Por Gabriel Profiti |
Restan aún 17 meses para el próximo round electoral, las
Primarias de agosto de 2015, y 21 para que asuma un nuevo Presidente, pero el
país ya está sumido en otra campaña, donde todo es guiado y mirado bajo el
prisma de la sucesión de Cristina Kirchner.
En el medio hay una coyuntura compleja, con estancamiento en
algunos sectores -varios economistas hablan de recesión-, inflación todavía al
galope, paritarias que tienden a exacerbar la conflictividad social y amenazas
sobre el empleo.
Sin embargo, la política se embarcó esta semana en un debate
anticipado sobre el anteproyecto de reforma del Código Penal, cuyo envío al
Congreso fue anunciado por la Presidenta en el discurso de apertura de sesiones
ordinarias.
El texto todavía está en estudio del Ministerio de Justicia,
pero el borrador le sirvió de martingala a Sergio Massa. El ahora diputado
había quedado relegado de la marquesina política en las semanas previas y su
última aparición fue el polémico pase del intendente de Merlo, Raúl Othacehé, a
su Frente Renovador.
Muy consciente de que la inseguridad es la principal
preocupación de los argentinos desde 2006, Massa salió a cuestionar el proyecto
redactado por una comisión interpartidaria conducida por el ministro de la
Corte Eugenio Zaffaroni.
Es cierto que el texto cae en propuestas difíciles de
digerir, tal el caso de la eliminación de la reincidencia como agravante de las
penas, pero también propone un reordenamiento y rebalanceo integral de un
Código elaborado en 1921.
El Poder Ejecutivo y luego el Congreso están a tiempo de
reevaluar el sesgo académico y garantista propuesto por Zaffaroni, como ocurrió
con el Código Civil y Comercial, cuya impronta progresista quedó amortiguada
bajo los nuevos vínculos del Gobierno con la Iglesia Católica de Francisco.
Esa unificación civil y comercial espera turno en Diputados,
luego de haber generado internas en el oficialismo entre conservadores y
progresistas, al punto que el titular del bloque del FPV en el Senado, Miguel Pichetto,
cerró el debate el año pasado pidiendo que la Cámara baja revea el proyecto.
Pero Massa vio la oportunidad política y lanzó una consulta
popular, tachada de inconstitucional por sus adversarios, contra el eventual
nuevo Código Penal.
El anuncio puso en aprietos al PRO, a la UCR y un poco menos
al FAP. Sucede que el macrista Federico Pinedo, el radical Ricardo Gil Lavedra
y la socialista María Elena Barbagelata participaron de la redacción del anteproyecto
junto al jurista del PJ León Arslanian.
Todos ellos estaban a gusto con el texto, más allá de que
Pinedo firmó en disidencia el artículo sobre la reincidencia y la eliminación
de la cadena perpetua. Pero en el interior de esas fuerzas políticas surgieron
fuertes disidencias.
Ante esa rebelión, el líder del PRO, Mauricio Macri, y el
titular de la UCR, Ernesto Sanz, salieron a pedir que el proyecto no sea
enviado ahora al Congreso, porque sería inapropiado discutirlo en tiempos
electorales.
Surge una pregunta: en un país donde hay elecciones cada dos
años, hubo en 2013 y habrá en 2015 ¿Cuándo sería el momento de discutirlo? Si
no habría que hacer como en Uruguay donde no hay comicios de medio término para
abrir ventanas en las que se puedan discutir cuestiones de fondo como un nuevo
Código Penal.
Tampoco hay que postergar el debate sobre el narcotráfico,
-vinculado a la seguridad ciudadana- que viene dando señales desde hace años de
su penetración en el país y requiere una política de Estado, sin vedettismos ni
especulaciones.
Anestésicos
Sabido es que el gran detonante de la carrera electoral
prematura es la imposibilidad de Cristina Kirchner de buscar su reelección. Los
principales candidatos se encuentran en pleno desarrollo de giras nacionales e
internacionales y el PJ ya juega el juego que más le gusta: la puja por el
poder.
Scioli, por caso, dijo que se viene "una etapa
fascinante de la Argentina", al recibir en Chubut un nuevo respaldo para
su candidatura presidencial de su par Martín Buzzi.
El gobernador bonaerense partió luego a Mendoza donde la
Fiesta de la Vendimia resultaría una vidriera para todos los precandidatos
presidenciales, sin excepción.
Ante la ansiedad del PJ, Cristina Kirchner intenta mantener
el control político y bajó varios mensajes en ese sentido.
La primera señal fue la entronización del radical -sin
amigos en la UCR- Gerardo Zamora como presidente provisional del Senado. La
segunda será darle la conducción del PJ a Eduardo Fellner, el gobernador de
Jujuy, precisamente porque no tiene aspiraciones presidenciales. Esa movida se
cocina para fines de abril.
Además, Cristina buscó barnizar su discurso del primero de
marzo con guiños al PRO y la UCR y hasta habló de relanzar la Concertación
pergeñada por Néstor Kirchner.
Aquella coalición transversal surgió en momentos en que el
santacruceño le bajaba el precio al PJ. Ahora, el ninguneo presidencial busca
demorar lo máximo posible la interna y posterga también el surgimiento de un
candidato cristinista. Algunos como Julián Domínguez decodificaron el mensaje y
pusieron sus discursos de candidato en pausa a la espera de la unción.
0 comments :
Publicar un comentario