Por Gabriel Profiti |
Por razones de fuerza mayor, el semillero oficialista
finalmente dio un fruto de recambio y quizá esa sea la novedad política más
importante del año, incluso por encima de la resonante victoria de Sergio Massa
en Buenos Aires.
El exgobernador de Chaco Jorge Capitanich fue designado jefe
de Gabinete, con la particularidad de que ese cargo conlleva por primera vez en
diez años de kirchnerismo toda las atribuciones asignadas por la Constitución,
a raíz del lento retorno de Cristina Fernández a la actividad plena. Ni Alberto Fernández, integrante de la mesa chica del poder
hasta su portazo en 2008, tuvo el protagonismo asumido ahora por Capitanich.
En
aquellos momentos, la centralidad política estaba en Néstor y luego se trasladó
a Cristina.
En pocas horas, el excompañero de bancada del Senado de
Cristina Kirchner dio dos conferencias de prensa, se reunió con gremialistas y
empresarios y anticipó su visita al Congreso para reunirse con los presidentes
de los bloques de la oposición. También comenzó a frecuentar gobernadores y
ministros.
Eso es lo que ni más ni menos le confiere a un jefe de
Gabinete la Constitución desde que esa figura fue incorporada dentro de la
estructura de Gobierno como una copia mal redactada de los sistemas
parlamentarios.
"Si le sale bien queda muy bien instalado",
coincidieron distintos hombres del propio Gobierno luego de la hiperactividad
que mostró el reemplazante de Juan Manuel Abal Medina. La comparación surge
sola con Brasil, donde Luiz Inacio Lula Da Silva bendijo a Dilma Rousseff como
su candidata presidencial.
Más que a la política, a la cual domina con bastante
destreza, la suerte de Capitanich está ligada a otro ámbito que también conoce
en profundidad, la economía, pero cuyas decisiones debe compartir con Axel
Kicillof, el arquitecto de la política económica ahora formalizado en el cargo.
Sintonía fina II
Esta semana entre ambos se repartieron los anuncios
destinados a poner en marcha una nueva fase de la trunca sintonía fina
anunciada luego del triunfo electoral de 2011. Esto es, en una primera etapa,
un aumento de impuestos para autos de alta gama, embarcaciones y aviones con el
fin último de desalentar la compra de esos vehículos importados y cerrar el
goteo de las reservas del Banco Central.
También se espera el anuncio de una eliminación gradual de
subsidios a la energía, lo cual desalentaría el consumo y permitiría un
descuento de la factura energética, que en los primeros diez meses del año se
acercó a 6.000 millones de pesos.
Y es probable que haya una medida destinada a desalentar el
turismo en el exterior, por el cual también sufren las reservas.
La omnipresencia de Capitanich y Kicillof saturó la agenda
mediática en sus primeros días en funciones, junto con el segundo gran golpe de
la semana: la salida de Guillermo Moreno del elenco de colaboradores de
Cristina Kirchner a partir del 2 de diciembre.
Esa baja medular servirá para entablar un trato distinto con
los distintos interlocutores económicos, pero hay que ver si implica cambio de
políticas. De hecho, seguirán los acuerdos de precios y, se sabe, Kicillof
promueve extremar la intervención del Estado en los distintos sectores de la
economía.
Heridos y rivales
En paralelo, la rotación gubernamental dejó heridos: los
reemplazados, Abal Medina, Mercedes Marcó del Pont (relevada del Banco Central)
y Norberto Yauhar (Agricultura), pero también aquellos que se entusiasmaron con dar el salto a ese puesto
estratégico como el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri y el ministro de
Interior y Transporte, Florencio Randazzo, ambos promovidos por el secretario
de Legal y Técnico, Carlos Zannini.
En ese contexto, el caso de Daniel Scioli es particular.
Después de haber dejado los pies en el plato del oficialismo, el gobernador
bonaerense juega a ser el sucesor natural de Cristina Kirchner y el
nombramiento de este Capitanich con amplias facultades parece un escollo para
sus fines.
Sin embargo, Scioli dejó trascender que está feliz con el
ascenso porque cree en sus capacidades e incluso -erguido en su optimismo
natural- se animó a mencionarlo como posible compañero de fórmula, ya que el
chaqueño podría representar a las provincias del norte.
Al igual que el Gobierno, Scioli otea el futuro -para el que
imagina una gran primaria entre candidatos justicialistas- con el presente en
el que lidia con el surgimiento del Frente Renovador de Massa, cuya base precisamente
es Buenos Aires.
Para superar esas amenazas a la gobernabilidad, Scioli tiene
avanzado un acuerdo con Francisco de Narváez, su exrival, con el fin de
absorber su diezmada estructura legislativa provincial.
El mandatario mantuvo reuniones con Gustavo Ferrari, mano
derecha de De Narváez, quien pasaría a cumplir un cargo de asesor general del
Gobierno -como el que tenía su hermano Pepe Scioli hasta cruzarse al
denarvaísmo- y con Franco La Porta, otro hijo pródigo del sciolismo que
llegaría para cubrir un puesto en el área ejecutiva provincial.
La Porta había sido titular de Loterías y Casinos bonaerense
en el gobierno de Scioli y diputado provincial. Al igual que Pepe Scioli había
decidido jugar políticamente con De Narváez.
Desde España, Massa no estuvo ajeno a esos movimientos.
Ganador de las elecciones, el diputado nacional electo está dosificando sus
apariciones para que su figura de presidenciable no pierda envergadura en los
largos próximos dos años.
De hecho su paso por Europa buscó mostrarse como respetuoso
de las inversiones extranjeras y se trajo una frase que lo satisfizo del líder
del Partido Socialista Obrero Español (PSOE): "No les queda nadie con
quien pelearse. Con todos están mal. Solo tienen de amigos a Irán y
Venezuela".
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