Crece la oposición al
papa en la rancia Curia romana y se aceleran los procesos reformistas de
Francisco.
Por Gabriel Conte
Oscar Rodríguez Maradiaga es el nombre del cardenal
hondureño que pasó de ser un viejo amigo de Jorge Bergoglio a transformarse en
mano derecha del ahora papa Francisco, integrante del “Grupo de los Ocho” del
Vaticano e, informalmente, en quien realiza la avanzada “bergogliana” en todos
los frentes internos de la Iglesia Católica. “Maradiaga”, como se le menciona
en los pasillos del Vaticano, obviando el primero de sus apellidos, es de los
pocos que navega alternadamente entre los asuntos de Estado y los religiosos y
representa no sólo un escudo para el papa Francisco, sino su principal espada.
Dicho esto, valga traer las declaraciones que realizó y que
grafican la situación intestina de la ciudad enclavada en Roma. “¿Qué pretende
este pequeño argentino?”, es una de las frases que Maradiaga dice haber
escuchado de algunos de los prelados más influyentes de la vieja Curia romana.
Pero eso no es todo. “Hemos cometido un error”, es otra de las reflexiones que,
en las sombras, aunque cada vez con más fuerza, constituyen una letanía
vaticana, justo desde el rincón en el que se comienzan a amontonar los
cardenales a los que el papa desplaza de importantes cargos, sustituye sin
previo aviso o simplemente, en estilo “argento”, “manda al frente” por sus
costumbres y prácticas, directamente o bien, con subterfugios; o los deja en
evidencia al romper centenarios protocolos.
Maradiaga pronunció un discurso ante sacerdotes de Florida,
en Estados Unidos, el pasado 8 de abril en donde contó estos secretos de la
lucha que se vive puertas adentro de los palacios vaticanos. Recién ahora salen
a la luz debido a que fue reflejado por la National Catholic Reporter, una
revista estadounidense especializada que accedió al texto por gestión de Thomas
Washburn, secretario ejecutivo de la English Speaking Conference (en la que
habló el arzobispo de Tegucigalpa) y lo difundió.
Bronca y aceleración
de las reformas
“Tenemos que estar preparados, ya que esta bella pero
extraña popularidad está comenzando a fortalecer fidelidades, pero igualmente
está despertando la sorda oposición, no sólo en la vieja Curia, sino también en
algunos que están preocupados de perder privilegios en el tratamiento y en las
comodidades”, advirtió el salesiano Rodríguez Maradiaga en su exposición ante
los sacerdotes estadounidenses, buscando comprensión y respaldo.
Dio a entender que la bronca surgida obliga a acelerar todos
los procesos puestos en marcha desde hace poco más de un año, pero también, que
Bergoglio necesita saber con qué apoyos cuenta dentro de la Iglesia.
Tras la ola de optimismo que generó en el mundo católico la
elección de Bergoglio y sus primeros actos, que lo ubicaron de inmediato como,
al menos, “un papa diferente” y a la vez, “esperanzador” en la adaptación de la
iglesia a la cultura de este tiempo, sobrevino este período, un año después.
Ahora, muchas veces, hay confusión en la prensa internacional por actos que se
le atribuyen y que no se puede confirmar si son reales o no e, inclusive, en
torno a propuestas de reformas doctrinarias que no se sabe si son lanzadas a
conocimiento público desde usinas favorables o contrarias a su implementación.
Maradiaga, que fue mencionado como “papable” tras la muerte
de Juan Pablo II, no está solo en su prédica en favor de la gestión de
Francisco. Pero la fuerza de la Curia romana es tan fuerte que los expertos en
información sobre el Vaticano llegaron a especular tras la renuncia de
Benedicto XVI al papado que los cardenales le “pasarían la pelota” a los
italianos, para que resuelvan ellos mismos el entuerto creado en torno a la
administración del Estado Vaticano, de su banco (el IOR) y de la propia iglesia
católica.
Pero la historia parece ponerse en negro sobre blanco, poco
a poco: como si se tratara de una de las escenas de “Habemus papa”, la película
de Nanni Moretti, la pelota rebotó en pleno juego y, ante la amenaza de que
Ratzinger dijera en términos claros por qué renunciaba, se la pasaron a ese
“pequeño argentino” cuya elección ahora creen “un error”. Amén.
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