viernes, 13 de diciembre de 2013

Cristina copió a Perón y se equivocó

“¡Que los cordobeses se cocinen en su propia salsa!”, un análisis sobre lo ocurrido en la primera provincia en la que hubo disturbios.

Por Ceferino Reato (*)
En un sentido estricto, la presidenta Cristina Kirchner es más evitista que peronista; es decir, venera a Eva Perón, pero no Juan Domingo Perón, a tono con la Juventud Peronista de los setenta, que veía en el general a una persona más bien conservadora y acomodaticia, al contrario de su esposa, a quien consideraban una revolucionaria decidida.

En realidad, no hay nada en los dichos o escritos de Evita que autoricen esa división, pero se trata de una interpretación extendida en el ala izquierda del peronismo, si se la puede llamar así. 

Expliqué eso en mi último libro, ¡Viva la sangre!, a la luz de lo que sucedía con los montoneros cordobeses.

Lo interesante es que, cuando comenzó la ola de saqueos, precisamente en Córdoba, la Presidenta imitó a Perón, a quien en febrero de 1974, en circunstancias similares, se le atribuyó una frase que quedó en la historia: “¡Que los cordobeses se cocinen en su propia salsa!”.

En aquel momento, también se había rebelado la Policía de Córdoba, pero con un contenido claramente político; no en función de un reclamo salarial sino descontenta con el gobernador Ricardo Obregón Cano, a quien detuvieron junto con su vice, Atilio López, y decenas de funcionarios y legisladores en la propia Casa de Gobierno.

El jefe de Policía era el teniente coronel retirado Antonio Domingo Navarro y el episodio se conoce ahora como “El Navarrazo”. Las fuentes consultadas para ¡Viva la sangre! coinciden en que esta rebelión policial fue organizada por el gobierno nacional para dejar fuera de juego a Obregón Cano, un aliado de Montoneros. Lejos de ayudar al gobernador que había sido elegido hacía menos de un año, Perón, que era presidente, aprovechó el vacío de poder creado y envió un proyecto de ley al Congreso para intervenir parcialmente la provincia, que fue aprobado casi de inmediato.

Perón ya estaba enfrentado duramente con la que había sido su “juventud maravillosa” y de allí el sentido de su frase. Cristina quiso hacer lo mismo con José Manuel De la Sota, el díscolo gobernador cordobés: cocinarlo en su propia salsa. Por lo que se sabe, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, era partidario de ayudar a De la Sota, algo acorde con sus pretensiones futuras, pero recibió una orden precisa de la Presidenta, a través del secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, otro cordobés: le dijo que no se metiera en Córdoba, “un tema nuestro”.
Pero, a la Presidenta le salió mal la jugada porque De la Sota cedió con creces a las presiones policiales y otorgó un aumento que contagió a las policías de otras provincias con la extensión capilar de los saqueos y la multiplicación de muertos, heridos y locales robados.

La frase de Perón sigue vigente, pero no son solo los cordobeses quienes se han cocinado en su salsa.

(*) Editor ejecutivo de la revista Fortuna

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