Por Ricardo Montacuto @montacuto |
Pasaron dos días y ha crecido la polémica –fuerte- tanto en
las redes sociales como en la política y el mundo periodístico. De ida y
vuelta, la bronca y el debate circularon en Buenos Aires y muy especialmente en
Mendoza, donde muchas periodistas y “periodistos” a quienes ofende más una
publicación –no importa del gusto que fuere, es otra discusión- que lo que
ocurre todos los días en la Argentina.
Los hechos: la revista Noticias ha hecho una provocativa
tapa con un fotomontaje mostrando a Cristina desnuda. El rostro de la
presidente en un cuerpo desnudo de mujer, al que por supuesto no se le ve más
que su desnudez.
Es una foto que sugiere y no muestra aunque de dudoso gusto
estético, diferente por ejemplo de la que la revista Barcelona le dedicó a la
dirigente pro dictadura Cecilia Pando. Por odiable que sea la señora, no se ha
visto a ninguna organización de género defender a Pando por su condición de
mujer. Se ve que hay mujeres con más derechos que otras, entonces. Pero esa
también es otra discusión.
Hay una avalancha de pedidos de castigo, gente denunciando
que Noticias incurre en violencia de género, discriminación, libertinaje de
prensa, cataratas de insultos... Hay legisladores pidiendo el bloqueo de la
edición, y se formalizaron acciones penales. La metáfora: la revista está
acompañada de su título principal que habla de “La reina desnuda”, comparando
la ausencia política de la presidenta con aquella famosa fábula de Hans
Christian Andersen, donde al rey de una comarca le habían hecho creer que
vestía una tela maravillosa, pero que era invisible a los tontos y a los
necios. Era un engaño, y por supuesto el
rey se paseaba en pelotas por el
pueblo y todos hablaban alabanzas del vestido… de los colores vivaces y los
bordados de oro.
Es obvio que para los editores de Noticias el vestido es el
modelo -y el rumbo del país- y el rey desnudo es Cristina. La nota alude a la
ausencia de la presidenta de los temas centrales de la Argentina. Sin ir más
lejos, hay gente desde hace días enteros agobiada de calor y sin luz protestando
en calles, esquinas, rutas y vías de tren con la paciencia absolutamente
descontrolada mientras los ministros se defienden de la peor forma. Y el
viernes hubo 17 gobernadores refinanciando unos 14.400 millones de pesos en la
Casa Rosada. Cristina estuvo y está a 2.500 kilómetros de ambas escenas, y en
silencio. De todos modos, la calidad gráfica y la creatividad de la tapa tanto
como el contenido son materia de otra discusión y del rigor profesional con que
se debe trabajar la información.
¿No estaremos exagerando un poco? No se advierte cuál es la violencia contra el sexo femenino, la
violación a la ley de protección integral a la mujer, la discriminación, la
ofensa… ¿Dónde quedó el sentido del humor, dónde quedó la interpretación
política a través de la gráfica, dónde quedaron Crítica, Primera Plana, El
Mosquito, las geniales tapas de Humor, la irreverencia inteligente? ¿Y Mafalda?
Y finalmente… Aunque la tapa fuere amarilla, mala, pésima, de mal gusto, y
todos los calificativos que se les puedan ocurrir… Noticias tiene el derecho de
publicarla.
En Mendoza fue muy interesante este debate porque muchos
periodistas -hombres y mujeres- están clamando su indignación a los cielos.
Claro que no los hemos visto firmar notas denunciando la corrupción, el espionaje
del General Milani o las sospechas sobre su accionar en la dictadura, los
cortes de luz ni han escrito sobre las condiciones terribles a las que se
obliga a vivir a la gente sin energía eléctrica luego de diez años de populismo
energético, que se está pagando hoy y con creces. Nadie los vio ofenderse por
el informe de la UCA sobre la pobreza, ni
escandalizarse por la inseguridad. ¿Alguien se ofendió por el crimen
salvaje de Gustavo Pelegrina, un padre de familia esta semana en el Poliguay,
producto de la enorme violencia descontrolada entre barras embrutecidos que
entraron a los tiros a un lugar a matar y hacer daño…? ¿No les ofende que esas
personas no hayan accedido a educación, cultura, valores?
