sábado, 12 de abril de 2014

Massa y el difícil tránsito del efecto a la consolidación

La espuma de la embestida contra el Código Penal se agota ¿Cómo mantener el centro de la escena sin el anabólico de la gestión?

Por Ignacio Fidanza
Sergio Massa está frente a un real breaking point en su tránsito a la Presidencia, que no por sutil es menos contundente. El problema que enfrenta trasciende su posición en las encuestas y es de naturaleza política.

Massa encadenó, luego que empezó a bajar la espuma de su triunfo electoral, una serie de jugadas efectistas –reclamo por ganancias, paritarias docentes anticipadas, policía municipal- que llegaron al climax con la blitzkrieg contra el proyecto de Código Penal. Fue el punto más alto y más bajo de una estrategia voraz: Mantener el centro de la escena a como dé lugar.

Pero hasta Muhammad Alí, en algún momento, se recostaba contra las cuerdas. No es un secreto que en las peleas son tan peligrosos los golpes que se dan como los que se reciben. Con cada golpe se va un poco de aire.

Este es el primer problema. Los conejos se agotan. La reacción natural cuando esto ocurre –que es lo que está sucediendo ahora mismo en el Frente Renovador- es repetirse, exprimir lo que ya se sabe seco. El costo: Se pierde sorpresa, frescura y el riesgo de convertirse en spam acecha.

Se trata de un punto de inflexión porque lo que está en entredicho es la lógica. Es decir, el problema no es que este faltando lucidez para encontrar el próximo conejo, lo que se agota es el método elegido para transitar hasta las presidenciales. Siempre un paso adelante.

“Terminar con el efectismo y pasar a los temas de fondo”, afirman algunos en el massismo, para ponerle palabras al cambio cualitativo que imaginan necesario. La construcción de un perfil presidencial que ahora sume densidad. El problema en todo caso es convencer al candidato, que puede enamorarse de sus jugadas.

De hecho, ante los que deslizan la necesidad de un cambio de enfoque enarbola la contundencia de los números. "Después de lo del Código el diferencial entre imagen positiva y negativa me subió 17 puntos", sostiene. Es un argumento de peso.

Pero el lugar deseado de intentar reflejar la agenda de “la gente” es peligrosísimo. Primero porque si hay algo que no existe como tal es “la gente”. Somos como sociedad, un caleidoscopio en permanente mutación. Y en segundo lugar, el voto a Presidente es una operación complejísima, de múltiples capas, que desborda el sentido común de la encuesta del momento. En todo caso la habilidad está en sintonizar con la expectativa no dicha.

El segundo problema de Massa es operativo, pero está emparentado con las dificultades que empieza a transitar su posicionamiento público.

Luego de su triunfo en octubre dos ideas fuerzas empujaron el entusiasmo del Frente Renovador. Massa demostró que es el nuevo líder del peronismo y se inicia un movimiento que dejará como gran huérfano a Daniel Scioli, el otro peronista “que mide”, pero que fue derrotado.

La otra idea, complementaria, era: Massa ocupa el lugar de lo nuevo transversal, anclado en la gestión, que intentó encarnar Macri. Massa es la nueva especie real, el anfibio que pesca en todos los territorios: radicales, peronistas, progresistas, derechosos.

Esto no ocurrió. La sangría de dirigentes peronistas primero se ralentizó y hoy está obturada, en gran medida gracias a los buenos oficios del eterno Juan Carlos “Chueco” Mazzón, que blindó el PJ con los gobernadores.

Macri por su lado logró consolidar su espacio. Aparece con un discurso muy articulado y se mantiene firme en torno a los 15 puntos a nivel nacional.

Con un agravante para el diputado: Sus rivales gestionan los dos principales distritos del país. Un riesgo, pero también un ancla formidable para tirarle centros a la sociedad desde un lugar de impacto real. Bastó que Scioli lanzara su emergencia en seguridad, para que ocupara hasta hoy el centro de la escena. Macri dio el batacazo en Mendoza haciendo campaña con la transformación que hizo en la Ciudad, que incluye un calculado cronograma de inauguraciones y golpes de efecto de acá a las presidenciales.

O sea: ¿Por dónde va a crecer Massa? ¿Cuáles son la diagonales que le quedan libres? Hoy es el front runner, mide de 7 a 10 puntos más que Scioli, pero los problemas políticos están ahí, aunque no hayan llegado a las encuestas.

© LPO

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