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| Oscar Bonaldi, de 22 años, recibió una golpiza luego de ser confundido con un ladrón. (Foto: La Capital) |
Por Carmen de Carlos
En poco más de una semana, en distintas lugares de Argentina (Santa Fe, Buenos Aires, Río Negro…) los vecinos lincharon a varios asaltantes. Uno murió y otros resultaron con heridas graves. El último incidente estaba cantado. En la ciudad de Rosario la gente confundió a una pareja de jóvenes con unos ladrones y les “fajaron” (les dieron una paliza descomunal).
La combinación de miedo, hartazgo e inseguridad ciudadana da como resultado un cóctel molotov peligroso y mortal.
Sergio Massa, el candidato que -según los sondeos- ganaría la Presidencia si hoy fueran las elecciones, consideró esta tendencia de tomarse la justicia por mano propia, un efecto del país cuando, “hay un Estado ausente”. “La sociedad –añadió- no quiere vivir con impunidad”. A renglón seguido, concluyó, “la gente necesita al Gobierno garantizando el Estado de Derecho y un sistema de sanciones que reprima la conductas al margen de la ley”.
Las declaraciones de Massa tienen dos partes y ambas pueden corresponderse con la realidad. Dicho esto, la primera puede sonar a justificación, a aceptación del linchamiento como reacción comprensible de la sociedad mientras la segunda aparenta decir exactamente lo contrario, que nadie puede estar por encima de la ley.
El ex jefe de Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner, cargo que ocupó brevemente Massa, tiene unos reflejos políticos formidables. Habla sobre lo que importa en el momento que importa. Ahora, quizás, sólo quizás, debería ser más cuidadoso con lo que dice y cómo lo dice. No vaya a ser que alguien lo mal interprete y lo que pretendía ser una explicación lo entienda como una justificación.
Los ánimos están caldeados con la inflación, la inseguridad y el avance del narcotráfico y en este contexto, basta una chispa para que el fuego de la impaciencia, modelo Fuenteovejuna, se extienda como la pólvora.
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