Por Relato del Presente
Anda en moto como la mitad del país, toca la guitarra más o
menos, como casi todos, le gusta la noche como a todos, y se apendeja a los
cincuenta años, como todos. El factor diferenciador de Boudou es la calidad de
sus gustos: no todos los días te cae en Villa Obrera un universitario rubio de
ojos celestes montado a una Harley-Davidson para pedirte que lo votes.
A este payaso lo presentaron como el “economista con onda”.
Porque lo que importa no es saber qué hacer, sino mandarse las cagadas con
onda. Cuestión de perspectivas, a Cristina le gustó el camino tomado y así
eligió a los sucesores del exministro: porque parecían jóvenes y con onda.
Sonriendo como adolescente en cabarulo con cuenta corriente,
Boudou fue elegido a dedo y sin consenso del oficialismo. Así y todo, ya
impuesto el paradigma de la mística militante televisiva tras la muerte del
Estadista de la balanza billetera, Aimée fue aceptado, vitoreado y apoyado por
el grueso de los que consideran que militar no es adherir desde la
individualidad del pensamiento crítico, sino obedecer a la patrona sin
miramientos.
Al votante raso rara vez le importa quién va de
vicepresidente. Para que llame la atención, tiene que ser lo suficientemente
impresentable como para opacar la imagen del candidato a Presidente. A los
militantes, en cambio, les importa sólo en función del boludeo fantasioso: si
él pudo, cualquiera puede.
Boudou es tan berreta que sólo podía ser producto del kirchnerismo.
Un economista liberal, de militancia universitaria derechista, auténtico banana
disco de la noche marplatense ochentosa que nunca en su puta vida pudo encarar
un negocio sin fundirlo y que llegó a las esferas de poder a fuerza de cagar a
sus padrinos, para pegar el salto final ofreciéndole al gobierno lo único que
siempre les interesó: caja. En el caso de Amado, la consiguió reventando los
ahorros jubilatorios de personas que eligieron seguir en el sistema de
capitalización privada, casualmente, durante este mismo gobierno.
Cuando estalló el escándalo Ciccone, el vicepresidente ya
hacía historia con los billetes de Evita, los primeros en contar con la firma
de su fabricante. Pronto, los culpables del quilombo no serían ni Boudou, ni
Cristina, ni Echegaray, ni el difunto expresidente, sino la prensa.
Pero el vice es tan barato que podría considerarse un
kirchnerista de outlet, como D’Elía, de quien lo diferencia el lenguaje y la
paleta de colores dérmica. Varios se quedaron boquiabiertos cuando lo escucharon
hablar de mafias, esbirros y corporaciones. Muchos cayeron en la cuenta que el
discurso era el mismo que el del resto del oficialismo, solo que a Boudou no le
da ni para aplicarlo sin quedar como un pelotudo.
Esta mañana, Agustín Rossi volvió a utilizar el mismo
argumento jeropa de siempre: Boudou soportó 300 tapas en contra. Víctor Hugo
también culpó a la prensa opositora, porque la culpa no es de los
impresentables que fabrican los mismos billetes que se chorearán -una técnica
que debería ser patentada como otro gran invento de las pampas- sino de quienes
lo señalan.
La idea resultaría psicopática paranoide, pero tan sólo es
delirante: todos deberíamos quedarnos callados frente a un escándalo de una
quiebra fraudulenta forzada por el Estado para la adquisición de particulares
de una imprenta a la cual se la contrataría para la fabricación de papel moneda
de curso legal. Y deberíamos quedarnos callados en función de no hacerle daño a
El Modelo de concentración de riqueza con limosna social y base en matriz
imprentera.
El concepto que nunca entendieron es el mismo de siempre:
pueden decirnos en qué pensar, más nunca cómo pensarlo. Solo en cabezas
limitadas puede entrar esta idea trasnochada de que a Boudou se lo cargan
porque un Juez Federal, un Fiscal, tres camaristas, otros tantos de Casación y
todos los testigos fueron hipnotizados por los periodistas para que todos se
confabularan en contra de un payaso.
Hubo otro mamerto que levantó sospechas contra el Juez Lijo
por utilizar la indagatoria de Boudou como aguja para pinchar el globo de la
felicidad de ayer, en la que Cristina inauguró unos caños cloacales por cadena
nacional y celebró que pagaremos en cash la deuda del Club de París.
Es el problema del fin de ciclo: que parece una fábrica
recuperada. Lo que antes era una empresa a todo culo, quedó manejada por
aquellos a los que no les dio el cuero para conseguirse un curro mejor.
Deberían llamarse Kirchnerismo Recuperado por sus Monotributistas, o algún otro
nombre por el estilo como para darle sentido a ese devenir permanente del
aplauso bobo.
Dólar blue contra dólar oficial; artistas K vs. periodistas
nafteros; diez por ciento más rico contra 10 por ciento más pobre. De todas las
brechas que existen, la más interesante y menos estudiada es la de la imagen
kirchnerista: lo que ellos creen que son y lo que en realidad demuestran.
