Con resistencia de la
Argentina, el bloque sudamericano se dispone a cerrar esta semana la oferta que
presentará al "viejo continente" en junio próximo.
Por Javier Alvarez
Técnicos de los gobiernos que conforman el Mercosur
intentarán esta semana en Montevideo terminar la oferta que se presentará en
junio a la Unión Europea para alcanzar un tratado de libre comercio, una idea
que no convence del todo a la administración de Cristina Kirchner.
Enemiga del libre comercio y fanática de las regulaciones
comerciales, la presidenta Cristina Kirchner decidió que el país se sumará a la
iniciativa siempre y cuando esta no comprometa a los productores de bienes
primarios y manufactura de la Argentina, ante fuerte presiones de Brasil y
Uruguay para avanzar.
Según trascendió, el Mercosur aceptaría reducir o eliminar
los aranceles de importación y exportación con la Unión Europea en los rubros
de carnes, frutas, hortalizas, vegetales, trigo, lácteos, vinos,
electrodomésticos y autos, todos sectores sensibles para la economía argentina.
Cristina llamó recientemente a su par brasileña Dilma
Rousseff para aclarar su posición y sostuvo que el acuerdo debe contemplar las
fuertes asimetrías y necesidades del Mercosur respecto de la Unión Europea, que
ahora transita su peor crisis desde su "gran ampliación" diez años
atrás.
En la Casa Rosada aún prima el descontento y el malhumor por
la decisión del bloque europeo en octubre de 2013 de imponer aranceles a las
importaciones de biodiesel de Argentina, al acusar al país de vender el
combustible a precios injustamente bajos e incurrir en "competencia
desleal".
El Gobierno argentino exige a sus pares de Brasil, Uruguay y
Paraguay (Venezuela quedará al margen de las tratativas) que haya una revisión
actual de las condiciones macroeconómicas de ambos bloques comerciales para no
negociar el tratado sobre la base de pautas relevadas entre 2000 y 2004 cuando
se cortó el diálogo que fue retomado recién en 2010.
La mandataria entiende que antes de concluir en un argumento
que justifique la necesidad de un tratado de libre comercio, los países del
Mercosur deben analizar conjuntamente la situación de sus propias economías,
que fueron sacudidas desde 2008 por la onda expansiva de la crisis en los
Estados Unidos y Europa.
Debido a la preocupación que le generan las presiones de los
socios comerciales, la jefa de Estado le pidió a Miguel Angel Pichetto que
apure en el Senado el pliego de Juan Manuel Abal Medina como nuevo embajador
ante la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur y la fecha de
tratamiento sería el miércoles 7 de mayo.
Por otro lado, según dijeron fuentes oficiales a Noticias
Argentinas, la mandataria está analizando realizar un viaje al "viejo
continente" para limar algunas asperezas antes de junio tras la invitación
en marzo último de Antonio Tajani, vicepresidente y comisario de Industria y
Emprendimiento de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE.
En Brasilia entienden que el objetivo de todos es el mismo
(más demanda externa para impulsar la producción y el empleo), pero el
pensamiento económico tiene un enfoque muy distinto al de la Casa Rosada dado
que incluso pretenden una zona de libre comercio en toda América del Sur que
incluya a México.
Esa idea es fuertemente abonada por el ministro de
Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil, Mauro Borges, un
influyente ministro de Rousseff que en paralelo negocia con Buenos Aires para
intentar solucionar las tensiones comerciales que no dan paz bilateral -como
pocas veces antes- desde fines de 2008.
Rubens Barbosa, presidente del Consejo Superior de Comercio
Exterior de la poderosa Federación de Industrias de San Pablo (FIESP), dijo que
las dificultades para cerrar una oferta para la UE están puestas en que la
Argentina "no presenta una propuesta competitiva", lo que
"genera un problemón".
El vicepresidente uruguayo, Danilo Astori, calificó el
jueves como "crucial y muy importante" para la región el tratado de
libre comercio con Europa porque, a su juicio, ayudará a resolver las
"dificultades" del bloque sureño, en especial por las "trabas
arancelarias" y la falta de un mercado común como se preveía con la
creación del bloque en 1991.
Astori reveló que Uruguay está muy atento a las ideas de
Borges, por lo que viene observando con deteniemiento las experiencias de
integración en la región como la Alianza del Pacífico, bloque integrado por
México, Colombia, Chile y Perú, y del que Uruguay, junto a otros 28 países,
participa con el estatus de observador.
El borrador del documento que se viene trabajando y tomará
forma esta semana en Montevideo contempla un acuerdo ambicioso, que cubrirá no
sólo el comercio de bienes industriales y agrícolas sino también otras áreas
como servicios, compras públicas y propiedad intelectual, entre otras
cuestiones.
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