Por Ana Gerschenson |
En la Argentina o el Vaticano, el Papa Francisco, como buen
peronista, es parte de la interna del PJ. Con Cristina Kirchner selló una
tregua luego de su asunción, hace casi ya un año.
Con el gobernador Daniel Scioli y el presidente de la Cámara de Diputados, Julian Domínguez, mantiene un contacto fluído. Y, con Sergio Massa, está en proceso de recomponer una relación que empezó complicada.
Con el gobernador Daniel Scioli y el presidente de la Cámara de Diputados, Julian Domínguez, mantiene un contacto fluído. Y, con Sergio Massa, está en proceso de recomponer una relación que empezó complicada.
Los cortocircuitos entre el cardenal Jorge Bergoglio y el
matrimonio Kirchner, está registrado, fueron sostenidos hasta días después de
que el por entonces líder de la Iglesia Católica en el país, fuera designado
como el nuevo Papa, en marzo del año pasado.
Cristina entendió que no tenía otra opción que subirse
políticamente al fenómeno Francisco, y luego del primer encuentro en Roma, la
paz fue acordada.
El Papa no va a hacer absolutamente nada que perjudique a la
Presidente, aseguró un
funcionario kirchnerista ligado al Vaticano, al referirse a un encuentro que
iba a realizarse el 19 de marzo entre el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, el
titular de la Uocra, Gerardo Martínez, y el
vicepresidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja. El pedido de reunión existió,
aunque sin el objetivo político que dejaron filtrar algunos de sus
protagonistas, que era el de generar una mesa de diálogo con el Papa Francisco,
para contener las presiones de las paritarias salariales.
Un encuentro de tal naturaleza, hubiese debilitado al
Gobierno, hubiese expuesto su incapacidad de negociar y mantener el control
político y social. Desde el Vaticano, el Papa se encargó de desmentir una
reunión de tales características.
Hoy la relación con Cristina no es cálida, pero sí
respetuosa. Con llamados desde el Vaticano para saber sobre su estado de salud,
dos encuentros y algunas cartas, el Papa le ha dejado en claro a la Presidente
que no va a levantar la voz con críticas en su contra, aunque las tenga.
Las apuestas peronistas de Francisco para la Argentina que
viene se personalizan en dos nombres: Scioli y Domínguez. Del bonaerense valora
que en la última década, y a pesar de que no era querido por los Kirchner,
nunca dejó de visitarlo y cultivar el vínculo personal.
En el caso del otro bonaerense, hoy con aspiraciones
presidenciales cada vez menos veladas, la historia se remonta aún más atrás,
cuando Dominguez participaba en los 70 de los campamentos de agrupaciones
católicos y Bergoglio oficiaba las misas de la juventud.
Con Massa la relación comenzó complicada. En 2008, Bergoglio
creyó ver en un asesor del entonces jefe de Gabinente kirchnerista, una
operación en su contra. Se trata de un empresario de zona norte, Jorge
O´Reilly, que tenía relaciones aceitadas con la Nunciatura Apostólica, el ala
más conservadora de la Iglesia, enfrentada al cardenal de la Ciudad en esos
años.
Massa le hizo saber, hasta a través de un libro biográfico,
que se decidió a enfrentar al kirchnerismo y ser candidato a diputado por el
Frente Renovador, el día que Bergoglio fue electo Papa y se convirtió en
Francisco. Y el mencionado empresario también hizo las gestiones del caso, para
aclararle personalmente que nada tuvo que ver con las versiones circulantes por
entonces.
Todavía no hubo encuentro entre el Papa y Sergio Massa, pero
el viaje del tigrense al Vaticano está más cerca que hace algunos meses.
Desde la Santa Sede, Francisco no se olvida de su Buenos
Aires querida y se mantiene al tanto de absolutamente todo lo que sucede en la
política vernácula, como cuando era el Obispo de la Ciudad.
Justamente, la semana próxima, su sucesor elegido, Mario
Poli, viajará a Roma para la ceremonia de unción como cardenal, que oficiará el
Papa. Con Poli, un sacerdote al estilo Bergoglio, que le gusta pasear en
bicicleta y caminar por las callecitas porteñas, viajarán funcionarios del
macrismo y del Gobierno nacional.
El Vaticano es la Puerta de Hierro de estos tiempos. Ya hubo
foto con sindicalistas, intendentes y hasta con el ex presidente Eduardo
Duhalde. Todos los peronistas quieren hablar de la Argentina con Francisco, y
el Papa escucha y también opina, a sabiendas del peso que hoy tienen sus sus
palabras. Pero no hará nada que pueda ser interpretado como una injerencia en
el gobierno de Cristina.
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