Por Jorge Altamira |
Los intelectuales del kirchnerismo se jactaron alguna vez de
la capacidad del gobierno para “construir poder”. Contraponían alegres este
oportunismo corrupto contra el principismo político de la izquierda, que
asienta su estrategia en categorías históricas. La taba, sin embargo, parece
haberse dado vuelta, dialécticamente, digamos, porque la quinceava Carta
Abierta se lamenta ahora de que el kirchnerismo es víctima del poder de las
corporaciones que él mismo albergó ‘a paladas’ en la década remanida.
Los K
devalúan el peso, dice Carta Abierta, contra su propia voluntad, como si el
contratiempo cambiara en algo su carácter social regresivo. ¿Qué dirán entonces
de la revalorización que registra el peso en estos días como consecuencia de la
resolución del Banco Central kirchnerista para que la banca local venda la
mayor parte su tenencia de cuatro mil millones de dólares al tipo de cambio
Bolsa (11/12 pesos, que compró con la plata de sus depositantes, para realizar
un beneficio extraordinario y encima invertirlo al 30% anual con un seguro de
cambio que le garantiza una paridad con el dólar?
El famoso poder que se construyó con cooptaciones y sin
considerar los prontuarios políticos y judiciales, se ha ‘deconstruido’. ¿Se
dan cuenta estos pensadores de que con la caracterización de que el poder pasó
a las ‘corpos’ están alentando ‘simbólicamente’ el derrocamiento de su propio
gobierno? Un gobierno que no gobierna es una contradicción en sus términos.
Hasta hace poco los K se jactaban de que haber impuesto la soberanía de la
política sobre el interés particular, ahora lamentan que diez años de política
haya devuelto el poder al llamado ‘poder concentrado’; los K se pasan de bando.
El discur! so de los intelectuales K derrama derrotismo. La Patria está en
Peligro es el documento cobarde de un grupo de capituladores. Hasta el
encabezamiento del texto es una farsa: en lugar de un slogan gaucho esgrimen
una consigna afrancesada, la de las insurrecciones populares, en Francia, entre
1791 y 1793, que convocaban al armamento del pueblo bajo el llamado de la
Patrie en Danger. Los filósofos que supimos conseguir no convocan, sin embargo,
a ningún levantamiento popular, solo apenas a establecer una Junta Nacional de
Granos (justo cuando el precio de la soja está en caída). Jorge Abelardo Ramos,
él mismo un nacionalista que recaló en el menemismo, ironizó una vez que allí
donde la burguesía francesa había estampado los derechos del hombre y del
ciudadano, la de Argentina se trenzaba por las alícuotas de importación
La devaluación del peso está en la génesis (o en los genes)
del kirchnerismo, que había sido, sin embargo, un fanático de la
convertibilidad y el primero, probablemente, en fugar los dólares de Santa Cruz
a un lugar ignoto para preservarlos de ella.
Kirchner llegó al gobierno, precisamente, como consecuencia del derrumbe
del peso convertible en 2001 de Cavallo y de una recuperación capitalista
fundada en una devaluación gigantesca de la fuerza de trabajo. El mismo
kirchnerismo nunca dejó de reivindicar el pago serial a los usureros
internacionales, que es el principal factor de devaluación – unos 180 mil
millones de dólares, según un famoso discurso presidencial. La presidenta,
mucho más generosa que Nicolás Avellaneda (que quiso pagar la deuda con “la
sangre de los argentinos”), prometió que remataría sus propios bienes si fuera
necesario para cumplir con los acreedores – aunque no fue lo que hizo con los
mencionados fondos santacruceños. Los economistas K aseguraron que el
vaciamiento de las arcas del Banco Central y de la Anses reforzaba la ‘matriz
productiva’ y la ‘redistribución de ingresos’. Carta abierta llora ahora por la
licuación del poder oficial después que aplaudieran a rabiar el remate de las
reservas en beneficio de las corporaciones capitalistas. No se ha estrenado
ninguna pieza trágica para representar a la crisis política en curso, pero ya
tenemos una opereta escenificada en la Biblioteca Nacio! nal. Mientras los
grandes capitales se llevaron de Argentina, en la década, casi dos centenas de
miles de millones de dólares – la asignación por hijo no ha llegado hasta hoy a
los mil millones de la misma moneda. Mediante la corrida contra el peso, los
capitales se abalanzan como buitres sobre los últimos activos disponibles de la
quiebra nacional y popular.
