La Presidenta decidió
profundizar las contradicciones. El rol de Kicillof y las
lecciones de
Capitanich. Autoelogios para todos.
Por Alfredo Leuco |
Cristina huye hacia adelante. Por eso hace lo que hace. Es
la confirmación de aquel silabeo de Rosario, cuando dijo: “Vamos por todo”.
Esto es lo nuevo. Hasta ahora, los errores del Gobierno eran “no forzados”.
Pero el combate contra el salvajismo de los fondos buitre le abrió la puerta
hacia una radicalización vacía e irresponsable. En ese lugar es donde la
Presidenta se siente más cómoda.
Ya logró todo lo que jamás soñó: primera mujer
electa y reelecta presidenta para suceder a su esposo, también presidente. Es
histórico. ¿Qué más puede pedir? Convertirse en mito.
Inventar una leyenda combativa que la coloque al lado de Eva
Perón, una suerte de “Pasionaria de Tolosa”. Hoy la orden de Cristina es subir
la apuesta en todos los planos. Culpar de todo al resto de la humanidad. Jugar
fuerte, como le gustaba a Néstor. Siempre al borde del precipicio. La diputada
Elisa Carrió lo definió a su manera, sin eufemismos: “Es una estrategia suicida
de los buitres que gobiernan la Argentina”.
Esa decisión de profundizar las contradicciones es la que
articulará los 500 días de gobierno que le quedan. Por eso, a estas alturas, al
Gobierno le importa un rábano lo que diga y lo que haga el juez Thomas Griesa.
Es un caso cerrado. Coqui y Kichi, los mejores alumnos de Cristina, fueron sus
voceros: “En Estados Unidos no hay seguridad jurídica y Obama no le pone
límites al juez”. Un verdadero canto a la irresponsabilidad.
Deberían avisarles a China y a Rusia, los flamantes aliados,
para que saquen sus yuanes hasta el último jiao (centavo) y rublos hasta el
kopeks más chico, de la Reserva Federal. Un consejo que Putin y Xi Jinping, sin
dudas, van a saber apreciar. De paso, que le explique también cómo es que el
trotskismo es el mejor amigo del capitalismo.
Suena hasta patético que la soberbia de Capitanich le
permita intentar enseñarle al mismísimo Barack Obama cuál es el artículo de la
Constitución que debe aplicar, tal como George Bush lo hizo con el Congo. El
presidente de los Estados Unidos no pudo prestar demasiada atención a la clase
del profesor Capitanich. Estaba ocupado bombardeando a los yihadistas que
combaten en Irak.
El gobierno se autoelogia diciendo que salió a la cancha. Y
apenas anunció débiles aspirinas para atacar el cáncer de la desocupación y las
suspensiones de trabajadores, que crece igual que el hundimiento de la
actividad inmobiliaria. No atinan a otra cosa que recetar remedios que son
peores que la enfermedad. El único momento de luminoso respiro fue el
reencuentro de Estela de Carlotto con su nieto Guido. La lucha pacífica,
corajuda, inclaudicable de las Abuelas cosechó una siembra democrática,
republicana y de reivindicación de los derechos humanos.
Esa lógica de Cristina, de replegarse hacia la tropa más
fanática y resistir desde allí, se puede aplicar a cualquiera de los temas que
hoy están en debate. Cristina empujó al flamante biprocesado e inminente
multiprocesado, Amado Boudou, al abismo del Senado de la Nación para que le
llenaran la cara de dedos. El, con su rostro más pétreo, puso la otra mejilla
porque sabe que es la manera que tiene la Presidenta de comunicarles a todos
que hay que bancar a Amado “cueste lo que cueste”. Ella sabe que los
expedientes de Tribunales le pican cerca y por eso Boudou es el último dique de
contención hasta que vayan por ella. Esa es su mirada conspirativa. Los más
cristinistas salieron a poner las manos en el fuego por Boudou. Capitanich y
los senadores Pablo González y José Mayans acusaron a los opositores de ser
cobardes, gerentes de las corporaciones mediáticas y de fugarse de los
problemas en helicóptero, como hizo Fernando de la Rúa. Crueles, a los
muchachos no les interesa tender un solo puente con nadie. Este también es un
caso cerrado: “La sangre derramada de Boudou no será negociada”. Si Obama es un
enemigo, cualquiera se puede imaginar que Gerardo Morales entra en ese paquete
en un instante. Un observador imparcial podría decir que si Ernesto Sanz, Rubén
Giustiniani y otros deben responder por el fracaso de De la Rúa, varios
kirchneristas, incluidos el jefe de bloque Pichetto y el matrimonio
presidencial de Néstor y Cristina, deberían hacerse cargo de Carlos Menem para
no exagerar y llegar hasta López Rega. Es un despropósito en cualquiera de los
casos.
El senador Mayans, además, debería dar explicaciones del
robo a mano armada que su gobernador feudal llamado Gildo Insfrán hizo de los
dineros de Formosa, que tanta pobreza y marginalidad tiene. Nadie debería
olvidar que The Old Fund se puso en funcionamiento con los más de 7 millones de
pesos que le pagaron a Alejandro Vandenbroele por asesorar en la
reestructuración de la deuda de la provincia. ¿Qué número de factura entregó
Vandenbroele? La número 3, y las dos anteriores habían sido anuladas. ¿Qué
experiencia y cuántos especialistas en el tema tenía la empresa? Ninguna
trayectoria y cero empleado. ¿Tuvieron que devolver algo de esos 7 millones?
Sí, más de 2 millones volvieron a manos de un funcionario amigo de Insfrán y el
senador Mayans, que levanta el dedito para acusar a la oposición de cobarde.
¿Quién era el ministro de Economía que reestructuró la deuda de Insfrán? Amado
Boudou, qué duda cabe, un verdadero recordman histórico en procesamientos
judiciales ejerciendo el segundo lugar institucional en la Nación.
Esa es la costumbre de Cristina: ver la paja en el ojo
ajeno. El militante tinellista Martín Insaurralde hace su polémico juego. Luis
D’Elía lo define como “hueco, sin valores, target noventista, rémora del pasado
con una vedetonga como compañera”, aunque luego superó todos los límites
acusando a Jesica Cirio de “prostituta high class”. Dos preguntas sencillas: ¿a
quién votó D’Elía en las últimas elecciones en Buenos Aires? Al hueco sin
valores. ¿Quién designó a Insaurralde en ese lugar? ¿Algún cuerpo orgánico
partidario? No, fue el sabio dedo de Cristina Fernández.
Dos chicanitas finales para el estribo: ¿cuándo se dieron
cuenta de que Insaurralde era el diablo bailando por un sueño? ¿Qué esperan la
Presidenta y los muchachos de los derechos humanos y los Inadis para hacer algo
por esta violencia oral de género? Bataclana, vedetonga, prostituta. ¿Cristina
no tiene nada para decir al respecto?
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