“Una buena parte de
la juventud mundial está luchando
por defender los gobiernos inclusivos”.
Hugo Biagini, autor del libro La contra cultura juvenil. |
Por Guillermo Meliseo
(*)
Con el advenimiento del siglo XXI y la generación de las
pantallas y las redes sociales, se ha propiciado una nueva forma de convocar y
difundir expresiones de pensamiento alternativo, algunas con ribetes políticos
otras más rupturistas. Un claro ejemplo de esto se observó con el hashtag #OccupyWallStreet (o con los indignados
de Europa), donde las masas juveniles y populares ocuparon la calle, caminando
de un lado a otro, de vereda en vereda, casi como una espontánea guerrilla
pacifista urbana.
En ese marco, y en diálogo con la Agencia CTyS, el investigador principal del CONICET y autor del
libro La contra cultura juvenil, Hugo Biagini, analiza el protagonismo
juvenil desde el ciclo emancipador y el movimiento reformista, hasta los
actores que irrumpen en la generación posmoderna. Además, señala la importancia
del pensamiento joven y sus formas expresivas: desde la simple denuncia o
disidencia, hasta los encuadramientos que postulan la transformación
estructural y el sendero revolucionario.
-Después de haber
hecho todo un análisis y estudio sobre la cultura juvenil y las revueltas
sociales, ¿Cómo concibe al joven actual? ¿Es más o menos revolucionario que las
generaciones anteriores?
-Observo varios tipos distintos de juventud: por un lado
quienes irrumpen frente al poder hegemónico, como los actores de la Primavera
Árabe, los Indignados, las revueltas en Grecia e Italia, #OccupyWallStreet, la juventud en Chile, etc. Esa juventud, que
está de alguna manera en la protesta y el rechazo, sabe del algún modo contra
quién está luchando y por qué lo está haciendo. No están pidiendo barricadas,
ni dinamitarlo todo, sino algo elemental que debe acompañar a una verdadera democracia,
es decir, espíritu solidario, justicia social, todo lo que representan los
derechos humanos. Entonces, dentro de esa línea divisoria, yo veo una juventud
que, desde otro contexto, ha podido
avanzar más, que ha acompañado a los gobiernos que están dispuestos a
profundizar los grados de democracia. Y del otro lado, además de los grupos
etarios que sostienen los privilegios y el statu quo, hay una juventud más
pasiva, más trasnochada, sin nadie que los convenza.
-Como ocurre con los
jóvenes actuales y con los indignados de Europa donde muchos medios los han
tildado de insurgentes y hasta terroristas…
-En el primer mundo, en Europa, esos levantamientos se
hallan en una etapa embrionaria. Es un momento de descontento con lo existente,
con una sociedad que margina a más del 50 por ciento de los chicos de 17 a 25
años, donde no tienen salida laboral ni reconocimiento; ahí confluyen diversas
generaciones. Por ejemplo, en Chile, los chicos del secundario salían con sus
padres porque estaba toda la familia hipotecada, su propio futuro, por un
sistema lucrativo de enseñanza. Son como estallidos, pero también parece
existir una segunda etapa, más
programática, de pensamiento alternativo, como la que se experimentó con el movimiento
estudiantil de 1918 y su proyección continental, el cual no salió sólo a
derribar estatuas caducas, sino que lo hizo con propuestas muy concretas, como
la reforma universitaria, las cátedras paralelas, concursos por oposición, etc.
-¿Esta idea de contra
cultura juvenil no tuvo también su florecimiento en los años 60’ con la llamada
"Generación hippie"?
-Los bohemios tienen algo de hippies. Ese espíritu de
autosuficiencia, que se remonta un poco a
la antigüedad helénica, es propio también del mayo francés. No en vano
se dice que los movimientos contra la globalización representan, justamente,
como a los nietos de los hippies, que vuelven a levantar las banderas de
resistencia y no violencia contra los organismos crediticios como el FMI o el
Banco Mundial. La bohemia tiene ese espíritu de desinterés, de ir al límite de
lo impensable, a veces por razones marcadas por la mercantilización, la
modernización cosmética. Durante el período bohemio, ese espíritu pre
reformista, se reflejó en el congreso de Montevideo de 1908, el primer congreso
de estudiantes americanos. Ahí se lanzó la proclama de la rebeldía como
principio explicativo de todas las cosas, todo se puede explicar a partir de la
resistencia y frente a lo que es evolutivamente elemental.
-Y es en ese marco
donde usted señala la importancia de la masificación universitaria, como el
libre acceso a la enseñanza…
-Debemos mantener el ingreso irrestricto, al menos hasta que
haya una mayor igualdad de oportunidades, para que la población de menores
recursos pueda acceder sin tantas limitaciones a los estudios universitarios.
Hay que desterrar esa perniciosa idea de “que inventen los demás”. Nosotros no
necesitamos un mayor grado de profesionalización como si aún subsistiera una
insalvable división internacional del trabajo.
-Sobre el final de su
libro, usted le dedica varias hojas al Rock y a la generación H.I.J.O.S, ¿Qué
significa la revolución para estas generaciones?
