Por Pedro Martínez
(Conciencia Ambiental Tucumán)
Días agobiantes de calor extremo son los que estamos
sufriendo en la mayor parte de nuestro suelo. El sol parece haberse ensañado
con nosotros y destaca todo su potencial sobre nuestras humanidades indefensas
que absorben como esponja todos los rayos ultravioletas tan perjudiciales para la
salud.
Ese mismo sol que una década atrás no era tan agresivo, hoy
nos está convirtiendo en huevos dentro de una sartén. Atravesar un día completo
se vuelve una prueba de supervivencia extrema, convirtiéndonos todos y cada uno
de nosotros en atletas en un juego impuesto por la naturaleza, en el cual
deberemos sortear todos los obstáculos e imponer toda nuestra astucia para
poder superar el día a día.
Este calor es histórico, se sabe por registros que llegó en
algunos casos casi a tocar un tope de 50 grados bajo la sombra. Muchos hablan
de que esto es cíclico, otros de que es apocalíptico, etc, muchas conjeturas se
tejen alrededor de lo que estamos sufriendo.
Mi punto de vista es que inevitablemente entramos, desde un
tiempo a la fecha en un “cambio climático irreversible”, muchas pruebas así lo
determinan.
Encima de todo esto, también estamos sufriendo la impericia
de las empresas prestatarias de los servicios básicos (agua y luz), los cuales
deben ser satisfechos.
Somos rehenes de estos capitales, a los actuales pagamos en
forma religiosa todos los meses y cada vez que recibimos una boleta, la miramos
con asombro y comenzamos a darle forma a nuestra indignación.
Corremos al teléfono a hacer el reclamo, ilusionados que si
vivimos en un estado de derecho que se ocupa de suplir la necesidades mínimas
seremos escuchados y resolveremos la situación; gran desilusión cuando el
contestador del teléfono dice: En estos momentos no podemos atenderlo…deje su
reclamo y será atendido…” cuando nos dimos cuenta ya pasó una semana, sin
solución alguna.
Es un hecho desaprensivo y criminal dejar sin servicios a la
población, la ley debe ser pareja para que no sea rigurosa, por ejemplo si
alguien se atrasa con la boleta, le cortan la luz y para volver a conectarla
hay una serie de ítems que se debe pagar, ojo se paga sin “Chillar”, sin
embargo no se descuentan las tantas veces que nos dejan sin servicio.
Las empresas bien cobran las boletas y no invierten en
tecnologías para mejorar el servicio.
No encontramos en una indefensión total, sin saber dónde
recurrir, nadie brinda soluciones, los representantes del pueblo miran al
costado, o acaso existen dos Argentinas? Una de los festejos y otra que se
debate entre la falta de agua, la falta de luz y la inseguridad?
Propongo buscar nuevamente dos figuras ya casi olvidadas, al
“Aguatero” ese que se desplazaba a caballo llevando agua en un barril, la que
vendía entre los vecinos, y al “Sereno” que era el encargado de vigilar las
calles y regular la iluminación en horario nocturno, y cada una o dos horas pasaba su voz a los
vecinos “son las once y sereno”.
El calor nos mata, las empresas juegan a su favor, y el
secretario de Energía de la Nación juega al golf en un barrio privado en
Pilar!!! Qué nos espera?
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