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domingo, 2 de febrero de 2014

Una crisis de confianza cada vez más profunda

Por Gabriel Profiti
El mes de enero transcurrió en medio de la turbulencia económica más fuerte de los últimos doce años, lo que trasuntó una severa crisis de confianza en el Gobierno.

El primer mes de 2014 acumuló un drenaje de reservas internacionales de 2.500 millones de dólares. Esa motivó a la administración kirchnerista a reabrir parcialmente el cepo cambiario, la peor medida económica de la década, y a propiciar una brusca devaluación del peso de 19%.

La depreciación agitó más una inflación que algunos analistas sitúan por encima del 4% mensual y la respuesta oficial fue una versión renovada del control de precios, esta vez con participación de intendentes y asociaciones de consumidores. Carnes, medicamentos y todos los productos que utilizan insumos importados dieron un salto, mientras los gremios ya están en pie de guerra para defender el poder adquisitivo de los salarios.

Febrero abre sus puertas con ese vértigo. Hay quienes consideran que ya se dieron los pasos apropiados para recuperar la estabilidad y el crecimiento.

Apuestan a que el nuevo nivel del dólar vuelva al país más competitivo para sus exportaciones; y esperan que en marzo los productores agropecuarios liquiden sus cosechas y engrosen las arcas del Banco Central.

Pero son mayoría los que opinan que el Gobierno sólo da manotazos de ahogado y no presenta un plan económico confiable.

Dentro de este último grupo se encuentran dirigentes de la oposición, analistas económicos y todo el conglomerado de medios y consultoras asociados al mundo financiero internacional.

La inflación y la caída de reservas son un combo complejo. Sobre este último punto resultaron por ahora infructuosos los intentos de obtener dólares a través del swap de monedas con China o la inversión, y se frenó la normalización emprendida del denominado frente externo, destinado retornar a los mercados internacionales de crédito. .

Sobran cuestionamientos, faltan ideas . "Estamos absolutamente solos luchando contra grupos económicos poderosos", se quejó el viernes el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, quien le pidió a la oposición propuestas y que condene a quienes aumentan precios de manera indiscriminada.

Más allá de la veracidad de la catarsis del jefe de Gabinete, le correspondería al Gobierno nacional hacer una convocatoria amplia a la oposición para acordar políticas de Estado que permitan superar la crisis y recuperar confianza.

El arco antikirchnerista debería abandonar la postura del diagnóstico y armar una mesa de trabajo que ofrezca una receta consolidada frente a las inconsistencias de las cuentas públicas.

No obstante, por ahora las energías parecen puestas en prepararse para la gran pelea de 2015. Esa carrera fue alentada por la prolongada ausencia de la Presidenta, que se cortó esta semana con su viaje a Cuba.

En La Habana, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) dio un respaldo monolítico al país anfitrión y un mensaje de cohesión frente a los países centrales.

Cristina llegó sin avisar, no hubo cobertura de prensa en el aeropuerto como con los demás presidentes y se ausentó de la foto de familia, de la cena oficial y de la clausura de la cumbre.

Su protagonismo se redujo a la participación en el debate central y al encuentro con Fidel Castro.

Quizá la inflamación en la cadera luego superada en Buenos Aires haya incidido en ese ostracismo.

Pese a ello emitió algunos gestos políticos. Estuvo acompañada por el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, y el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez.

Ambos se ilusionan con ser los delfines del oficialismo en 2015.

Antes de tomarse unos días de descanso en La Lucila del Mar, Domínguez señaló que Daniel Scioli no lo representa, lo que abrió el debate y los posicionamientos en el seno del oficialismo.

El gobernador bonaerense acompaña públicamente las políticas adoptadas por la Nación y habló dos veces en las últimas semanas con Cristina, pero entiende que el problema es de confianza.

Así se lo transmitió el exministro de Economía, Roberto Lavagna, con quien dialoga periódicamente, pese a que este último se acercó al Frente Renovador de Sergio Massa.

También se mostró junto a otro prestigioso economista, el extitular del Banco Central Mario Blejer, quien días antes había reclamado al Gobierno un plan "confiable y coherente".

Con esa postura aperturista y aceptables niveles de popularidad, Scioli prepara para marzo otra instantánea con el cordobés José Manuel de la Sota y el santafesino Antonio Bonfatti, en la ExpoAgro que se realizará entre Ramallo y San Nicolás.

De hecho, instruyó a su ministro de Asuntos Agrarios, Alejandro "Topo" Rodríguez, -exladero de Lavagna- a que se reúna con sus pares de esas provincias y también a que mantenga el diálogo abierto con las entidades agropecuarias provinciales.

Algunos en su entorno incluso lamentaron que le haya dejado a Mauricio Macri el obsequio de retratarse con una CGT rebelde unificada por Hugo Moyano y Luis Barrionuevo.

Esa reunión, por cierto, resultó una extrañeza política. Al jefe de Gobierno se lo ve cada vez más ilusionado con "la teoría de los cuartos", según la cual cuatro opciones competitivas se presentarán en 2015 y el que supere el balotaje tendrá amplias posibilidades de coronarse presidente.

Su entusiasmo creció en las últimas horas con sondeos que le dan más de 70% de aprobación a la gestión en la Ciudad, niveles inéditos para su largo mandato, mientras que también mejoró la imagen de su gobierno en el Conurbano, adonde busca instalar a su vicejefa María Eugenia Vidal.

Macri reconoce que Scioli, cuya popularidad sigue siendo competitiva, y Sergio Massa son sus principales rivales.

Cerca suyo no descartan de la pelea al tándem que puedan conformar socialistas y radicales.

Massa, por su lado, dio protagonismo a su equipo económico para remarcar las debilidades de la economía y mantiene sus giras provinciales para no perder cartel.

Una encuesta de Hugo Haime realizada a fines de enero indica que si las elecciones fueran hoy obtendría el 25 por ciento de los votos, Scioli el 15, Macri el 10,7 y Binner el 10,6.

© NA

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