Por Martín Risso Patrón |
[La censura tiene sus puñaladas traperas]
«...La libertad de la prensa es la principal base de la ilustración
pública...»
[Manuel Belgrano, nombrado Elector nato para la Junta Protectora de la
Libertad de Imprenta, 8 de noviembre de 1810]
No se negocia, es así nomás
Los administradores que se aposentan periódicamente en los sillones que
les presta el Pueblo para solucionar problemas sociales con los recursos
públicos no están, y de ninguna manera lo estarán alguna vez,
calificados para utilizar esos mismos recursos en contra de la Libertad
de sus mandantes. Pero parece que, y para esto sobran ejemplos, hay
mandatarios que se convierten en mandamases y ahí se pudre todo. Para muestra,
el botón que sobresale: El manejo discrecional de la pauta oficial publicitaria
de los actos de gobierno. [Sonamos, Doña Clota,usted con sus dudas me
condiciona para aclarar esto no sé si agradeciéndole, o lamentando por tanta
interrupción]. A ver.
En la democracia republicana que adorna a nuestro sistema de convivencia, que es el Estado que
elegimos libremente, designando desde las urnas a nuestros administradores del
Ejecutivo y a los mudos o verborrágicos personajes que señalamos para el escaño
legislativo en representación nuestra, los actos, todos, hasta el más
mínimo, de gestión, son de publicidad absoluta. Por eso aquello de República.
Para el caso, en el Grand Bourg, soban los sillones señores, señoras, señoritos
y señoritas que gestionan nuestros dineros que están asignados para el bien
general. Por eso, Doña, entre tanta maraña articulística de la Ley
presupuestaria, figura la gestión dineraria para la pauta,
que debe ser distribuida obligatoriamente a todo medio de comunicación que,
cumplidas lógicas normas de conformación para la difusión de las ideas, la
Cultura popular, la vida cotidiana, etcétera, tiene el derecho y la obligación
de difundir todo lo que caiga en el término "gestión de
gobierno". Ese es, y aquí me juego, el verdadero concepto que sostuvo
Belgrano al afirmar en 1811 que la Libertad de Prensa es precursora de
la ilustración pública. No me vengan con otra cosa. Clarísimo: Si no se
difunden como es debido, con la pluma del Pueblo, los actos de Gobierno,
entonces hay oscuridad.
Pero a ver si nos entendemos un poquito. No es una dádiva de los
administradores políticos y presupuestarios del gobierno del Estado [que, lo
repetiré siempre y sin cansarme, no son el Estado], para que
sobrevivan algunos en la actividad periodística. Tampoco es un pago para que se
hable bien de lo que está mal, para que se omita lo criticable, o se agregue
algún párrafo dictado al efecto para adornar o rellenar o zurcir o yapar... o
qué sé yo, cuanto desaguisado [que los hay] y alguna otra cosa que se le ocurra
a los mandamases para intentar volar un poquito más alto que el volido de una
gallina [cosas que también las hay]. Para eso, ya tienen los gestionadores del
Gobierno ejecutivo, sus propios plumíferos, a veces imparables cagatintas, que
no periodistas de cepa, [que estos últimos sí existen y valen su pluma en oro,
valiéndome esta aclaración].
El asunto es que, ya que la veo algo, alguito nomás satisfecha, Doña,
por un lado, los actos de Gobierno son públicos y deben ser dados a conocer
por, para y en la sociedad; y por el otro, el costo debe ser oblado por el
gestor del acto de Gobierno.
Lo que sucede es que siempre el mandatario exige que sus actos estén
orlados, adornados, endulzados y potenciados por la actividad de difusión.
Todos sabemos que muchas veces esto no es así. ¿Sabe por qué?
Simplemente porque el periodista que recibe la pauta de difusión
publicitaria de los actos de Gobierno [repito: obligatoriamente pagada
por los de turno], tiene el derecho de interpretar, confirmar,
enriquecer, cruzar, criticar, refutar y denunciar datos y datas.
Por lo tanto, el fundamento de lo que es el derecho del Pueblo y
obligación de sus mandatarios, de expresarse, constituye la Libertad de
Prensa. Irrestricta. Incólume Libertad que ennoblece a una Sociedad vital y
sana.
Ahí está la madre del borrego
Cuando al mandamás de turno no le conviene otra cosa que pintar datos,
omitir información, desviar la atención popular de lo importante a lo
accesorio, influir, inducir, torcer su voluntad cuando la campaña electoral se
pone que arde, entonces, ese mandamás, censura. Salvando los casos
de patoteadas [que los hay], presiones inmorales [que también las hay], la
censura se da cuando se esconde “la pauta oficial” para el díscolo. Cajoneos de
facturas, cheques que no se firman, cagatintas que olvidaron poner “el sello”,
expedientes como culebrones... Censura, Doña Clota, lisa y llanamente Censura
que intenta obligar al periodista a inclinarse ante el burócrata, que le ofrece
buenamente negociar su situación... “si vos la acabás con aquello...”, “...si
te olvidás de esto...”, “si rectificás tu análisis...”.
Negociar la Libertad de Prensa, que es como negociar el
Pensamiento. Imposible.
El otro Poder republicano
Como la República no omite la defensa de los derechos de los ciudadanos
de a pie, ofrece sus dos brazos: El de la Balanza y el de la Espada, que
obrarán sin que Ella pueda mirar siquiera lo que hace cada uno, porque tiene
los ojos vendados. Justicia se llama esto, Doña.
A ella recurren quienes, para el caso que hoy nos ocupa, denuncian la
Censura solapada en culebrónicos expedientes porque al administrador del
Gobierno no le gusta lo que hace con su Pluma y su Palabra. Y no
negocian. Saben que ejercer la Prensa es ejercer la Libertad. Como
también es Libertad recibir el dinero que le corresponde pagar al Gobierno por
la publicidad de los actos de gestión, en pie de igualdad con todos los medios
de información pública, y resguardando sus análisis, sus cruces de datos, sus
denuncias teniendo como base eso nomás: La información pública.
Pero tarda la Justicia, a veces, en beneficio del denunciado, para el
caso, el gobierno de turno.
Pregúntenle si no a este Semanario que no tiene aún respuesta judicial a
su amparo solicitado constitucionalmente, por aquello de la “pauta oficial” que
no ha cumplido el gobierno.
Este Semanario que tiene como firme piedra angular el premio ADEPA a la
Libertad de Prensa, pero cuya importante razón de existir es la fuerza que le
da, semana a semana su Editor, nuestro libre, querido, profesional y
claro Juan Guillermo Gonza, cuya historia de vida releva de cualquier
silencio.
Que el año 2.014 sea para Nueva Propuesta un año más de puesta en claro,
en su debido lugar, de la gestión del administrador de turno del gobierno
republicano de la provincia de Salta, alimentando sus impresoras con el
dinero de la pauta oficial, que para eso está.
Porque sencillamente, la Libertad de Prensa no se negocia.
Esa es hoy, mi Pluma y mi Palabra.
[Edición impresa en el Anuario
2.013, Semanario Nueva Propuesta, Salta]
Edición digital: www.agensur.info
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