Por Jorge Fernández Díaz |
Y el piadoso vocero de Dios bajó a las cosas terrenales y
habló por fin de los críticos impíos y de la maldita oposición: "¡Ellos
son un despelote! -exclamó-. Les molesta que haya trabajo, que laburemos en los
barrios, que tengamos universidades para educarnos o un fin de semana largo.
¡Para ellos somos basura, chorros, negros!" El sumo sacerdote de la
Sedronar, convertido en iracundo arcángel de la Presidenta, se llama Juan
Carlos Molina y su alegato bíblico estremeció el alma de los diez mil militantes
kirchneristas que lo escuchaban arrobados en el Mercado Central.
Se ignora si
el padre Molina conoce los estragos que la actual política económica está
causando en el empleo y el salario. ¿Sabrá que luego de una década a tasas
chinas uno de cada tres argentinos trabaja en negro y que el 70 por ciento de
la población general gana menos de 6000 pesos? ¿Estará enterado de que una
Asignación Universal cubre sólo el 40% de la canasta oficial y apenas el 11% de
la canasta real? ¿Que uno de cada tres habitantes de nuestro país es pobre y
que 2.200.000 chicos pasan hambre? Tampoco se sabe si por
"universidades" se refiere a las múltiples que se abrieron con metas
altruistas, pero que se utilizan con turbios objetivos de propaganda y
adoctrinamiento en el conurbano, o a la Universidad de la Madres, a la que
luego de un oscuro desquicio financiero intentan ahora estatizar para salvar a
Hebe del infierno. En cuanto a los fines de semana largos, al igual que la
inflación, la Argentina bate récords mundiales, pero se desconoce por qué ese
guarismo extasía tanto al hombre del púlpito, que lo menciona como si se
tratara de la multiplicación de los panes y los peces.
También es extraña la alusión al "trabajo en los
barrios". Nadie puede estar en desacuerdo con que se realicen tareas
sociales de manera efectiva y transparente. Pero el concepto general de los
kirchneristas es el clientelismo rapaz. Y la metodología específica del
neocamporismo replica la vieja idea setentista del copamiento. Se apoderaron
autoritariamente de los mejores cargos de la administración pública, y más
tarde se metieron con dinero y ansias de mandar en todas las asociaciones y
resquicios de la sociedad, y se dedicaron a dividir para reinar, siguiendo las
fraternales directivas de Néstor. Un buen ejemplo de este modus operandi puede
apreciarse en el club Olimpia de Los Hornos, que mostró por televisión Jorge
Lanata. Se trata de una esforzada entidad barrial que se mantenía sólo a
pulmón. Hasta que de pronto alguien asoció a cien militantes y logró así la inmediata
mayoría para copar el club, enfrentar a los socios y convertir el lugar en una
unidad básica. A los chicos de la comunidad los llevan en excursión a
Tecnópolis, pero los obligan a vestir camisetas de La Cámpora.
Ese drama pequeño pero simbólico tiene un inevitable aire de
familia con Luna de Avellaneda. La película de Campanella denunciaba cómo la
cultura menemista arrasaba con un club en nombre de un negocio privado: un
casino. Los inescrupulosos se salían con la suya, pero al final los protagonistas
intentaban esperanzadoramente crear un nuevo club desde cero. Una posible
secuela podría tratar sobre las penurias que viven ahora esos mismos vecinos
para mantener en marcha el sueño y cómo cien "muchachos bien" con
plata del poder vienen a tomarles el predio, a colonizarlos y a combatir a los
que se resisten. Un peronismo los devasta y, doce años más tarde, otro
peronismo vuelve para completar la demolición.
