José Nun, exsecretario
de Cultura de la Nación durante la gestión de Néstor Kirchner, no escatima
críticas hacia la Presidenta y a su situación patrimonial.
José Nun, exministro de Néstor Kirchner, es un crítico implacable del gobierno de Cristina. |
Por Micaela Pérez
Mucha agua corrió debajo del puente desde que José Nun dejó
el cargo de secretario de Cultura del kirchnerismo (2004-2009). Tanto es así,
que este intelectual de peso que supo apoyar sin fisuras la gestión del ex
presidente Néstor Kirchner, se convirtió con los años en un crítico implacable
del actual gobierno de Cristina Kirchner, al que le reprocha, entre otras
cosas, falta de consistencia en su proyecto e ineptitud para gobernar la Argentina.
-A poco más de un año
de las elecciones 2015, ¿cómo encuentra a la Argentina en el final de este
ciclo político que lleva más de 10 años en el poder?
-La encuentro en uno de esos movimientos lamentablemente
pendulares a los que nos tiene acostumbrados el país desde hace muchos años.
Sin duda, en 10 años se han hecho cosas, y cosas estimables. Al mismo tiempo,
no se han atacado los problemas de fondo del país y por eso es que vuelve el
movimiento cíclico al que yo me refería. Por ejemplo, los datos de inversión en
este período terminan por ser similares a los de la década del 90.
-Queda poco del "modelo" que
propiciaba Kirchner en su primera etapa: superávit gemelos, dólar competitivo... En cambio tenemos
déficit, inflación, desempleo en ascenso y ahora default. ¿Qué le pasó a
Cristina para que el país enfrente este impensado escenario económico?
-En 2003 estábamos enfrentados a una crisis tremenda y las
medidas que se tomaron fueron atinadas. Ya se venían tomando antes de llegar al
gobierno Kirchner. Se mantuvo al mismo ministro de Economía, que profundizó
esas medidas que permitieron que se recuperara la inversión, el empleo,
aumentaran las exportaciones y Argentina ingresara a una etapa de recuperación.
Esa etapa explica los altos niveles de crecimiento de los cuatro primeros años
del gobierno de Kirchner. Porque no son la misma cosa el gobierno de Néstor
Kirchner y los gobiernos de Cristina, por más que el relato oficial se empeñe
en arrancar los logros de este gobierno a partir de 2003.
-¿Dice que desde 2007
empezó el declive?
- Por empezar, nos hemos acostumbrados a una enormidad
similar a que los hijos le peguen a los padres cuando naturalizamos desde 2007
que Argentina carezca de estadísticas. Que un dictador manipule las cifras es
esperable, pero que en un país que se quiere democrático los datos del Indec
sean reconocidamente falsos es una enormidad que por cotidiana se toma como
natural.
-Se han naturalizado
varias cosas. También tener un Vicepresidente procesado por presuntos hechos de
corrupción...
-Afortunadamente lo que ocurre con el Vice se ha
naturalizado menos que lo del Indec, porque hay una indignación pública con
Boudou que a mí me gustaría que hubiera respecto del Indec.
-¿Por qué el Gobierno
ha decidido ignorar esa indignación? A Boudou se lo sostiene y defiende.
-La indignación existe, incluso en el oficialismo. La prueba
está en el modo en que lo tratan a Boudou los senadores oficialistas. Es una
carga política pesada para ellos también. Creo que no hay casi nadie en el país
que seriamente dude que la elección que hizo la Presidenta fue absolutamente
desastrosa e inconsulta.
-¿Por qué lo mantiene
Cristina?
- Las respuestas que se ensayan van desde la obstinación en
no reconocer sus errores hasta que la familia presidencial haya estado de
alguna manera vinculada a los negocios de Boudou, y que éste amenace con
hacerlo público. Son todas suposiciones y resultan muy extrañas. En otros
países apenas un ministro o funcionario de alto rango es acusado de corrupción,
no digamos procesado, renuncia para ponerse a disposición de la Justicia.
-Cristina ha tenido
una actitud opuesta en ese sentido a la de Dilma en Brasil, que echó a varios
funcionarios sospechados.
