Por Gabriel Profiti |
El paso de un PJ K a un PJ con kirchneristas será el
camuflaje del partido fundado por Juan Domingo Perón para continuar en el poder
después de 2015, aunque aún en su versión renovada, el justicialismo va a
depender del éxito o fracaso del último tramo de Gobierno de Cristina Kirchner.
Así quedó blanqueado en la última reunión del Consejo
Nacional del partido, el jueves pasado, cuando Carlos Zannini, secretario de
Legal y Técnica nacional -y voz de Cristina Kirchner en la reunión- manifestó
que el PJ debe ser “lo más amplio posible”.
En la sede de Matheu 130, Zannini oficializó el aval de la
Casa Rosada a la estrategia montada por históricos del justicialismo para
contener a los que están y repatriar a los que se fueron.
El objetivo de fondo es ralear el armado de Sergio Massa. El
líder del Frente Renovador está al frente de las encuestas, pero la aspiración
justicialista es amalgamar su oferta entre el núcleo duro kirchnerista y los
“renovadores”. Mauricio Macri y el candidato que surja del FAP completan el
menú.
Los tiempos cambiaron y ya no hay margen para continuar con
la última versión de un PJ ultrakirchnerista. Hace dos años la Presidenta
ordenó crear una Comisión de Acción Política (CAP) -íntegramente K- para tomar
las riendas del partido que formalmente estaba en manos de Daniel Scioli.
Con esos antecedentes, Zannini había quedado como el
torpedero de la nueva movida justicialista al irrumpir sin invitación en una
reunión de gobernadores en la que precisamente se buscaba seducir a los hijos
pródigos del partido.
Allí estaba José Manuel de la Sota, quien pegó un portazo
tras la aparición del arquitecto jurídico del Gobierno y agendó luego una
reunión para el próximo lunes con Massa en Córdoba.
El nuevo esquema tendrá al frente al gobernador de Jujuy,
Eduardo Fellner, mientras que en otros cargos relevantes podrían quedar
aspirantes a la Rosada como Scioli, Jorge Capitanich, Sergio Urribarri, Juan
Manuel Urtubey y Florencio Randdazo. “Por única vez”, la conducción se elegirá
en un Congreso el 9 de mayo y no por elección de los afiliados.
De todos modos, la mayor expectativa ahora está concentrada
en ver cuán exitoso será el trabajo de “ampliación” que asumieron el histórico
armador del PJ Juan Carlos “Chueco” Mazzón, el gobernador de San Juan, José Luis
Gioja y Fellner.
“Hay que trabajar para la unidad”, dice a sus interlocutores
Gioja, quien ya se encuentra bastante recuperado de su accidente y el viernes
estuvo reunido en Olivos con Cristina Kirchner.
El plan consiste en armar un listado de “díscolos” y poner
en marcha el operativo seducción. Además de De la Sota en la lista están el
gobernador de San Luis, Claudio Poggi, el de Santa Cruz, Daniel Peralta, el
senador pampeano Carlos Verna y “todos los que tengan un poder territorial”.
“Lo importante es que todos jueguen acá. El que quiera ser
candidato va a poder serlo dentro de este espacio”, señala el gobernador
sanjuanino, quien también se reserva alguna posibilidad de dar un salto en
2015, aunque no muestra las cartas.
De la Sota se acercó por inercia a Massa. No obstante, a los
aperturistas del PJ, el cordobés les recordó su pertenencia peronista y su
disposición a integrarse si la Casa Rosada dejaba de discriminarlo con el envío
de fondos para Córdoba.
“El Gallego se va a parar en el medio y después verá qué
hace”, intuyó un hombre con apellido histórico en el PJ.
El caso de Poggi es particular. Estuvo a punto de ir a
aquella reunión de gobernadores en el predio de Remonta y Veterinaria del
Ejército. Tenía el aval del senador Adolfo Rodríguez Saá, pero lo bajó su
antecesor, Alberto Rodríguez Saá.
Algunos se animan a decir que Poggi se enfrentaría en 2015 a
los Rodríguez Saá, pero es un plan complejo teniendo en cuenta el predicamento
de los hermanos en la provincia.
Con el síndrome del “pato rengo” sobrevolando, la Presidenta
consintió la transformación pejotista, pero al mismo tiempo buscó por todos los
medios desacelerar la carrera por la sucesión. De hecho, le sugirió a Randazzo
que no se lanzara. El ministro es hoy por hoy una opción competitiva junto al
mejor posicionado, Scioli.
La gestión
En el PJ están entusiasmados con la nueva versión
presidencial. Consideran que el giro ortodoxo impreso a la economía terminará
arrojando resultados positivos. El punto es que la coyuntura es compleja y si
esos problemas empeoran seguramente todos ellos quedarán asociados al fracaso.
La inseguridad es la principal preocupación de los argentinos,
seguida por la inflación. La multiplicación de casos de linchamiento a
presuntos delincuentes muestra una sociedad desarticulada, en la que uno de los
emergentes es la sensación de impunidad.
Una encuesta reflejó que el 91,7% de los porteños cree que
la delincuencia está fuera de control y que en definitiva el Estado no cumple
con su rol delegado en el uso de la fuerza.
En ese marco, Scioli acentuó su postura diferenciadora del kirchnerismo.
Tras el retiro de gendarmes de Buenos Aires y la continua aparición de casos de
inseguridad, el gobernador acaba de decretar la emergencia en seguridad pública
por 12 meses.
El otro gran desvelo de los argentinos es la inflación.
Según mediciones privadas, se situará todavía por encima del 3% en marzo, y
aunque está desacelerándose, sigue alentando la conflictividad social y
laboral.
Los cortes de la vía pública en todo el país registraron en
marzo su nivel más alto desde 2010. Hubo un total de 658 piquetes, según un
informe de la consultora Diagnóstico Político.
El Gobierno ataca en dos frentes. Por un lado renovará el
plan de Precios Cuidados, y por otro trata de asegurarse que la mayor cantidad
de gremios acuerden aumentos de entre 25 y 29 por ciento. Pero al mismo tiempo,
resurgieron los reclamos para elevar el piso del mínimo no imponible de
Ganancias.
De todos estos reclamos nutre Massa su discurso para
apuntalar su candidatura.
0 comments :
Publicar un comentario