.

Una visión humanista integral, como la que comparto, requiere que exista en cada familia trabajo, pan y vivienda. Logrado esto están dadas las condiciones para que la familia disponga de recursos para cumplir su rol fundamental en la educación, y el estado tendrá los recursos para que cada familia tenga efectiva libertad de elección en la educación. El estado debe ayudar a que esto sea posible para todos en vez estar abocado a igualar para abajo, en sentido justamente contrario a las familias y personas que siempre se esfuerzan por mejorar día a día.

La verdad no es prohibida para menores, la mentira debería serlo. La mentira estigmatiza más que nada en el mundo, la mentira devalúa y desalienta los buenos desempeños, aleja la visibilidad de los errores y de su solución. La mentira nos esclaviza y la verdad nos libera.

Empecemos a decirnos la verdad aunque moleste, dejemos de hacer lo mismo si queremos que las cosas mejoren.

© Comunidad & Política especial para Agensur.info

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