Con plata sumaron a los más vivos, con discurso convencieron
a los más boludos, y ambos pilares sostienen la revolución oral. Mientras
tanto, Clarín sigue vivito y coleando, Papel Prensa quedó en el olvido, de los
hijos de Ernestina nadie se acuerda -como era hasta antes de 2008-, someten las estadísticas al FMI, lloran al
presidente de Estados Unidos para que nos apoye frente a la Corte de su país, y
arreglan la deuda de Aramburu con el Club de París con el único fin de
conseguir financiamiento a tasas aceptables.
Si tuvieran huevos explicarían dónde estaba el amor
recíproco de la Patria Grande cuando aceptaron el financiamiento venezolano al
15%, si los cipayos entes crediticios internacionales nos bancan al 3%, pero no
son de dar explicaciones.
Transaron con los capitales internacionales, minaron el
Poder Judicial de adeptos, contrataron a los socios, le dieron laburo a los
amigos, manejaron a discreción los fondos coparticipables, construyeron
viviendas, centraron la economía en el patrón de referencia internacional, se
nutrieron de las exportaciones agropecuarias, utilizaron la asistencia social
como parche para que no se notara que hacían agua, fueron dialoguistas con los
amigos e implacables con los enemigos, disfrazaron de batallas épicas meros
actos administrativos. Nada que no haya hecho, en mayor o menor medida,
cualquier otro gobierno, y encima lo hicieron mal.
Son un gobierno mediocre, pasatista, improvisado, mersa y
berreta. Si no fuera porque batieron la totalidad de récords olímpicos en todas
las categorías de choreo, sólo quedaría eso: un rejunte de torpes voluntariosos
que, bajo los disfraces de grandes próceres, pretenden disputar el podio de la
historia -y la historia misma- sin haber hecho otra cosa que boquear y oficiar
de policías ideológicos de propios y ajenos, y que no temen al ridículo, como
lo demostró Orlando Barone cuando quiso correr por izquierda a Martín Caparrós
en vivo.
Y si hubo un factor diferenciador para sobresalir del resto
de la mediocridad, es el hecho de haber llevado adelante esta gestión pedorra
con las mejores condiciones económicas internacionales, nacionales,
climatológicas y hasta sobrenaturales, porque el ojete que han tenido para que
la cantidad de muertos no fuera diez veces mayor, no lo ha tenido nadie en la
historia.
Tuvieron hasta los sindicatos a favor, los dólares
ingresaron de a miles de millones, China fue una lombriz solitaria de la soja,
el petróleo se disparó a niveles pocas veces vistos y el oro batió récord
internacional. Al campo se lo pusieron de culo, la política hidrocarburífera
pasó de la exportación a la importación en solo un año de intervención de
Moreno, y el oro se lo entregaron a las multinacionales, garantizándoles la
represión a cuenta del Estado.
Y en eso también tienen culo. Porque si tomamos los índices
de 2003 y los de 2014, el balance da mediocre, medio pelo, de piloto
automático. Pero cuando uno ve la guita que entró y lo que se hizo con ella, no
queda otra que decirles fracasados.
Se merecen pasear por tribunales del mismo modo que nosotros
nos merecemos estar como estamos. Ellos por mersas, brutos e ignorantes hasta
para el choreo -hay que hacer mérito en la idiotez para que una quiebra
fraudulenta la manejen por expediente- y nosotros por votar como el orto,
incluso los que nunca votamos al oficialismo.
Porque ha quedado claro también que, dentro de ese ojete
único del kirchnerismo, también existió una oposición acorde al nivel de
inoperancia supina que, por temor a perder votos de quienes jamás los votarían,
han caído en todas y cada una de las trampas del kirchnerismo, sea por interés,
sea por engaño o, sencillamente, por boludos.
Sólo así se explica que hayan votado y apoyado delirios
nacionalistas y populistas como los que apoyaron. Y en esta no se pueden hacer
los boludos: el que no votó por YPF, votó por Aerolíneas y el que no, lo hizo
por la Universidad de la Madres. Y los pocos que no votaron por ninguna de
estas, sí lo hicieron por esas medidas que utiliza como caballito de batalla el
gobierno para pegarles. En once años vivieron llorando que el oficialismo los
trataba de gorilas, cuando ustedes acompañaban medidas fundamentales. Once años
llorando una y otra vez, de sesión en sesión.
Y hoy vienen marcando la diferencia entre los que formaron
parte del gobierno, los que acompañaron tibia o activamente alguna de sus
medidas, y los que del Gobierno sólo critican las formas y no las políticas,
demostrando que no les molesta el kirchnerismo, sino los kirchneristas.
Boudou no nos salió caro, nos salió regalado en función de
todo lo que pasó. Y en esa, tenemos culo todos.
Viernes. “¿A quién va
usted a creer, a mí o a sus propios ojos?”
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es una gran verdad lo que escribes lo que pasa que no tienen conciencia ni memoria se dan vuelta en el aire todos no conocen la dignidad eso es para nosotros que la peleamos todos los dia
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