lunes, 4 de noviembre de 2013

Magnetto y el Loco de la Motosierra

Por Jorge Fernández Díaz
Una actriz cierra los ojos y se lleva una mano al corazón rodeada de mariscales de la derrota que alzan los dedos de la victoria. Es una foto feliz, todos están emocionados. Asaltaron el Palacio de Invierno y derrotaron al Napoleón del crimen. Por fin la Argentina se libró de las cadenas del mal . Almas tiernas los ayudaron hace cuatro años, gente bienintencionada y tan pero tan progresista que acompañó la sanción de una ley de medios hecha a medida de un matrimonio feudal. No hay nada de malo en fabricar motosierras, el problema es regalárselas al descuartizador del barrio en el Día de los Inocentes.

Después pasan por la televisión extraños personajes, surgidos de la Tierra de los Muertos Vivos (pero muy vivos). Ellos nos sugieren que la larga mano invisible de Magnetto es la que produjo el golpe de mercado contra Alfonsín, el giro neoliberal de Menem, el boicot contra la Alianza, la debacle económica de 2001 y la entronización de Duhalde. Es un hombre tan genial y poderoso que ha eclipsado a la mayor de todas las corporaciones. Me refiero a ese grupo de millonarios que siempre están preocupados por los pobres (porque siempre siga habiendo muchos), y sin el cual es realmente imposible gobernar la nación: el peronismo.

Es este mismo movimiento inevitable y sucesivo, representado por barones y duques provinciales propensos al travestismo, el nepotismo, la corrupción y la censura, quien dicta cátedra ahora sobre libertad de prensa utilizando el viejo truco de los nacionalismos. Goebbels lo llamó Principio de Simplificación y del Enemigo Único. Es así como un empresario voraz y muchas veces impiadoso (quienes competimos con él en distintos medios lo sabemos de sobra), que tuvo relaciones con los distintos gobiernos (como todo el establishment ), se transforma de repente en la clave y razón de todas nuestras penurias. Ya el mundo no se explica por derechas e izquierdas, ni por la lucha de clases, ni siquiera por la tensión comercial entre el imperio y las colonias. Todo se explica por este Anticristo mediático, culpable del analfabetismo, la desigualdad, la inflación, el calentamiento global y las alergias subcutáneas.

Dicho sea de paso: la palabra "democracia" en boca de quienes han militado ardorosamente para toquetear su disco rígido, demostrando que confunden simple sufragio con república y que practican un gobierno cerradamente unitario mientras glorifican a los caudillos federales del siglo XIX, parece una broma más de esta época dominada por el chiste y la farsa.

Hubo que poner el cuero y la palabra durante estos años para que no se llevaran puesta a la Corte Suprema, que fue atacada ferozmente por el Poder Ejecutivo y sus artistas de variedades. El reciente fallo fue celebrado obviamente por el feudoprogresismo, que esta semana ha descubierto las bondades de la independencia judicial luego de haber hecho todo lo posible para hundirla.

El fallo es consecuencia entonces de un primer error irreparable: haber cedido a la tentación de impulsar un honesto y necesario reordenamiento del espectro audiovisual bajo la urgencia de una batalla política que llevaban a cabo dos presidentes dominados por un odio patológico hacia el periodismo, con muchísimo que ocultar, un manejo discrecional de la pauta publicitaria y una larga tradición en el arte de acallar críticas. Algunos de los ideólogos y acompañantes sinceros de aquel error descomunal se arrepienten hoy de lo que hicieron ayer. Es que con pleno aval para avanzar sobre el asunto en tanto que se resolvía la cuestión judicial del Grupo Clarín, el Loco de la Motosierra confirmó lo que en verdad pretendía con los medios: acentuó su apoyo publicitario a privados para que divulgaran el relato, hizo la vista gorda con multinacionales que se le rendían, favoreció amigos que rompían reglas para quedarse con radios y canales nuevos, frenó las chances de emprendimientos independientes y trató, en suma, de construir con el erario un gigantesco monopolio oficialista. Todo esto mientras presionaba a supermercados y afines para que retiraran sus avisos de los diarios y les produjeran un grave perjuicio. Motosierra para todos y todas.

Los alumnos de la Afsca se desmayaban de gratitud estos días frente a la sentencia y aseguraban que la Corte consagró un cambio de paradigma: la libertad de expresión no es más un derecho individual (concepto "de claro corte liberal"), sino que pertenece al derecho colectivo. Esto corre para el espectro, que es finito, pero deja abierta la idea de que podría extenderse a otros ámbitos. Si es un derecho colectivo, en el futuro sólo el Estado podría decidir sobre el tema. Recordemos que para los acólitos del Gobierno, el periodismo con avisos privados es sospechoso y acaso perverso; en cambio, con fondos públicos y alineado con los "intereses populares", se vuelve magnífico. Por supuesto, el pueblo nunca fue capaz de escuchar la radio que quería ni de ver el programa político que se le antojaba. Es por eso que ahora vendrá la Presidencia de la Nación, que es tan pluralista, a otorgarnos la libertad.

Según algunas musas de la Afsca, con la anterior norma "la información estaba bastante lejos de los derechos de los ciudadanos y bastante cerca de los balances de contadores". Donde dice contadores, ahora habrá que poner funcionarios, burócratas, punteros y militantes. No importará si los medios son rentables, puesto que la plata la seguirán aportando los esforzados contribuyentes. Lo único que importa es que no disientan del amo.

Lo mejor de los "especialistas" oficiales llega, sin embargo, cuando sostienen que toda esta metamorfosis obedece al propósito de terminar con el "discurso único", al que por supuesto la revolución cristinista no aspira. Y que todo se hace para propender a "un mundo plural y diverso", donde la "tolerancia es necesaria". Hay muchos ejemplos entre los socios del Gobierno sobre cómo se propende a estos altos valores: no hace falta más que ver cómo funcionan ya la tolerancia y la diversidad en Tucumán, Formosa, Chaco, Jujuy, La Rioja, Salta, Santa Cruz y Santiago del Estero, y cómo florecen en los medios del Estado nacional, donde pueden oírse voces tan antagónicas y donde a los periodistas se les permite formular preguntas incómodas, como la que le hizo Juan Miceli a aquel verdadero gladiador de la libertad de prensa.

El fallo le dio una transfusión de sangre a un gobierno negador, que nunca asumió la derrota electoral y que ahora tiene la oportunidad de seguir jugando el juego que más le gusta. Clarín cometería una grave equivocación si se lanzara a una escalada mediática, porque resultaría de ese modo funcional al kirchnerismo, que quiere erigir un ring en medio de la emergencia gestionaria para llevar a cabo su pugilismo de pacotilla y así no tener que debatir una agenda abierta donde deba dar respuesta a las verdaderas razones del voto castigo: hay 11 millones de pobres a pesar del viento de cola, y desde abril hasta ahora, por efecto inflacionario, se agregaron otros 490.000. Los narcos colombianos hacen negocios en estos territorios, y el paco avanza y multiplica la inseguridad. La hemorragia de reservas es alarmante, las inversiones están congeladas, el déficit fiscal se ahonda y los agentes de Cristina andan por Washington tratando de convencer a Obama, al FMI y al Club de París de que somos un país serio y de que deberían defendernos frente a los fondos buitre, mientras en Buenos Aires actúan esta desopilante comedia chavista..

© La Nación

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