-El problema es mucho más generalizado. Otra cosa que se
normaliza en la Argentina y ni siquiera la oposición bate el parche como
debiera, es que una fuente importante de estímulo a la corrupción es que todos
los organismos de control que deben vigilar al Ejecutivo están dominados por el
Ejecutivo. El único que se salva es la AGN de Despouy. El problema es que la
Auditoría eleva sus informes al Congreso y allí la mayoría oficialista los
cajonea. Reposo sigue al frente de la Sigen...
-¿Está nivelando cada
vez más para abajo la política argentina?
-No es una tendencia general de la política, pero acá hay un
desprecio por la ética pública que es fundamental. No hay ningún teórico de la
democracia que no haya sostenido que para que una democracia funcione no se
necesita solo ganar una elección sino tener burocracias incorruptibles,
eficientes, y tener dirigentes cuya principal preocupación no sea enriquecerse
y perpetuarse en el poder. Se necesitan requisitos morales que acá se ignoran
en nombre de una concepción insostenible en otros países y es que la democracia
es simplemente ganar elecciones.
-¿También en lo
político hay cambio de modelo? El caso de Milani al frente del Ejército es
una contradicción para un Gobierno que ha levantado la bandera de los derechos
humanos.
-No hay tal cosa como una separación entre la economía y la
política. No hay ningún programa económico que se pueda mantener sin una
orientación política clara y una legislación que acompañe. En este momento lo
que estamos sacando como balance es que Argentina tuvo en esta década todas las
condiciones favorables como para iniciar un cambio de matriz productiva y no lo
hizo. Seguimos dependiendo del sector agropecuario, que afortunadamente ha progresado
de manera impresionante, pero seguimos sin tener industria. La industria creció
durante el gobierno de Kirchner y después dejó de crecer. Crece al 1% anual o
menos. No se cambió la matriz productiva y los intelectuales del kirchnerismo
no han dicho palabra sobre este tema, así como no se pronuncian sobre Boudou y
las violaciones a la ética pública. Me gustaría que Carta Abierta denunciara
que todos los organismos de control, salvo la AGN, están controlados por el
Gobierno.
-¿Por qué no lo
hacen?
-Porque son fieles seguidores del Gobierno con anteojeras.
Ven lo que quieren ver.
-Usted tiene amigos,
colegas en ese espacio. ¿Mantiene el diálogo con alguno de ellos?
-Ya no. Para tener diálogo tiene que haber un piso común de
valores y ese piso se ha ido perdiendo en nombre de una equivocada creencia
acerca de qué es la defensa de los intereses populares. Y así no se defienden
los intereses populares.
-¿Cree que ellos han comprado el relato K
o hay una cuestión de conveniencia en algún caso?
-Hay algo por lo menos sospechoso, y es que muy poca gente
defiende públicamente a este gobierno si no tiene cargos públicos o si no está
en consultoras que financia el Gobierno. Y esto resulta curioso, por lo menos.
-¿Por qué piensa que
el Gobierno eligió el camino del default en su pelea con los fondos buitre?
-No hay duda de que los fondos buitre son la expresión más
voraz del capitalismo financiero. Ahora, hay una cosa que conviene marcar y es:
¿por qué no recompramos nosotros, el Gobierno, los bonos que no habían entrado
a la restructuración de la deuda? ¿Por qué fueron más vivos los fondos buitre
que los tan vivos dirigentes argentinos? Lo hizo Correa en Ecuador y gracias a
eso no tiene problemas. El Gobierno tenía instrumentos y recursos para ir
recomprando lo que los fondos buitre compraron. Pero no se hizo.
-¿Y por qué no se
hizo?
-Por una de las razones que se considera poco en el análisis
político, que es la ineptitud. Acá ha habido manejos ineptos de temas cruciales
para el desarrollo de la Argentina y falta de consistencia del proyecto
oficial.
-¿Manejos que tienen
que ver con la conducción económica o más con la política?
