lunes, 9 de junio de 2014

Entrevista a Arturo Pérez-Reverte

"Rajoy y Cristina son analfabetos con la osadía de la ignorancia”

Tras ejercer como corresponsal de guerra durante 20 años, el escritor reinventó el género de aventuras. Es uno de los principales referentes de la lengua española. Y el más irreverente. Porqué piensa que “si la Argentina se hubiese dejado invadir por Inglaterra, hoy sería feliz”.

Arturo Pérez-Reverte es el mismo hombre. Es aquel de talante duro, mirada aguda y andar elegante que, durante 21 años, esquivó, con destreza, las minas que podrían haberle hecho volar las tripas cuando era un joven corresponsal de guerra. 

Es el reportero gráfico devenido en novelista aventurero, solitario y navegante, que traza su vida como si toda ella no fuera otra cosa que una partida de ajedrez. Es el intelectual irreverente que, desde su cuenta en Twitter, arremete enfurecido, en una suerte de “ejercicio higiénico”, contra la dirigencia política, la modernidad, Europa y las banalidades cotidianas. Es el escritor de lengua incisiva que, cual compadrito de antaño, no vaciló en afirmar, con cierto sentido desafiante, que el mismísimo Jorge Luis Borges había sido un gilipollas por su falta de amabilidad hacia lo español. Y es, también, un alma compasiva, enternecida por los perros que, también desde la red de microblogging, se solidariza con refugios caninos y postea imágenes de cachorros (y no tanto) que necesitan un hogar.

Miembro de la Real Academia Española, con 29 libros publicados, y traducido a varios idiomas, Arturo Pérez-Reverte se convirtió en un best seller con Las aventuras del capitán Alatriste, una saga en 7 entregas que incluso llegó a la pantalla grande: protagonizada por Viggo Mortensen, se convirtió en una de las películas más caras del cine español (24 millones de euros).

Mano a mano

Invitado a participar de la 40º edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, conversó con Clase Ejecutiva sobre las aristas de la actualidad que lo interpelan tanto –o más– que cuando estaba en las trincheras.


-Ha dicho que la Argentina le genera sentimientos muy ambivalentes. Mucho amor, ¿mucho odio? ¿Por qué?

-No, odio nunca he sentido. He sentido amor y he sentido desdén, furia. Una de las muchas guerras en las que me tocó trabajar –en 21 años de coberturas– fue la de las Malvinas. Estuve aquí, la viví muy de cerca. Siempre procuré ser un reportero distante, nunca sentirme comprometido sentimentalmente con el trabajo que hacía, pero en la Argentina fue distinto. En la guerra, los que morían eran chicos que se llamaban Sánchez, Fernández, gente de mi misma franja racial, cultural, lo que quieras llamar. Y yo quería que ganaran... Pero era un problema porque “si ganan –pensaba– el cabrón de Galtieri va a ganar. Pero si pierden, van a perder”. Entonces, era una especie de ambivalencia terrible que viví en esa época. Pero hubo un día que me hizo ver lo que era la Argentina, el lado malo, digamos. Caminaba por la calle Florida desde mi hotel, el Sheraton. Y ese día se jugaba un partido de fútbol por el Mundial, en España. Recuerdo que había estado en contacto con Puerto Argentino: combates, muertos tal, tal y tal. Y, de repente, escuché: “¡Goooooooooooooooool!”. Y aquí estaban hablando de fútbol. Esa es la Argentina que me hace sentir mal, incómodo, que me entristece.

Lea la entrevista completa en www.documentos-de-agensur.blogspot.com

0 comments :

Publicar un comentario