-Sin ser especialista, se trata de dos expresiones de
protesta que surgen en distintos momentos históricos. Según lo hemos sugerido
en nuestro Diccionario del pensamiento alternativo, la rebelión del rock, tiene
un carácter original y propio. El rock en cierta manera es un cántico con una
musicalidad y una letra que sorprende aun hoy en día en muchos países, donde el
rock es un constructo cantado en inglés y nada más. El rock en castellano
constituye una propuesta estética, ética y política elaborada de un modo
interactivo por los jóvenes fuera de los canales institucionales y en la cual
se integra simbólicamente nuestra América. Supone una denuncia del orden
estatuido para erigirse como una suerte de pensamiento crítico oído y danzado
colectivamente. Hasta se ha hablado de una revolución “Alterlatina” que ha ido
generando el rock en español a través del grupo Todos Tus Muertos o de Ataque
77.
Bajo el flujo de tales conjuntos musicales, vivió la
agrupación H.I.J.O.S, que para llevar a cabo sus propósitos se valen de
Internet, de un periódico propio y del operativo “escrache”, por el cual se
acercan a las residencias de los represores, pintan sus paredes y reparten
volantes entre los vecinos para que éstos se enteren de que aquéllos mataron,
robaron, violaron o se apropiaron de niños recién nacidos. Son justamente las
nuevas generaciones, exentas a veces de ilusiones y de futuro, quienes están
dando batalla por defender sus ideales sociales, culturales, y nacionales, en
el camino por asumir la exigencia multisectorial, de reescribir nuestra memoria
y tradiciones populares y de convalidar los grandes programas que intentan
mejorar la realidad.
-En un capítulo de su
libro, analiza la influencia del arielismo en la cultura juvenil. ¿Puede
ampliar esa idea?
-El sueño de nuestra América se traduce en utopía, la utopía
que fomentó José Enrique Rodó con su ensayo
Ariel, dirigido principalmente a la juventud hispanoamericana para
advertirles contra el utilitarismo y contra lo que él llama la nordomanía, a
través de la resimbolización de los personajes shakespearianos de La tempestad.
O con el Mayo Francés y su lema “la imaginación al poder”. Con la imaginación,
la utopía y el sueño se puede pensar en otro tipo de mundos y cómo alcanzarlos.
Rodó insistía en que la juventud debía propiciar la principal utopía de nuestra
América que era la unidad latinoamericana. Y eso es algo que los gobiernos
actuales están haciendo. Las juventudes de nuestros días apoyan los gobiernos
democráticos porque han sabido levantar cuatro banderas fundamentales: lo
Nacional, lo Popular, la Democracia y la Unión Latinoamericana, a través de
organismos como el MERCOSUR, la UNASUR y la CELAC.
-En ese sentido,
también menciona en el libro la importancia de la ONU como organismo que ha
colaborado en el crecimiento y expansión de las universidades...
-Bajo el ala de la ONU, la UNESCO ha adoptado algunos
principios básicos en cuanto al objetivo y misión que debe llevar a cabo las
Casas de Altos Estudios. Deben reunir cuatro patas: transmisión del saber,
creación de conocimiento (investigación), criticar el poder establecido y tener
compromiso o sensibilidad social. Ese es el ideal de la universidad para la
UNESCO, que en muchos países es algo huérfano o rengo. Esto está en la base de
la plataforma reformista. Nosotros tuvimos tres o cuatro movimientos en nuestra
América que han sido pioneros. Si bien nos han visto como un espejo del mundo
Nord atlántico, de Europa y EE.UU., nosotros hemos aportado al ámbito y al
conocimiento universal asuntos de este tenor: los actuales modelos
posneoliberales conosureños, el modernismo y el realismo mágico en
literatura, las teorías de la liberación
en filosofía, religión y pedagogía, o, en este campo educativo, la idea de
universidad abierta que surge a partir del movimiento reformista a través de
miles y miles de documentos; un ideario que es la base de lo que hoy en día
alientan organismos ad hoc como la UNESCO, a diferencia de lo que hacían los
organismos transnacionales que nos fijaban pautas sesgadas por intereses
corporativos.
- Hugo Edgardo Biagini
es investigador principal del CONICET y de la Academia Nacional de Ciencias,
donde dirige la sección de Pensamiento Argentino y Latinoamericano. Director
del Centro de Investigaciones Históricas en la Universidad Nacional de Lanús,
fue cofundador del Corredor de las Ideas del Cono Sur. Publicó una treintena de
libros que cosecharon premios y distinciones en el país y el exterior, entre
ellos los volúmenes colectivos que dirigió junto a Arturo Andrés Roig: El
pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX y el Diccionario del
pensamiento alternativo. Además del título reciente ya citado, La contracultura
juvenil, finalista en el disputado certamen Casa de las Américas, está por
aparecer otra obra suya en colaboración: El neuroliberalismo y la ética del más
fuerte. La revista venezolana, Utopía y praxis latinoamericana, lo ha
distinguido como “conciencia emancipadora y mentor de juventudes”. Obtuvo la
Medalla UNESCO por su aporte a la reflexión filosófica y recibió el Primer
Premio Municipal de Ensayo.
(*) Agencia CTyS
especial para Agensur.info
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