Por Gabriel Profiti |
Después del golpe que significó la muerte de Néstor
Kirchner, la Presidenta y el Gobierno viven las horas más difíciles desde su
llegada al poder.
Primero la Justicia estadounidense acercó al abismo la
reestructuración de la deuda externa y ahora el juez federal Ariel Lijo abrió
un dilema institucional inédito en la Argentina: el procesamiento del
Vicepresidente.
Pese a que ambas resoluciones eran esperadas, no dejan de
ser delicadas para el país, cuando restan 17 meses para el fin del mandato de
Cristina Kirchner y con una economía en boxes.
La Presidenta ahora se ve en la necesidad de tomar
decisiones complejas. ¿Sostendrá a su vicepresidente? ¿Hará caer en saco roto
todo lo actuado para regularizar el frente externo?
El viernes por la noche y con Boudou en Cuba, Lijo procesó
al vice y al resto de los imputados de la causa Ciccone por "cohecho y
negociaciones incompatibles con la función pública".
Según la presunción del juez, "el Vicepresidente junto
a José María Nuñez Carmona, habrían adquirido la empresa quebrada y monopólica
Ciccone Calcográfica, mientras Boudou era ministro de Economía, a través de la
sociedad The Old Fund y de Alejandro Vandenbroele, con el fin último de
contratar con el Estado Nacional la impresión de billetes y documentación
oficial".
El procesamiento no implica culpabilidad pero exhibe el
convencimiento del juez en una línea de investigación. En la resolución el
magistrado incluyó el presunto delito de cohecho.
La Presidenta pareció actuar de manera premonitoria al
encumbrar al radical Gerardo Zamora como presidente provisional del Senado,
número tres de la jerarquía institucional.
Ahora se sabrá si la designación del ex gobernador
santiagueño obedece a una salida de Boudou o no. Varias voces del oficialismo
ya habían recomendado que diera un paso al costado para descomprimir la tensión
y evitar que el golpe se lleve puesto a todos los candidatos cercanos al
Gobierno. En principio, lo sostendría.
Más claro parece el rol que asumirá la oposición ante un
caso emblemático: pedirá la cabeza del vice y pondrá a la corrupción en el
centro de la campaña política. Hasta Sergio Massa, que venía ocupado en otros
menesteres, hizo eje esta semana en ese aspecto, más explotado por el Frente
UNEN.
Deuda eterna
Otra pulseada abierta es la que se disputa en el juzgado de
Thomas Griesa. Allí el Gobierno asumió en las últimas horas un discurso y plan
de acción aguerridos.
El compadreo oficial parece destinado a forzar una
negociación con los fondos buitre en mejores condiciones que la establecida por
los sucesivos fallos adversos de la justicia estadounidense.
Pero la estrategia bordea una cornisa peligrosa. Un
comunicado del Ministerio de Economía llegó a acusar al juez de abuso de
autoridad luego de que bloqueara el pago realizado a los bonistas
"reestructurados" -aquellos que entraron a los canjes de deuda de
2005 y 2010- sin incluir a los "holdouts".
Sin embargo, no serán todas malas para Cristina en julio. En
medio de la pulseada con los fondos buitre, recibirá en la Casa Rosada a dos
peso pesado de la geopolítica mundial, los presidentes de China, Xi Jinping y
de Rusia, Vladimir Putin.
Esas visitas servirán para exhibir una vez más la
solidaridad de buena parte de la comunidad internacional con la Argentina en
este pleito, pero especialmente del mundo emergente, ya expresada por el grupo
G77 + China, la Celac, la Unasur y el Mercosur.
Ambos llegarán procedentes de Brasil donde se realizará la
cumbre de los BRICS, apenas concluya la Copa del Mundo de fútbol. Putin lo hará
antes del encuentro y Xi después.
Hasta allí podría ir también Cristina Kirchner, luego de
haber sido invitada de manera unilateral por Rusia, aunque esa presencia no
estaba completamente definida.
Al parecer el canciller ruso Sergei Lavrov se apuró en
comunicar esa invitación por Twitter luego de reunirse con su par Héctor
Timerman, aunque lo cierto es que Brasil aún no formalizó el convite para la
Argentina en condición de "observador" y ahora lo haría junto al
resto de los países de la Unasur.
Rusia necesita mostrar cobijo internacional en plena tensión
con Estados Unidos y Europa por la situación de Ucrania y en el Gobierno
argentino reconocen que este acercamiento genera cierto debate porque tiene sus
pro y sus contras.
Como sea, la llegada de Putin el sábado 12 es un aliciente
político y permite avanzar en las políticas de diversificación comercial,
nuclear y energética.
Una semana después del presidente ruso desembarcará el chino
Xi Jinping, a diez años de que lo hiciera su antecesor Hu Jintao en aquel
recordado encuentro con Néstor Kirchner.
Según pudo averiguar este columnista de fuentes
diplomáticas, como en aquella oportunidad se prepara una visita
"histórica", que incluirá anuncios y un plan de acción conjunta.
Xi llegará el sábado 19. A primera hora de la tarde tendrá
un encuentro con Cristina en la Casa Rosada, donde firmarán convenios políticos
y comerciales, luego será agasajado con un show folklórico en Luján y
finalmente será huésped de una cena de honor que se organizaría en la
Cancillería.
Los presidentes sellarían el inicio de las obras para las
represas de Santa Cruz, Néstor Kirchner y Jorge Cepernic y también para la
reconstrucción del Belgrano Cargas.
Además, se sigue negociando la renovación del "swap de
monedas" entre los bancos centrales de ambos países por el equivalente a
U$S 10.000 millones, que ya funcionó entre 2009 y 2012, aunque no serviría como
salvaguarda de las reservas internacionales del país.
Horas antes, el viernes llegará una misión china con 180
empresarios de las ramas de la Energía, Minería, Infraestructura, Transporte,
Cultura, Educación, Alimentos y Bebidas. Participarán de un foro empresarial
junto a otra delegación hombres de negocias de la Argentina en un hotel
céntrico porteño.
"La parte china estima que habrá contratos por 500
millones de dólares", señaló una fuente abocada a la organización del
encuentro, quien no obstante señaló que lo más importante será el camino
comercial que se podrá recorrer a posteriori.
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