Por Martín Risso Patrón |
«...los
resultados de las elecciones muestran que la población ha optado
mayoritariamente por el Partido Obrero” y es “importante poder traducir [en la
presidencia del Concejo] lo que la gente votó”.» [Arturo
Borelli, concejal electo del Partido Obrero, Salta]
Sistemáticamente,
no
Así
nomás, de manera sistemática, el PO nunca entró en la discusión para elegir la
Presidencia legislativa ni en la legislatura provincial, ni en el Concejo
deliberante de la ciudad de Salta, lugares donde tiene desde hace años,
representación política surgida de elecciones.
Además, el establishment local
le negó en reiteradas oportunidades el acceso a alguna vicepresidencia, aún a
costa de esperpénticas roscas no siempre leales para con la Democracia. Sucede
que, los órganos legislativos tienen la facultad de elegir soberanamente sus
autoridades en la primera sesión de que se trate.
La
costumbre ha determinado que sea electo un representante de la primera minoría,
o de la mayoría, según sea el caso, de la composición del Cuerpo. Pero eso,
legitimado de hecho por la práctica, no elimina la posibilidad de discutir
otras opciones. Así las cosas, por esas cosas que tiene la vida, la expresión
trotskista del voto popular, hoy, en el legislativo municipal salteño, se
constituye en la primera minoría con 9 legisladores, a apenas 2 de la mayoría.
Ahí
es cuando el legislador cabeza de lista, el joven edil trotskista
Arturo Borelli, y demás integrantes de la dirección del Partido, reclaman
se cumpla con la práctica consuetudinaria de elegir al presidente del
Concejo a él o a otro concejal por ser la primera minoría.
El
peronismo local en su múltiple expresión de división en irreconciliables
facciones, para esto presiente que tiene guardada la carta de la unidad para
enfrentar al ogro. Unidos en la angustia que produce esa primera
minoría, discuten aceleradamente, por hoy, a quién poner como dirección del
cuerpo. Total, juntan los necesarios brazos para levantar en tal sentido.
El
PO toma de su misma medicina: negarse a la discusión cuando era
minoría-minoría, y se la dan en una enorme cucharada hoy; a tragarla como la
purga aquella horrorizante de la niñez, y a pelarse...
Síntomas
de la antidemocracia
Este
problema muestra a las claras, que, para la realidad política aldeana
de este Valle, la verdadera, la única, la sana discusión democrática, no existe.
Da lugar a la mera ocupación de espacios institucionales legitimados por el
voto popular, solamente para ejercitar la estéril discusión del Poder
contingente, el pequeño, el mínimo y mezquino que identifica al
caudillaje. Excluyo de esto al PO, a pesar que sostengo que su argumento
"ser presidente por constituir la primera minoría" es
insuficiente, por no estar definido nada más que en la práctica,
que por otro lado el mismo Partido Obrero se negó a legitimar tantas veces
cuando era pequeño.
El
oficialismo municipal entra en su propio laberinto del que por cierto desconoce
siquiera si conduce a algún lado, porque nunca, nunca estuvo preparado para ser
minoría-minoría, dispersa en dolorosas facciones. De modo que enfrenta la
también dolorosa tarea de sacarse las pestañas sólo por negarle al PO la
presidencia, y no por que pueda constituirse, el oficialismo, como opción
política de conducción legislativa municipal, simplemente porque perdió como
en la guerra en las elecciones. Lo que también lo deslegitima ara presidir
el cuerpo.
Corolario
de de todo esto, según mi modesta opinión: 1] La discusión electiva de la
dirección del cuerpo legislativo habrá sido estéril, como lo fue siempre,
sencillamente porque no hay argumento posible, como están las cosas, para
sostener si la primera minoría, o el conjunto de votos de las otras minorías
tendrán legítimo representante, según sea la votación; y, 2] Porque, consagrado
un presidente por el rejunte de las minorías que se pelean por el Poder, y
vencido el PO, no se habrá vencido ni al trotskismo, ni a los propios miedos,
es más, se habrá agigantado el vacío político que hoy identifica las
prácticas republicanas, enviciándolas. Las facturas se están imprimiendo, y
el Intendente lo sabe.
En
cuanto al PO, necesariamente deberá mirar hacia dentro de sí para
regular su marcha institucional en los órganos soberanamente republicanos en
que actúa por obra y gracia de la constitucionalidad.
Isa
también se toma la purga
Clarísimo,
doña Clota. El negocio de votar la presidencia del Concejo deliberante de
Salta, hoy cuesta sangre en términos de Poder, más si de peronismo
ultradividido se trata. Las facturas saldrán a luz apenas al inicio de las
prácticas legislativas. El Pueblo sufrirá las consecuencias.
¿El
costo de tanto desquicio republicano? sólo lo sabe el oficialismo de este Valle
de Salta. Las internas son el perno que tiene metido bien metido recontra
metido, para colmo oxidado, en su propia fuerza política, el oficialismo
isista.
© MRP y Agensur.info
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