Habló también en esa misa de la militancia, donde el slogan
vacío se hizo dogma irreductible, el monaguillo Aníbal Fernández, que despreció
a Borges para después señalar: "La grieta existe desde siempre porque hay
un campo nacional y un campo oligárquico, y nosotros tenemos que hacer crecer
esa grieta". También se ignora en qué vereda deberíamos ubicar su
deslumbrante BMW. Quizás el senador podría quedarse en un lado y dejar
estacionado su auto en el otro. Eso sí: bien cerrado y con alarma para que los
ladrones fantasmales de la sensación de inseguridad no se lo birlen por segunda
vez. Y de paso, una duda cruel: ¿en qué campo colocaríamos a los ilustres
multimillonarios del gabinete nacional, que pernoctan en Puerto Madero o en
barrios privados, que poseen empresas, estancias y aviones, y que critican a la
oligarquía mientras forman parte entusiasta de ella?
Todo les parece preocupante a los profesores de Carta
Abierta, salvo el escandaloso crecimiento patrimonial de sus líderes. Claro, el
magisterio de Néstor se ha hecho carne: para estar en política hace falta
dinero. ¿Y quién dijo que para pensar bien hay que vivir mal?, como se
preguntaban algunos opulentos integrantes del Partido Comunista.
La corrupción, por supuesto, tampoco les mueve un pelo a los
militantes de la causa, para quienes el fin justifica los medios. Si alguien
hiciera un sondeo sobre esa menudencia entre las organizaciones que asistieron
al plenario del Mercado Central surgiría que éste es un gobierno inmaculado y
que todo es un invento de los medios hegemónicos. Sería interesante, ya que
estamos, preguntarse cómo se financian las frenéticas agrupaciones Martín
Fierro, Movimiento Evita, Kolina, Miles, Nuevo Encuentro, La Cámpora, Unidos y
Organizados, Peronismo Militante, Frente Transversal, Tupac Amaru, La
Corriente, Vatayón Militante, Proyecto Nacional, La Simón Bolívar, Aníbal Regueiro,
Eternauta, Movimiento Peronista Auténtico Néstor Kirchner, La John William
Cooke, Néstor Vive, Movimiento Mayo, Uturuncos Secundarios, Los Hijos de Juana,
Socialistas para la Victoria y el Sindicato Argentino de Trabajadores
Horticultores y Agrarios.
Es raro no encontrar entre ellas a Justicia Legítima. Tal
vez tenga que ver con cierto pudor judicial, o con el hecho de que muchos de
sus miembros rechazan la posibilidad de quedar encuadrados como simples
kirchneristas. No han surgido, no obstante, voces desde ese colectivo que
cuestionaran el impresionante copamiento del Poder Judicial por parte de
activos agentes del Gobierno y tampoco los denodados esfuerzos contra reloj que
efectúan algunos de sus propios colegas para desmontar las causas que involucran
a los más encumbrados referentes del movimiento nacional y popular.
Esta faena de barrido y limpieza que se realiza bajo las
narices saturadas de la opinión pública podría, sin embargo, traer algunos
dolores de cabeza a los lavanderos. Sobre todo si el nuevo gobierno pone en
práctica una Conadep de la corrupción, idea que por ahora sostiene de manera
solitaria el Frente Amplio. Nada ha dicho sobre esta revolucionaria decisión el
candidato que va al tope de todas las encuestas: Sergio Massa. Quien calla,
otorga. En coincidencia con eso, como si hubiera un inconsciente freudiano de
la política, esta semana Justicia Legítima le sirvió en bandeja al diputado más
carnaza de la que alimentarse. Dos fiscales de Gils Carbó criticaron sin
nombrarlo a Massa en la Feria del Libro y le hicieron un tremendo favor al
sugerir que es injusta la frase "quien las hace las paga" y al
proclamar que cualquier "castigo es una solución irracional, una
trampa". Citas piantavotos que sólo pueden saborear los fanáticos y acaso
los delincuentes. Los fiscales progres no podrían explicarles esas
extravagancias al proletariado ni a los sufridos vecinos de las barriadas
pauperizadas, donde cunden el miedo y la ley del western. A los militantes del
Mercado Central seguro que sí, pero a los humildes no les hace ninguna gracia
la tilinguería.
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