martes, 7 de enero de 2014

La libertad de prensa no se negocia

Por Martín Risso Patrón
[La censura tiene sus puñaladas traperas]

«...La libertad de la prensa es la principal base de la ilustración pública...»
[Manuel Belgrano, nombrado Elector nato para la Junta Protectora de la Libertad de Imprenta, 8 de noviembre de 1810]

No se negocia, es así nomás

Los administradores que se aposentan periódicamente en los sillones que les presta el Pueblo para solucionar problemas sociales con los recursos públicos no están, y de ninguna manera lo estarán alguna vez, calificados para utilizar esos mismos recursos en contra de la Libertad de sus mandantes. Pero parece que, y para esto sobran ejemplos, hay mandatarios que se convierten en mandamases y ahí se pudre todo. Para muestra, el botón que sobresale: El manejo discrecional de la pauta oficial publicitaria de los actos de gobierno. [Sonamos, Doña Clota,usted con sus dudas me condiciona para aclarar esto no sé si agradeciéndole, o lamentando por tanta interrupción]. A ver.

En la democracia republicana que adorna a nuestro sistema de convivencia, que es el Estado que elegimos libremente, designando desde las urnas a nuestros administradores del Ejecutivo y a los mudos o verborrágicos personajes que señalamos para el escaño legislativo en representación nuestra, los actos, todos, hasta el más mínimo, de gestión, son de publicidad absoluta. Por eso aquello de República. Para el caso, en el Grand Bourg, soban los sillones señores, señoras, señoritos y señoritas que gestionan nuestros dineros que están asignados para el bien general. Por eso, Doña, entre tanta maraña articulística de la Ley presupuestaria, figura la gestión dineraria para la pauta, que debe ser distribuida obligatoriamente a todo medio de comunicación que, cumplidas lógicas normas de conformación para la difusión de las ideas, la Cultura popular, la vida cotidiana, etcétera, tiene el derecho y la obligación de difundir todo lo que caiga en el término "gestión de gobierno". Ese es, y aquí me juego, el verdadero concepto que sostuvo Belgrano al afirmar en 1811 que la Libertad de Prensa es precursora de la ilustración pública. No me vengan con otra cosa. Clarísimo: Si no se difunden como es debido, con la pluma del Pueblo, los actos de Gobierno, entonces hay oscuridad.

Pero a ver si nos entendemos un poquito. No es una dádiva de los administradores políticos y presupuestarios del gobierno del Estado [que, lo repetiré siempre y sin cansarme, no son el Estado], para que sobrevivan algunos en la actividad periodística. Tampoco es un pago para que se hable bien de lo que está mal, para que se omita lo criticable, o se agregue algún párrafo dictado al efecto para adornar o rellenar o zurcir o yapar... o qué sé yo, cuanto desaguisado [que los hay] y alguna otra cosa que se le ocurra a los mandamases para intentar volar un poquito más alto que el volido de una gallina [cosas que también las hay]. Para eso, ya tienen los gestionadores del Gobierno ejecutivo, sus propios plumíferos, a veces imparables cagatintas, que no periodistas de cepa, [que estos últimos sí existen y valen su pluma en oro, valiéndome esta aclaración].

El asunto es que, ya que la veo algo, alguito nomás satisfecha, Doña, por un lado, los actos de Gobierno son públicos y deben ser dados a conocer por, para y en la sociedad; y por el otro, el costo debe ser oblado por el gestor del acto de Gobierno.

Lo que sucede es que siempre el mandatario exige que sus actos estén orlados, adornados, endulzados y potenciados por la actividad de difusión. Todos sabemos que muchas veces esto no es así. ¿Sabe por qué?
Simplemente porque el periodista que recibe la pauta de difusión publicitaria de los actos de Gobierno [repito: obligatoriamente pagada por los de turno], tiene el derecho de interpretar, confirmar, enriquecer, cruzar, criticar, refutar y denunciar datos y datas.

Por lo tanto, el fundamento de lo que es el derecho del Pueblo y obligación de sus mandatarios, de expresarse, constituye la Libertad de Prensa. Irrestricta. Incólume Libertad que ennoblece a una Sociedad vital y sana.

Ahí está la madre del borrego 

Cuando al mandamás de turno no le conviene otra cosa que pintar datos, omitir información, desviar la atención popular de lo importante a lo accesorio, influir, inducir, torcer su voluntad cuando la campaña electoral se pone que arde, entonces, ese mandamás, censura. Salvando los casos de patoteadas [que los hay], presiones inmorales [que también las hay], la censura se da cuando se esconde “la pauta oficial” para el díscolo. Cajoneos de facturas, cheques que no se firman, cagatintas que olvidaron poner “el sello”, expedientes como culebrones... Censura, Doña Clota, lisa y llanamente Censura que intenta obligar al periodista a inclinarse ante el burócrata, que le ofrece buenamente negociar su situación... “si vos la acabás con aquello...”, “...si te olvidás de esto...”, “si rectificás tu análisis...”.
Negociar la Libertad de Prensa, que es como negociar el Pensamiento. Imposible.

El otro Poder republicano

Como la República no omite la defensa de los derechos de los ciudadanos de a pie, ofrece sus dos brazos: El de la Balanza y el de la Espada, que obrarán sin que Ella pueda mirar siquiera lo que hace cada uno, porque tiene los ojos vendados. Justicia se llama esto, Doña.

A ella recurren quienes, para el caso que hoy nos ocupa, denuncian la Censura solapada en culebrónicos expedientes porque al administrador del Gobierno no le gusta lo que hace con su Pluma y su Palabra. Y no negocian. Saben que ejercer la Prensa es ejercer la Libertad. Como también es Libertad recibir el dinero que le corresponde pagar al Gobierno por la publicidad de los actos de gestión, en pie de igualdad con todos los medios de información pública, y resguardando sus análisis, sus cruces de datos, sus denuncias teniendo como base eso nomás: La información pública.

Pero tarda la Justicia, a veces, en beneficio del denunciado, para el caso, el gobierno de turno.
Pregúntenle si no a este Semanario que no tiene aún respuesta judicial a su amparo solicitado constitucionalmente, por aquello de la “pauta oficial” que no ha cumplido el gobierno.

Este Semanario que tiene como firme piedra angular el premio ADEPA a la Libertad de Prensa, pero cuya importante razón de existir es la fuerza que le da, semana a semana su Editor, nuestro libre, querido, profesional y claro Juan Guillermo Gonza, cuya historia de vida releva de cualquier silencio.

Que el año 2.014 sea para Nueva Propuesta un año más de puesta en claro, en su debido lugar, de la gestión del administrador de turno del gobierno republicano de la provincia de Salta, alimentando sus impresoras con el dinero de la pauta oficial, que para eso está

Porque sencillamente, la Libertad de Prensa no se negocia.

Esa es hoy, mi Pluma y mi Palabra.

[Edición impresa en el Anuario 2.013, Semanario Nueva Propuesta, Salta]

Edición digital: www.agensur.info 

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