Aquí hubo un capítulo de debate tan virulento como el
porteño. Hay un elenco de periodistas, comunicadores institucionales, prensa
oficial de distintos oficialismos, pensadores, artistas, dirigentes y
dirigentas de Organizaciones No Gubernamentales, líderes de Opinión, ofendiéndose hasta la última fibra de sus
almas sensibles por la tapa de Noticias. Se entiende tal actitud de quienes
reciben sueldos, subsidios, aportes, apoyo, difusión, auspicios para sus
proyectos musicales o de cine, de parte del gobierno. Del resto es más difícil.
Tal vez sea el respeto por la investidura. En una encuesta online publicada
ayer en este diario, más del 40 % de los lectores opinó que la tapa era
irrespetuosa con CFK. Es difícil pensar que sean todos kirchneristas. Más bien,
la gente cree que está mal tomarle el pelo a un presidente. Sin embargo hay un
doble estándar en el discurso de los comunicadores en cuestiones de género:
ofende mucho más ver que la prostitución en Mendoza sigue a full, con avisos
disimulados para sortear las regulaciones. ¿Quién se ofende por eso? Muchos de
los que se quejan en las redes sociales de la Tapa de Noticias tienen empleadas
domésticas extranjeras sin declarar en la Anses y en la Afip. ¿Y si se miran al
espejo y se ofenden?
Indignan más la censura y la exageración, a la vez que hay
silencio sobre los problemas verdaderos del país. ¿Por qué no usan un poco de
esa energía de bronca, de odio, para pedirle al gobierno que garantice energía
eléctrica a los argentinos, por caso?
¿Y Cristina? Es imposible anticipar el comportamiento de la
presidenta en un asunto como éste. Pudo explotar de manera volcánica o
simplemente no darle importancia, y reírse de todo. Es legítimo suponer que lo
primero que habrá hecho es mirar la tapa con ojo femenino. Cristina también es
humana mal que le pese a la militancia.
Hay un asunto adicional, anticipando que la respuesta al
planteo será virulenta: creo que se ha implantado una suerte de “odio de
género”. Hay muchas mujeres referentes de la sociedad argentina, con réplica
mendocina y cada una en su ámbito, que parecen odiar a los hombres. Lo hacen
evidente en sus opiniones y publicaciones en las redes sociales cada vez que
surge este tipo de polémica. Eso ¿No es una cuestión de género? Semanas atrás,
la doctora Carolina Jacky nos dijo al aire en Te Digo Lo que Pienso, de MDZ
Radio, que los chistes de suegras
significaban violencia de género y discriminación. ¿No nos pasamos de
rosca? Pareciera que el análisis de las cuestiones políticas y mediáticas mujer-hombre
se analizan desde el resentimiento. Claro que hay hombres que adhieren a ese
discurso con fe militante y energía apropiadas de los asuntos políticamente
correctos. Y está bien que así sea.
La sociedad debe
bregar mucho aún por el equilibrio entre géneros. Hay que trabajar más por
todos los derechos que aún las mujeres no tienen y los hombres sí. Y hay que
proteger a la mujer de la violencia familiar, de pareja, social, política,
institucional, porque durante decenas de años ha sido violada y maltratada en
todo sentido. Sin embargo, nos fuimos del otro lado, fomentando esta suerte de
“odio de género” que luego se transmite a los medios como una cosa masculina.
Los medios son masculinos, hombres… y
por lo tanto hay que odiarlos. Todo este asunto aborda una temática muy
compleja de la que casi nadie se anima a hablar. Y que requiere aún trabajo
científico, revisión académica, sociológica y psicológica. Y mente abierta,
claro. No habrá otra manera.
De los muchísimos planteos que leímos en Twitter por estos
días, rescatamos el de una mujer que se preguntaba qué hubiese pasado si el
presidente era un hombre, y si lo hubiesen caricaturizado así. Es terreno
especulativo, pero es probable que la tapa de Noticias hubiese sido mucho peor.
Finalmente, todo este asunto le hace el juego a quienes no
quieren hablar en serio del país. Y nos distrae de los temas trascendentes.
¿Quién sale beneficiado entonces? No habría que quejarse tanto. Perseguir a Noticias, a un medio
cualquiera, por una publicación los coloca a la derecha de Cecilia Pando,
mientras detrás del escenario –berreta- se les pasan los grandes temas del
país. Para pensarlo. ¿No?
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