Michelle Bachelet: En Chile hay una sensación de "carrera ganada". |
Por Rogelio Núñez
La campaña electoral chilena ha sido aburrida y previsible.
Aburrida porque desde 2010 ya se intuía que Michelle Bachelet, amparada en su
80% de opinión favorable, querría volver. Y previsible porque desde entonces
las encuestas la situaban como la gran favorita para ganar.
Al menos desde septiembre ya se consideraba esta campaña
como una “carrera ganada” para Bachelet quien ahora se centra sobre todo en
triunfar ya en la primera vuelta, sin necesidad de ir al ballotaje.Así, por ejemplo, durante su intervención en la Plaza Sotomayor de Antofagasta, la ex Mandataria lo señalaba claramente: “Debemos hacer un esfuerzo para ganar en primera vuelta”, ya que así tendremos “más tiempo” para preparar la llegada a La Moneda.
El analista chileno Fernando García Naddaf confirma que
existe en el país “una sensación de carrera ganada por Bachelet. Falta definir
si va a ser en primera vuelta o en segunda. Y para la derecha, puede ser la
peor votación de su historia, lo que la llevaría sin duda a una crisis”.
La estrategia
bacheletista
En estos años la estrategia política de Bachelet también ha
sido previsible (y aburrida). Hasta 2013 optó por alejarse de Chile y su
política contingente a fin de salvaguardar su mayor tesoro, su popularidad. Fue
nombrada Secretaria General Adjunta de las Naciones Unida (ONU Mujer) y allí se
mantuvo en un autoexilio dorado en Nueva York.
Luego, tras desembarcar en Chile a comienzos de este año, su
estrategia estuvo signada por la prudencia, por mantenerse casi en silencio y
no arriesgar el caudal de votos que posee.
Como explica Patricio Navia, “la candidata de la
Concertación se mantiene alejada de los temas políticos clave en su coalición,
así evita contaminarse con la mala evaluación que tienen los partidos
políticos. Su estrategia de ponerse por encima del debate político le ha
permitido mantener su popularidad”
“En cierto modo, Bachelet es como esa vecina que todos
queremos y respetamos y en quien confiamos, pero tiene algunos hijos que son
delincuentes. Si vamos a ir de viaje, confiamos en ella para que cuide nuestra
casa, pero dudamos de la capacidad que ella tenga para controlar a sus hijos
delincuentes que viven en su casa”, asegura el profesor de la Universidad Diego
Portales.
Desde su posición de privilegio ha podido, cómodamente,
observar cómo la derecha se despedazaba a sí misma y peregrinaba en pos de una
unidad y un liderazgo que no ha encontrado.
Además, la posible sorpresa, el surgimiento de una tercera
fuerza, que arrastrara el voto novedoso cansado del duopolio de Alianza vs
Concertación se ha diluido debido a que ese tipo de voto se ha dividido entre
los seguidores de Franco Parisi y Marco Enríquez-Ominami.
Mientras la desunión y las guerrillas internas se extendías
por las diferentes oposiciones, Bachelet tuvo la habilidad de reconstruir, al
menos en apariencia, la antigua Concertación, que ahora se llama Nueva Mayoría
y conseguir unir el agua (la Democracia Cristiana) con el aceite (el Partido
Comunista) pues ambos partidos junto con el Partido Socialista y el PPD
respaldan su candidatura.
“La Nueva Mayoría en realidad es la misma Concertación más
el Partido Comunista. Como dice el viejo dicho, aunque la mona se vista de
seda, mona se queda. La Concertación ha sido una coalición exitosa. Sus
partidos saben que son impopulares, por eso quieren cambiar de nombre. Pero
mientras sigan siendo los mismos rostros, seguirá siendo la misma coalición. El
PC se suma a la coalición y eso hará que se modere más que empujar a la
Concertación a la izquierda”, señala el académico Patricio Navia.
Además, Bachelet ha logrado canalizar los deseos de cambio y
transformación y muchos ven en ella la palanca que articulará la actual
“revolución de expectativas” de las clases medias y regenerará el sistema
político.
El gran peligro para
Bachelet
El gran problema para Bachelet no es, por lo tanto, ganar,
lo cual parece seguro tanto en primera vuelta como en la segunda. Su gran reto
es no decepcionar en su gobierno, dado los grandes y difíciles compromisos que
ha asumido.
No se ha convertido ni mucho menos en una “izquierdista
peligrosa” por su alianza con los comunistas pero ha prometido un viaje para el
cual no cuenta con los medios suficientes.
Algunos, incluso dentro de la coalición de izquierdas, ven
ahí el principal peligro de un futuro gobierno Bachelet quien ha prometido
cambiar la constitución, elevar el gasto público para por ejemplo lograr la
gratuidad de la enseñanza y llevar a cabo una reforma fiscal.
Objetivos todos complicados de llevar a cabo porque el
cambio de la Carta Magna debe hacerse con consenso y el apoyo de una derecha
que no parece inclinada a entrar en esa senda.
Y en cuanto al incremento del gasto público se propone justo
cuando América latina en general y Chile en particular entran en una etapa de
ralentización económica.
El democratacristiano Claudio Orrego lo resume muy
claramente: “Mucha gente mira nuestra candidatura con Michelle Bachelet como
una suerte hada madrina que va a resolver todos los problemas de la noche a la
mañana y sabemos que no es así de fácil … si tú no eres capaz de conducir esas
expectativas, aunque lo hagas bien, la gente va a estar insatisfecha y se
produce una tremenda frustración social”.
Las tres grandes ideas-fuerza de Bachelet van a encontrar
resistencias aunque su triunfo sea contundente. Como el analista de La Segunda,
Sergio Muñoz señala “es posible que la evaluación global de la gestión del
próximo gobierno se juegue en la educación. Y allí hacen falta muchas
precisiones. No es claro de qué manera pueden incidir los cambios legales,
administrativos y financieros propuestos en la calidad de la enseñanza en los
establecimientos financiados total o parcialmente por el Estado”.
“El elemento político más problemático se relaciona con el
confuso debate acerca de la nueva Constitución, en el que han abundado las
consignas simplificadoras y la tentación de los cambios espasmódicos. Será
indispensable que el Gobierno y el Congreso definan un cauce institucional que
evite un largo y desgastador conflicto que podría terminar esterilizando los
esfuerzos por perfeccionar el régimen democrático. La reforma clave es la del
sistema electoral”, concluye Muñoz.
El fracaso de Bachelet en dar respuestas al malestar del
chileno medio puede tener serias consecuencias. En primer lugar para ella y su
gobierno y en segundo lugar para Chile. No hay que olvidar que si bien es
cierto que este país cuanta con sólidas instituciones, seguridad jurídica y
partidos fuertes (aunque desgastados) el voto de protesta con tintes populistas
y antisistema ya ronda el 30% (entre los seguidores de Parisi, MEO y la izquierda
radical). Un caldo de cultivo donde pueden germinarse alternativas
inquietantes.
Como recuerda el analista de Infolatam Héctor Soto, “si no
cumple pronto las expectativas de cambio que su campaña generó, lo más probable
es que a la vuelta de pocos meses Chile volverá a estar en problemas. La
estructura económica aquí funciona, pero la estructura política funciona
menos”.
0 comments :
Publicar un comentario