Por Gabriel Profiti |
Con distintas velocidades, el Gobierno decidió corregir el
rumbo en materia política, económica y diplomática, pero uno de los cambios más
palpables es su decisión de dejar atrás al conflicto como herramienta y vector
de poder.
El encargado de renovar el aire político fue Jorge
Capitanich, quien asumió plenas funciones de la Jefatura de Gabinete ante la
convalecencia de Cristina Kirchner. Capitanich convocó a los mandatarios opositores de la
Ciudad, Mauricio Macri, y Santa Fe, Antonio Bonfatti, al tiempo que anticipó
cambios en los aspectos más controversiales del Fútbol para Todos, cuya
publicidad agresiva marcó la era combativa K.
Macri había dialogado con Cristina Kirchner sobre la
posibilidad de remover el cerco perimetral de Aeroparque para ampliar la
Autopista Illia, un reclamo que ya llevaba varios años, pero a mitad de semana
se sorprendió con la concesión a ese pedido comunicada por el ministro
Florencio Randazzo.
El maquillaje quedó reflejado en la salida de dos
funcionarios del ala dura del círculo de decisión del poder: Guillermo Moreno,
de la Secretaría de Comercio, y de Juan Manuel Abal Medina, de la Jefatura de
Gabinete.
Esos cambios dan cuenta de que Cristina Kirchner tomó nota
del cansancio de un sector de la sociedad respecto a una forma de hacer
política basada en la confrontación y que en los últimos años se reflejó en su
relación con el campo, los grandes grupos de medios, la Justicia y la Iglesia.
Así, da la impresión que concluye una etapa en la que el
conflicto fue medular para el ejercicio del poder, inspirada en la construcción
amigo-enemigo del filósofo alemán Carl Schmitt y sostenida por los aportes
actuales de uno de los gurúes del kirchnerismo Ernesto Laclau y su esposa belga
Chantal Mouffe.
Algunos plantean que el cambio de modales implica una nueva
simulación del Gobierno -y del peronismo que recuperó protagonismo- para
mantenerse en el poder. Pero lo cierto es que con una Presidenta sin
posibilidad de ir por una re-reelección, la propia sucesión marca una etapa que
finaliza.
Capitanich y otros posibles candidatos presidenciales, tanto
del oficialismo como de la oposición -Daniel Scioli, Sergio Massa, Macri,
Hermes Binner o Julio Cobos, entre otros- plantean a priori que la traza hacia
liderazgos más moderados.
Frente externo
La concordia interna fue correspondida por el preacuerdo
establecido para la indemnización de la empresa Repsol a instancia de los
gobiernos de España y México, cuya consecuencia directa será una sutura
diplomática con los europeos y otros países.
El Gobierno espera encadenar un dominó de noticias
favorables a partir de este giro externo que incluye el acuerdo ya firmado con
empresas estadounidenses en el Ciadi, un posible entendimiento con el Club de
París y la difícil negociación con los fondos especulativos por la deuda en
default.
El objetivo final ahora es que la Argentina consiga
financiamiento externo para frenar la sangría de reservas y promueva la llegada
de inversiones.
Sin embargo, este propósito todavía se encuentra en su fase
inicial y es complejo. Además, el pragmatismo político de Capitanich es más
claro que la doctrina económica del ministro Axel Kicillof, que combina recetas
heterodoxas y ortodoxas.
La influencia papal
Aquella pulseada entre Néstor Kirchner y el entonces jefe
del Episcopado Jorge Bergoglio y esta sintonía de Cristina Fernández con el
ahora Papa Francisco son contradictorias y también forman parte del giro
oficial más amplio en el ejercicio del poder.
La Iglesia había sido uno de los tantos adversarios
políticos del kirchnerismo durante la década pasada, por sus concepciones
conservadoras, pero ahora pasó a ser escuchada a partir de la enorme influencia
del Papa argentino.
El volantazo quedó reflejado en el proyecto de reforma y
unificación del Código Civil y Comercial aprobado esta semana por el Senado,
con varias modificaciones a pedido de la Iglesia que incluyen retrocesos en las
políticas oficiales.
También, en la designación del sacerdote Juan Carlos Molina
como nuevo titular de la Secretaría de Programación para la Prevención de la
Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), luego de un llamado
de atención del Episcopado. El atenuante es que Molina es un cura cercano a los
Kirchner.
Las modificaciones al proyecto original de Código Civil
original fueron impulsadas a riesgo de profundizar grietas dentro de propio
kirchnerismo, especialmente con los guardianes de las batallas ideológico-políticas
del pasado.
Esta semana organizaciones oficialistas como el Movimiento
Evita, el CELS y la CTA dejaron en claro sus diferencias con la reforma, en
tanto que Miguel Pichetto, jefe del bloque de senadores, no ocultó su deseo de
que la Cámara de Diputados dé marcha atrás con algunos cambios, particularmente
el controversial 19, que define el inicio de la existencia humana. Esos
sectores sienten que perdieron muchas de las batallas ganadas en la última
década.
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