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jueves, 9 de enero de 2014

Volvió una noche, no la esperaba... [¿Volvió...?]

Por Martín Risso Patrón
«...Volvió una noche, no la esperaba, había en su rostro tanta ansiedad que tuve pena de recordarle lo que he sufrido con su impiedad...»
        [De “Volvió una noche”, tango; letra de Alfredo Le Pera]

No se sabe muy bien 

Algo más de tres merecidas semanas de descanso tuvo la señora Fernández, en las que se espera haya recuperado su salud, tan pálida en el 2013.

Lo único que produce un cierto desasosiego es cómo se resolvió la cuestión institucional de su reemplazo en el sillón dieciochesco de la rosada. Pero, ¿volvió? ¿Nunca estuvo ausente?¿Inspiró actos de gestión desde donde sea que estuvo?

Sabemos que la República, si hay algo de lo que debiera lucirse, es de al menos un par de cosas: La institucionalidad dictada por la Constitución nacional, y la continuidad en el ejercicio del Poder. Por un lado, el respeto por la línea de sucesión ante las ausencias de quien ejerce la Presidencia republicana, y por el otro, la lógica previsibilidad según la cual el Pueblo [mandante] ni siquiera debiera preocuparse por el curso de acción gubernativa, ni siquiera notar que hubiera cambios legalizados por la Constitución y legitimados por la gestión de sea quién sea el funcionario a cargo circunstancial [mandatario, tanto como el ausente].

No hay constancia de cómo se resolvieron estas dos cuestiones de importancia institucional. ¿Cedió el mando, Ella, según los rituales previstos, a Boudou, el vicepresidente, primero en la línea de sucesión? ¿Boudou hizo lo propio con quién le seguía, cuando tomó sus “mini vacaciones”? ¿Cuál es la instrumentación legal para que Capitanich asuma diariamente el discurso institucional de enunciar, negar, confrontar, contradecir, planear cada día a la mañana temprano, frente a cámaras de televisión que serán las mismas que pondrán en escena hacia el mediodía y en las noches a ministros del mismo Gabinete, que se despachan contradiciéndolo abiertamente, y también entre sí como si nada? No hay constancia. Porque durante la “ausencia” de Ella, sucedieron cosas. Muy graves cosas en el país.

La Voz Oficial 

Así fue que en medio de caóticas protestas populares en la densa ciudad capital de la República, hace más de un mes no se sabe si por el azote del calor, la desgracia de la falta de control gubernamental de las privatizadas empresas, o porque sí, Capitanich se limitó entre otras insensateces a minimizar el costo social de los cortes de energía y de agua [entre el 1 y el 3 % dela población...], y a prometer un prolijo programa de cortes, como para poner más desorden en este desorden propio de un Apocalipsis que ni San Juan, vea...

Otro, Julio De Vido, culpó a la madre Natura, a las empresas, al Pueblo, mientras rugía amenazante con multas millonarias, mientras la gente tiraba sus alimentos podridos, arrastraba a sus ancianos y niños por las veredas y tañía las campanas de lata de la protesta...

También hubo quienes dijeron algo así como “los cortes se producen porque la gente acaparó la compra de aparatos de aire acondicionado...”, poniendo cara de [de la] Sota, etcétera.

Mientras, muchos nos preguntábamos quién es quién en esta tragicomedia en que convirtieron la gestión en La Rosada. Funcionarios tinterillos de cuarta gesticularon diciendo: Ella es la única líder. Pero, Ella... en un silencio sepulcral continuaba de retiro en Calafate. Claro, es fácil adornarla con la autoridad, cuando la autoridad es un caos en su ausencia... Cuando la misma Autoridad está ausente...

Si hasta Macri con su cara de angelito grande sopó en esta inmisericorde apaleada al Pueblo; lo único que aportó fue la obviedad que ni se le había ocurrido al gobierno nacional: Poner la situación ciudadana en la caja que corresponde, la de la catástrofe. Pero a partir de ahí, nada; terminó aliado con los otros en la inoperancia más supina... Y hoy mismo es el día que siguen las campanas de lata en BA, capital de la República Argentina.

Proyectos y mentiras

Son exactamente 204 los objetivos que enunció Capitanich, desvelado por su condición de lenguaraz que debe hacer de su palabra un crédito al progreso. La información pública, ante este anuncio, habló entonces de previsibilidad, de orden y [por fin] de un plan de gobierno... Pero, a pocas horas del anuncio, todo desapareció con la misma seriedad con la que escapa un cuesco de un canasto.

El acuerdo de precios cuidados que anunció Kicillof dejó de existir en cuanto la popular tuvo en sus manos la prolija [y costosísima] solicitada que publicara el precoz ministro, haciéndose añicos cuando Doña Clota fue a la góndola a buscarlos y encontró sólo fantasmas. Ahora resulta que los empresarios supermercadistas dicen, muy sueltos de cuerpo, y con razón aparente: “Díganles a los productores y distribuidores que bajen ellos los precios, y nosotros lo haremos...”. Pero todo esto con un monstruoso antecedente: El precio cuidado de las cosas que Kicillof intenta administrar de nuestra economía doméstica, es el mismo, el mismito que subiera semanas, y hasta horas antes de su anuncio. Procaz manera de blanquear los puntos suficientes de inflación como para iniciar un año que hará anchi de la economía familiar.

Justo. De la inflación, nadie habla en ese caótico grupo de gestión de gobierno que como una siniestra Hidra tiene muchas cabezas pero un solo fin: Destruir lo destructible.

Como tampoco se habla de cómo arregló la [invisible] ministra de la Seguridad nacional con los punteros que cortaron una de las autopistas más importantes del entramado capitalino, exigiendo cincuenta mil pesos o una casa, para desalojarla. Y el hecho es concreto: Desalojaron. Suena como a grave, ¿no? Ah, Sergio Berni fue la voz cantante, a la vez que le echaba la culpa a Angelito Grande. Eso: De seguridad, tampoco se habla.

¿Y las recontra-contradicciones sobre el impuestazo a los bienes personales? Ni hablar, vea. Echegaray dijo sí, a lo que Capitanich dijo ídem, pero vino Kicillof y dijo no porque Ella dijo no, y entonces Capitanich dijo no. Patético, esto.

Y volviendo a las 204 razones que tuvo Capitanich para convertir su disertación en flatus vocis, sólo me queda solicitarle respetuosamente que, por respeto a la economía mental, al ahorro de energía emocional del Pueblo, a la previsibilidad tan soñada, que considere que esos 204 objetivos sólo pueden quedar reducidos a 2. Sólo a dos.

Primer objetivo de gestión para recuperar la República: Devolver a las Provincias nacionales su capacidad de gestión económica [coparticipación federal, regalías de las producciones propias, distribución normal de los ingresos]. Segundo objetivo: Devolver el federalismo en la gestión política provincial: dejar de convertir en sátrapas del poder central a los gobernadores e intendentes, que no hacen otra cosa que conformar una Corte de los milagros, ahora que tienen que enfrentar paritarias forzadas luego de los aumentos a las policías locales. 

Dejar el método de señalarlos como presidenciables, o vice, a muchos gobernadores que tienen la fantasía de abandonar su aldea y siguen comportándose como adminículos de látex, descartables, de la Gran Cuñada, que, bendita casualidad y dicho sea de paso, por hoy no se aparta un jeme del lado de Ella y no se sabe muy bien si eso no es una respuesta a la gran pregunta de quién está efectivamente a cargo del Poder político institucional en la República Argentina.

Edición impresa en Semanario "Nueva Propuesta".

Digital: www.agensur.info

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