viernes, 16 de mayo de 2014

Obama invita a todos menos a Cristina

Por Ana Gerschenson
Eduardo Duhalde y Cristina Kirchner son, hasta el momento, los únicos dos presidentes argentinos que no fueron recibidos por la Casa Blanca durante sus mandatos, desde el restablecimiento de la democracia en 1983. Duhalde había tenido vínculos ásperos con Estados Unidos desde sus épocas como gobernador bonaerense, y la Presidente se encargó de mantener las tensiones discursivas con Washington como marca progresista de su gestión.

Sin embargo, muy distinta ha sido la actitud de los mandatarios identificados con la centro izquierda de la región en la última década. De hecho, esta semana José Pepe Mujica viajó a Washington y fue alabado por su colega norteamericano Barack Obama. Michelle Bachelet, en tanto, a dos meses de asumir su segundo mandato, ya tiene en agenda su segunda cita con Obama para el próximo 30 de junio.

Mujica tiene credibilidad en el mundo y es un líder a lo largo de todo el hemisferio, dijo Obama sobre Pepe, en el Salón Oval. Pepe no es un dirigente precisamente de centro derecha. No sólo pertenece al sector de izquierda del Frente Amplio, sino que sufrió 11 años de cárcel por su participación en el movimiento guerrillero Tupamaros, durante la dictadura militar uruguaya. Ese hombre esta semana estuvo sentado frente a Obama, haciendo bromas sobre la cantidad de canas que tiene el estadounidense, y hasta con aclaraciones pragmáticas: No aflojé nada con el imperialismo, estoy tratando de vender unos kilos más de carne.

La chilena Michelle Bachelet asumió su segundo mandato el 11 de marzo último, y a principios de mayo Estados Unidos oficializó la que será la segunda visita de la Presidente a Washington. Chile ha tenido históricamente relaciones fluidas con la Casa Blanca. Incluso para una mandataria identificada con la centroizquierda, que no percibe como una concesión ideológica la cercanía de su país con el Gobierno estadounidense.

Lo mismo sucede con la brasileña Dilma Rousseff, quien ha tenido rispideces con Obama, episodios fuertes que siempre se mantuvieron dentro del juego diplomático. Dilma también participó de grupos izquierdistas en las épocas oscuras de la dictadura brasileña. Y, como militante estudiantil, fue torturada y encarcelada durante tres años.

Es sabido que Brasil pretende erigirse como potencia mundial en la arena internacional, más allá de América del Sur. Y este ha sido el objetivo de Rousseff desde que heredó el mando de la mano de Lula Da Silva, más preocupado por el liderazgo regional de su país.

En ese contexto es que viajó a la Casa Blanca en 2012 invitada por Obama, aunque rechazó el segundo convite del norteamericano el año pasado, en protesta por las develaciones sobre el deliberado espionaje que llevó adelante Estados Unidos sobre diferentes gobiernos.

El caso de Cristina Kirchner es diferente al de todos. Comenzó con el episodio nunca aclarado sobre una valija con u$s 800.000 que fueron ingresados sin declarar por el venezolano Guido Antonini Wilson y que supuestamente iban a financiar su campaña presidencial. La Presidente vio en el escándalo la mano negra de Washington y presentó una queja diplomática formal ante el Departamento de Estado, debido a que la causa avanzó en los tribunales norteamericanos.

En el aniversario del primer mandato de Obama, Cristina expresó su decepción pública por el tono de la gestión del mandatario demócrata, y terminó de consolidar los desencuentros en 2011 con el decomiso del avión militar estadounidense que aterrizó para participar de acciones conjuntas con el Ejército argentino, y que fue abordado por el propio canciller Héctor Timerman bajo la acusación de contrabando de armamento militar.

El cóctel diplomático se completa con la alianza personal y política que la Argentina kirchnerista selló con Hugo Chávez desde el 2003. Y que incluyó la admitida burla pública de Néstor Kirchner y el venezolano cuando el ex presidente George Bush vino a la Cumbre de las Américas en Mar del Plata.

Lo cierto es que los años pasaron y aunque lo intentó con persistencia, a Cristina no le llegó la invitación tan deseada para visitar la Casa Blanca, como sí lo había hecho su marido presidente apenas asumió en 2003.

¿Por qué el rechazo? El ex embajador en Estados Unidos, Eduardo Amadeo, lo explica así: La Argentina no es un país confiable para los Estados Unidos y el temor es que la visita pueda terminar de manera abrupta, porque para Cristina la diplomacia es una herramienta de la política interna.

Ya en el último tramo de su mandato, la Presidente decidió camporizar la relación bilateral. Removió al ex embajador Jorge Argüello -de impronta dialoguista- y designó a Cecilia Nahón como embajadora en Estados Unidos, encargada básicamente de llevar un discurso explicativo de "la década ganada" frente al gobierno de Obama.

Esta semana, incluso, en la conferencia conjunta que brindó junto a la primera mandataria chilena, Cristina responsabilizó a los Estados Unidos por el crecimiento del narcotráfico de la región y deslindó así la responsabilidad de su gobierno en la cuestión. Chisporroteos, tensiones, frialdad diplomática y una invitación soñada al centro del mundo que, como Duhalde, Cristina espera, pero no llega.

© 3D

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