Lo de Córdoba reflejó
que el adn K no cambia con nada. El incendio.
Por Alfredo Leuco |
La administración Capitanich empieza a mostrar más pena que
gloria. Casi no tiene buenas noticias para exhibir. Mucho ruido y pocas nueces. La sanata es más moderada y menos mentirosa, pero de medidas concretas que
solucionen los graves problemas, ni hablar.
El conflicto de Córdoba le hizo pagar más costo político al
jefe de Gabinete que al gobernador De la Sota, al que terminaron victimizando
con tantos ataques en el medio de la anarquía policial. Hasta un humorista
querido como Chichilo Viale dijo que “el gobierno nacional les tiraba piedras a
los cordobeses en lugar de soluciones”, y que sintió un poquito menos que asco
al escuchar a Capitanich.
Pero lo que más impactó en el ánimo del ex gobernador
chaqueño fueron las críticas del obispo auxiliar, que caracterizó como
“lastimosas” sus palabras. Es que Coqui se ve como un orgulloso cuadro de la
Iglesia en el peronismo.
La primera piedra de cierta dimensión que tuvo en su camino
mostró a un Capitanich hablado por Cristina, obligado a un discurso caprichoso
y negador, que no es su estilo. Apareció un nuevo producto político que
podríamos llamar “Cokristina”. Los Kirchner nunca han sido generosos para parir
herederos. Por eso casi no tienen cuadros propios de envergadura. Pisan todos
los brotes en lugar de que florezcan mil flores, como proclamaba Néstor. En
este caso, Cristina le cerró la puerta en la cara a Capitanich y lo corrió de
su eje. Su único interés es mostrarse a nivel nacional como un líder del
peronismo flexible y negociador capaz de ser presidente en 2015. Pero si lo
obligan a “cristinizarse” es probable que en poco tiempo piense en volver a
Chaco. Sabe que los kirchneristas más autoritarios –como Guillermo Moreno y
Abal Medina– volaron del gabinete, y no para producir una oxigenación, como
dicen los paraperiodistas K: Cristina fue obligada por los votos a tirar por la
borda a ambos. Para soltar lastre. Moreno ya hizo oír alguna queja. Será
patotero e ineficiente, pero tiene sangre en las venas. Abal está en la
clandestinidad de su propia depresión y silencio, al borde del exilio de la política
activa, siguiendo el ejemplo de su viejo líder, Chacho Alvarez.
Este grave inconveniente de conducción política parece no
afectar a una Cristina que se mostró sonriente y juguetona, sin luto pero algo
ausente y fugaz. Tomó juramento a una ministra de Seguridad especialista en
emergencias, que estuvo en Kosovo y en el tsunami de Indonesia, pero que no
dijo ni hizo nada respecto de la peligrosa situación de Córdoba.
Se equivoca la gestión de Cokristina si cree que las llamas
de los desbordes sociales, el vandalismo y las bandas de narcos reconocen o
respetan los límites provinciales. Los reclamos de otras policías, de otros
empleados del Estado y otro tipo de piquetes por la falta de agua y luz
producto del temporal en el GBA se pueden extender como reguero de pólvora. En
el Congreso de la Nación, durante la elección del nuevo rector de la UBA, hubo
encapuchados que tiraron bulones con sus gomeras y bombas molotov. Las
agrupaciones trotskistas tomaron distancia de semejante violencia inexplicable
que debe seguirse de cerca. El robo de gran cantidad de armas de una agencia de
seguridad tiene que encender las alarmas y convocar a todas las fuerzas
democráticas a firmar, a treinta años de democracia, un nuevo contrato de
convivencia pacífica que valore las protestas y las movilizaciones pero que
limite tanto patoterismo como primera respuesta.
Tres dirigentes cristinistas apoyaron en la Facultad de
Periodismo de La Plata a Fernando Esteche, jefe de Quebracho y condenado por la
Justicia a casi cuatro años de prisión por su irracionalidad antidemocrática.
Esa señal del oficialismo fogonea las agresiones más feroces.
Pero lo más inquietante son las arenas movedizas en las que
quedó empantanado Amado Boudou. Mientras más se mueve, más se entierra y más
salpica a CFK. Hay ministros –y hasta Carlos Zannini– que estudian si no llegó
la hora de soltarle la mano a Amado. Son contundentes los testimonios y las
pruebas que hay en el caso Ciccone y burdas las coimas que esta banda de
descuidistas marplatenses (Jorge Asís dixit) cobró con la falsa refinanciación
de la deuda de Formosa.
A Cristina le cuesta demasiado disciplinar a la tropa. Hay
chisporroteos en todos los sectores. Horacio Verbitsky cuestiona al general
César Milani, mientras Hebe de Bonafini lo elogia y entrevista como si fuera
Líber Seregni y le entrega su emblemático pañuelo blanco a Aníbal Fernández
como si fuera la reencarnación de Rodolfo Walsh. Mario Ishii se queja de La
Cámpora y hace rancho aparte, Juan José Mussi y Arturo Puricelli le renuncian a
quien nadie le renunciaba, Daniel Scioli se acerca cada vez más a sus pares de
estilo como Sergio Massa y Martín Insaurralde, y respira aliviado porque ahora
es Capitanich a quien Cristina agarró para el cachetazo. En esta columna,
veinte días antes de las elecciones, anticipamos por deducción que Insaurralde
iba a terminar lejos de Kunkel y CFK y más cerca de Massa y Scioli. En ese
camino está. Sólo hay que darle tiempo.
El cristinismo cultural sigue apostando al verticalismo.
Mira la realidad con un solo ojo. Un comunicado del gremio repudió las palabras
críticas de Jorge Lanata en los Premios Tato. No se escuchó esa voz
institucional cuando Casero, Gianola, Legrand, Darín, Subiela y Campanella,
entre otros, recibieron descalificaciones más graves porque en algún caso
fueron desde el Estado y con acciones intimidatorias. ¿El gremio defiende a
todos los artistas o sólo a los militantes K?
Finalmente, en la economía hay una suerte de continuidad del
morenismo por la vía pacífica. El mismo rumbo aunque mas light, pero con los
problemas que se agravan. La recaudación que se frena, la inflación que sube,
las reservas que caen igual que las exportaciones a Brasil o la producción
automotriz. Y encima, el cepo recargado. En lugar de insultar y ordenar, a los
empresarios se les solicita que sean patriotas, que produzcan más y que no
despidan trabajadores. Al viejo estilo del maestro Juan Carlos Pugliese, Axel
K. les habló con el corazón. Veremos si le responden con el bolsillo.
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