¿No aplaudieron, los pensadores de CA, el acuerdo con
Chevron y aprovecharon la ocasión para reivindicar el acuerdo de Perón, en
1954, con la California Oil? ¿No aplaudieron, acaso, la emisión de Cedines y
Baades, precursores del desdoblamiento cambiario y la devaluación? ¿No hicieron
lo mismo con los pagos en el Ciadi a los fondos buitres, la indemnización a
Repsol y la liberación del mercado Bolsa para la compra de dólares? ¿Por qué no
denuncian que el Banco Central decidió remunerar a los bancos con una tasa del
30% y fijar un tipo de cambio futuro que les asegura esa ganancia en dólares?
No es la patria la que está en peligro, porque la burguesía nacional, cuya ‘reconstrucción’ fue la piedra
fundacional del kircherismo, se encuentra a buen recaudo. Está en peligro el
valor la fuerza de trabajo y los ahorros de las mayorías laboriosas; las
patrias contratistas, los capitanes de la industria y los monopolios de exportación
(incluido el aluminio, el acero, la minería) festejan. Es muy probable que lo
estén haciendo en forma prematura porque tiene enfrente una nueva generación
obrera que no conoce de derrotas y ya ha producido varias puebladas y derrocado
a algún gobierno.
Esgrimir a la patria cuando la burguesía nacional se la está
cargando entera, es un acto de ocultamiento. La patria está desgarrada por un
antagonismo de clase irreconciliable, que vuelve a ponerse de manifiesto en
esta crisis. La carta caracteriza a la
presente crisis como una conspiración de
las megacerealeras, justo cuando el gobierno cierra un acuerdo por 2000
millones de dólares de la cosecha después de premiarla con una mega
devaluación, un 30% de interés por ese dinero y un tipo de cambio futuro bajo
para que puedan sacar esa plata del país, en dólares constantes. La carta
abierta no incluye entre los “conspiradores” a los monopolios petroleros, con
quienes el gobierno ha suscripto otro pacto –el de la dolarización de sus
tarifas y la libertad para secar los ríos y pudrir el medio ambiente. El negocio Kicillof-Galuccio-Chevron para
estos `grupos concentrados` es brillante: el arreglo con Repsol lo es aún más,
en especial si se considera que Repsol se construyó entera en base al
vaciamiento energético de Argentina.
La Carta bordea la hipocresía cunado exhorta a que la
devaluación “no recaiga en los sectores populares”, cuando la función de la
devaluación es precisamente esa: reconstruir la tasa de beneficio capitalista
mediante una confiscación económica y laboral de los sectores populares. De
otro modo la devaluación no tendría sentido. Para que ‘no recaiga’ en los
trabajadores debe instalarse un gobierno de trabajadores – que haría pagar la
crisis a los capitalistas con un plan integral de nacionalizaciones bajo
control y gestión de los trabajadores. Pero esa perspectiva de un gobierno de
explotados asusta a carta abierta mucho más que los destituye! ntes.
Los inventores del concepto (¿?) “destituyente” no
mencionan, sin embargo la palabra en su carta, cuando sería más pertinente
hacerlo que nunca. Si la patria está en peligro pero no la acecha un golpe,
deberíamos concluir que la amenaza parte del gobierno. Los bancos, las cerealeras, las mineras y
las petroleras no vienen solo por los dólares, vienen por el gobierno –
reclaman uno de ‘confianza’, no se conforman con medidas ‘que van ! por el
rumbo correcto’, quieren todo el paquete. La ocasión que ofrece la crisis, es
propicia. ¿De qué otra cosa se habla
sino de un golpe cuando se caracteriza una crisis política? De tanto manipular
la palabra ‘destituyente’, los firmantes de la carta han perdido la noción de
su significado y significante. La omisión es significativa ¡porque los
destituyentes están entre ellos mismos! Diana Conti, la eterna, y Kunkel, el
talibán, ya buscan refugio en el sciolismo, definitivamente jugado a explotar
el evento destituyente. El libro de pases en el pejota ignora que la temporada
de fútbol ya comenzó. Otacehe, el mimado de Sabatella en las últimas elecciones,
se acaba de ir con Massa, como tantos otros K antes que él. Los chicos de la Cámpora, ‘les enfants de la
patrie’! en peligro, libran apenas una adinerada batalla de retaguardia en
Fútbol para Todos y en Aerolíneas, mientras uno de sus mentores, Kicillof, se
abraza a Chevron, a David Martínez y al Fondo Gramecy (sic The Wall Street
Journal, 10.2)..
A la Patria en Peligro hay que salvarla, por sobre todo, del
palabrerío engañoso de Carta Abierta.
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