La espuma de la
embestida contra el Código Penal se agota ¿Cómo mantener el centro de la escena
sin el anabólico de la gestión?
Por Ignacio Fidanza |
Sergio Massa está frente a un real breaking point en su
tránsito a la Presidencia, que no por sutil es menos contundente. El problema
que enfrenta trasciende su posición en las encuestas y es de naturaleza
política.
Massa encadenó, luego que empezó a bajar la espuma de su
triunfo electoral, una serie de jugadas efectistas –reclamo por ganancias,
paritarias docentes anticipadas, policía municipal- que llegaron al climax con
la blitzkrieg contra el proyecto de Código Penal. Fue el punto más alto y más
bajo de una estrategia voraz: Mantener el centro de la escena a como dé lugar.
Pero hasta Muhammad Alí, en algún momento, se recostaba
contra las cuerdas. No es un secreto que en las peleas son tan peligrosos los
golpes que se dan como los que se reciben. Con cada golpe se va un poco de
aire.
Este es el primer problema. Los conejos se agotan. La
reacción natural cuando esto ocurre –que es lo que está sucediendo ahora mismo
en el Frente Renovador- es repetirse, exprimir lo que ya se sabe seco. El
costo: Se pierde sorpresa, frescura y el riesgo de convertirse en spam acecha.
Se trata de un punto de inflexión porque lo que está en
entredicho es la lógica. Es decir, el problema no es que este faltando lucidez
para encontrar el próximo conejo, lo que se agota es el método elegido para
transitar hasta las presidenciales. Siempre un paso adelante.
“Terminar con el efectismo y pasar a los temas de fondo”,
afirman algunos en el massismo, para ponerle palabras al cambio cualitativo que
imaginan necesario. La construcción de un perfil presidencial que ahora sume
densidad. El problema en todo caso es convencer al candidato, que puede
enamorarse de sus jugadas.
De hecho, ante los que deslizan la necesidad de un cambio de
enfoque enarbola la contundencia de los números. "Después de lo del Código
el diferencial entre imagen positiva y negativa me subió 17 puntos",
sostiene. Es un argumento de peso.
Pero el lugar deseado de intentar reflejar la agenda de “la
gente” es peligrosísimo. Primero porque si hay algo que no existe como tal es
“la gente”. Somos como sociedad, un caleidoscopio en permanente mutación. Y en
segundo lugar, el voto a Presidente es una operación complejísima, de múltiples
capas, que desborda el sentido común de la encuesta del momento. En todo caso
la habilidad está en sintonizar con la expectativa no dicha.
El segundo problema de Massa es operativo, pero está
emparentado con las dificultades que empieza a transitar su posicionamiento
público.
Luego de su triunfo en octubre dos ideas fuerzas empujaron
el entusiasmo del Frente Renovador. Massa demostró que es el nuevo líder del
peronismo y se inicia un movimiento que dejará como gran huérfano a Daniel
Scioli, el otro peronista “que mide”, pero que fue derrotado.
La otra idea, complementaria, era: Massa ocupa el lugar de
lo nuevo transversal, anclado en la gestión, que intentó encarnar Macri. Massa
es la nueva especie real, el anfibio que pesca en todos los territorios:
radicales, peronistas, progresistas, derechosos.
Esto no ocurrió. La sangría de dirigentes peronistas primero
se ralentizó y hoy está obturada, en gran medida gracias a los buenos oficios
del eterno Juan Carlos “Chueco” Mazzón, que blindó el PJ con los gobernadores.
Macri por su lado logró consolidar su espacio. Aparece con
un discurso muy articulado y se mantiene firme en torno a los 15 puntos a nivel
nacional.
Con un agravante para el diputado: Sus rivales gestionan los
dos principales distritos del país. Un riesgo, pero también un ancla formidable
para tirarle centros a la sociedad desde un lugar de impacto real. Bastó que
Scioli lanzara su emergencia en seguridad, para que ocupara hasta hoy el centro
de la escena. Macri dio el batacazo en Mendoza haciendo campaña con la
transformación que hizo en la Ciudad, que incluye un calculado cronograma de
inauguraciones y golpes de efecto de acá a las presidenciales.
O sea: ¿Por dónde va a crecer Massa? ¿Cuáles son la
diagonales que le quedan libres? Hoy es el front runner, mide de 7 a 10 puntos
más que Scioli, pero los problemas políticos están ahí, aunque no hayan llegado
a las encuestas.
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