domingo, 30 de marzo de 2014

A cinco años de la muerte de Raúl Alfonsín

"Compatriotas, iniciamos todos hoy una etapa nueva de la Argentina. Iniciamos una etapa que sin duda será difícil, porque tenemos todos la enorme responsabilidad de asegurar hoy y para los tiempos, la democracia y el respeto por la dignidad del hombre en la tierra argentina", dijo Alfonsín desde los balcones del Cabildo, el 10 de diciembre de 1983, día en el que asumía como primer presidente constitucional, tras casi ocho años de la más cruenta dictadura cívico-militar de la historia del país.
Alfonsín fue elegido el 30 de octubre de 1983 luego de obtener el 51,75 por ciento de los votos. Su asunción significó no solo el fin de la dictadura, además le puso punto final a la interrupción del largo ciclo de golpes de Estado iniciado en 1930 con el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen.

Los Derechos Humanos

Impulsó la anulación de la autoamnistía dictada por los militares y creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), que tuvo el objetivo de investigar los crímenes cometidos durante el terrorismo de estado, y presentó, en 1984, el informe “Nunca Más”. Un año después se llevó a cabo el histórico juicio a las juntas militares que condenó a los principales jerarcas del régimen y que ubicó al país en el sitial de las pocas naciones del mundo que juzgaron a los responsables de cometer genocidios.   Sin embargo, la política de derechos humanos tuvo su límite en las leyes de impunidad (Obediencia Debida y Punto Final) que, asediado por dos intentos de golpe militar, Alfonsín se vio obligado a enviar para su sanción al Congreso.

La administración de Alfonsín sufrió las acechanzas de las corporaciones económicas locales y transnacionales. Logró la ampliación de derechos civiles (ley de Divorcio Vincular) y apostó a la regionalización con el impulso del incipiente MERCOSUR.

Tras el Plan Austral y un incipiente proceso de sustitución de importaciones y de reindustrialización, el país se vio interrumpido por un creciente proceso inflacionario y dificultades fiscales. Alfonsín intentó dar un giro en el rumbo económico e impulsó la frustrada privatización de algunos servicios públicos.

Tras el copamiento del regimiento de La Tablada por parte de un grupo armado que respondía al Movimiento Todos por la Patria en enero de 1989, la situación se tornó cada vez más frágil. El último intento por reencauzar al país fue el Plan Primavera, que fracasó en medio de un golpe de mercado, caracterizado por la hiperinflación, la corrida cambiaria, el crecimiento de la pobreza y los saqueos a supermercados.

La crisis provocó el adelantamiento de los comicios presidenciales al 14 de mayo de 1989 y Alfonsín cedió el poder a Carlos Menem seis meses antes del final de su mandato y sin poder avanzar en la reparación de la deuda social, ni en la desarticulación del modelo neoliberal implantado a sangre y fuego por la dictadura.

El líder radical continuó gravitando en la vida interna de su partido y en el orden nacional. Sus actos, ya sea por su carisma e inteligencia o su honestidad palpable, lo convirtieron en un político querido por la gran mayoría de los argentinos y devino, así, en el verdadero símbolo de la restitución democrática.

Falleció el 31 de marzo de 2009, acompañado por el pueblo de toda la República a la que ayudó a dignificar con su lucha.


“La política no es solamente conflicto, también es construcción”

Palabras de Raúl Alfonsín. Octubre de 2008. 

La intolerancia, la violencia, el maniqueísmo, la compartimentación de la sociedad, la indisponibilidad para el diálogo, la negociación, el acuerdo o el compromiso, han sido maneras de ser y de pensar que constituyen todavía hoy una de las principales rémoras y déficits con los que carga nuestra democracia.

Los argentinos hemos vivido demasiado tiempo mirando hacia atrás. Hoy todavía hay rastros de ese canibalismo político que ha teñido la práctica política. La política implica diferencias, existencia de adversarios políticos, desde luego.

Pero la política no es solamente conflicto, también es construcción. Y la democracia necesita más especialistas en el arte de la asociación política. No será posible resistir la cantidad de presiones que estamos sufriendo y sufriremos, si no hay una generalizada voluntad nacional al servicio de lo que debieran ser las más importantes políticas de Estado, expresada en la existencia de partidos políticos claros y distintos, renovados y fuertes; representativos de las diversas corrientes de opinión que se expresan en nuestra sociedad.

© Contacto Político y Agensur.info

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