-Con la conducción política y la concentración del poder. Un
gobernante no se puede encerrar porque los consejos que recibe de los expertos,
en parte, tienen que ver con la sapiencia de los expertos pero, en gran parte,
con el sentido común de ellos, es decir, con sus propias experiencias. Kirchner
desde que se despertaba estaba en el teléfono hablando, discutiendo,
consultando.
-También tenía un
estilo de conducción cerrado.
-No como la Presidenta. La señora Presidenta escucha dos o
tres voces y eso es fatal.
-Ahora escucha a
Kicillof.
-Bueno, están Zannini, Máximo. El tema del default lo
deberían haber previsto hace dos años y medio. Lo ningunearon a Griesa, estaban
convencidos de que la Corte no iba a fallar a favor del fallo de Griesa, todo
implica falta de previsión, de capacidad negociadora. Ineptitud en el desempeño
del cargo. Ahora lo que pasa es que se descubre que, por las malas razones,
esto empieza a dar algún rédito político. Porque se trata de reproducir Braden o Perón; Patria o Buitres...
-Hay encuestas que
dicen que CFK ha recuperado imagen a partir de este planteo.
-Depende, hay encuestadores que dicen que no es cierto...
Pero si lo fuera; la demagogia rinde frutos en el corto plazo. Las
consecuencias se van a hacer sentir, porque va a aumentar como está aumentando
la inflación, seguir cayendo las importaciones, estamos pendientes de cómo se
va a comportar el agro que este año no va a tener el desempeño que tuvo antes.
Estamos colgados del pincel y hacemos alarde.
-¿Cómo cree que va a
terminar su mandato la Presidenta?
-No me parece que vaya a terminar en una forma catastrófica,
porque la Argentina está bastante sólida y el Gobierno está haciendo emparches
continuos para sostener al máximo posible el empleo y el ingreso de los
sectores más pobres, pero se le complica cada día más porque para hacer eso
tiene que aumentar cada día más el gasto público.
-¿Qué herencia cree
va a dejar?
-Va a dejar un país muy debilitado, muy vulnerable y con un
lastre de cuentas pendientes que va a tener afrontar el próximo gobierno. Estos
movimientos pendulares solo se van a terminar cuando la política tome las
riendas para hacer un cambio en la matriz productiva del país.
-Un sector del
kirchnerismo quiere a Kicillof como sucesor de Cristina. ¿Cómo lo ve?
- Sí, a lo mejor lo llaman a Messi para que sea el
candidato, tiene una importancia menor. De la misma manera que ahora han ungido
a Kicillof, a pesar de su carencia de experiencia política y sus
contradicciones, porque sin duda es un buen profesor de Ciencias Económicas,
pero con esto no alcanza. Y si ahora lo quieren hacer encima candidato a
Presidente y él deja que lo hagan... Porque también está la posibilidad de decir
no, esto me queda grande, no voy a ser
títere de nadie. Sería
la manera de empezar a recuperar algo de una moralidad pública
que está tan dañada.
-El Gobierno anunció
la aplicación de la ley antiterrorista a la imprenta Donnelley y después dio
marcha atrás. ¿Por qué se empeñan en crear zozobra económica?
-Es la línea Braden o Perón.
Tratar de hacer lo que se pueda para quedar como los héroes
de una instancia épica y con eso tapar lo que no se
ha hecho. No defiendo a esta empresa, pero que no hay estímulos para inversiones, no los hay. Una cuestión fundamental
para empresarios de cualquier pelaje es la previsibilidad.
-La última: usted
siempre hace hincapié en diferenciar los gobiernos de Néstor y de Cristina...
-Sobre todo después de la desaparición de Néstor, ahí vino
el encierro. No hay duda de que, por derecha o por izquierda, la Presidenta ha
amasado una fortuna considerable, incluso siendo mujer y madre. Yo no conozco
una sola obra filantrópica que haya realizado. El presidente de Uruguay dona su
sueldo porque dice que con lo que gana su esposa como senadora le alcanza para
vivir. Evita hizo la Fundación Evita. Yo desearía que, por lo menos, la
Presidenta en el último año de su gestión done parte de su fortuna para toda la
gente que ha sido empobrecida en los últimos años.
0 comments :
Publicar un comentario