viernes, 15 de noviembre de 2013

La victoria “cantada” de Michelle Bachelet

Michelle Bachelet: En Chile hay una sensación de
"carrera ganada".

Por Rogelio Núñez

La campaña electoral chilena ha sido aburrida y previsible. Aburrida porque desde 2010 ya se intuía que Michelle Bachelet, amparada en su 80% de opinión favorable, querría volver. Y previsible porque desde entonces las encuestas la situaban como la gran favorita para ganar.

Al menos desde septiembre ya se consideraba esta campaña como una “carrera ganada” para Bachelet quien ahora se centra sobre todo en triunfar ya en la primera vuelta, sin necesidad de ir al ballotaje.

Así, por ejemplo, durante su intervención en la Plaza Sotomayor de Antofagasta, la ex Mandataria lo señalaba claramente: “Debemos hacer un esfuerzo para ganar en primera vuelta”, ya que así tendremos “más tiempo” para preparar la llegada a La Moneda.

El analista chileno Fernando García Naddaf confirma que existe en el país “una sensación de carrera ganada por Bachelet. Falta definir si va a ser en primera vuelta o en segunda. Y para la derecha, puede ser la peor votación de su historia, lo que la llevaría sin duda a una crisis”.

La estrategia bacheletista

En estos años la estrategia política de Bachelet también ha sido previsible (y aburrida). Hasta 2013 optó por alejarse de Chile y su política contingente a fin de salvaguardar su mayor tesoro, su popularidad. Fue nombrada Secretaria General Adjunta de las Naciones Unida (ONU Mujer) y allí se mantuvo en un autoexilio dorado en Nueva York.

Luego, tras desembarcar en Chile a comienzos de este año, su estrategia estuvo signada por la prudencia, por mantenerse casi en silencio y no arriesgar el caudal de votos que posee.

Como explica Patricio Navia, “la candidata de la Concertación se mantiene alejada de los temas políticos clave en su coalición, así evita contaminarse con la mala evaluación que tienen los partidos políticos. Su estrategia de ponerse por encima del debate político le ha permitido mantener su popularidad”

“En cierto modo, Bachelet es como esa vecina que todos queremos y respetamos y en quien confiamos, pero tiene algunos hijos que son delincuentes. Si vamos a ir de viaje, confiamos en ella para que cuide nuestra casa, pero dudamos de la capacidad que ella tenga para controlar a sus hijos delincuentes que viven en su casa”, asegura el profesor de la Universidad Diego Portales.

Desde su posición de privilegio ha podido, cómodamente, observar cómo la derecha se despedazaba a sí misma y peregrinaba en pos de una unidad y un liderazgo que no ha encontrado.

Además, la posible sorpresa, el surgimiento de una tercera fuerza, que arrastrara el voto novedoso cansado del duopolio de Alianza vs Concertación se ha diluido debido a que ese tipo de voto se ha dividido entre los seguidores de Franco Parisi y Marco Enríquez-Ominami.

Mientras la desunión y las guerrillas internas se extendías por las diferentes oposiciones, Bachelet tuvo la habilidad de reconstruir, al menos en apariencia, la antigua Concertación, que ahora se llama Nueva Mayoría y conseguir unir el agua (la Democracia Cristiana) con el aceite (el Partido Comunista) pues ambos partidos junto con el Partido Socialista y el PPD respaldan su candidatura.

“La Nueva Mayoría en realidad es la misma Concertación más el Partido Comunista. Como dice el viejo dicho, aunque la mona se vista de seda, mona se queda. La Concertación ha sido una coalición exitosa. Sus partidos saben que son impopulares, por eso quieren cambiar de nombre. Pero mientras sigan siendo los mismos rostros, seguirá siendo la misma coalición. El PC se suma a la coalición y eso hará que se modere más que empujar a la Concertación a la izquierda”, señala el académico Patricio Navia.

Además, Bachelet ha logrado canalizar los deseos de cambio y transformación y muchos ven en ella la palanca que articulará la actual “revolución de expectativas” de las clases medias y regenerará el sistema político.

El gran peligro para Bachelet

El gran problema para Bachelet no es, por lo tanto, ganar, lo cual parece seguro tanto en primera vuelta como en la segunda. Su gran reto es no decepcionar en su gobierno, dado los grandes y difíciles compromisos que ha asumido.

No se ha convertido ni mucho menos en una “izquierdista peligrosa” por su alianza con los comunistas pero ha prometido un viaje para el cual no cuenta con los medios suficientes.

Algunos, incluso dentro de la coalición de izquierdas, ven ahí el principal peligro de un futuro gobierno Bachelet quien ha prometido cambiar la constitución, elevar el gasto público para por ejemplo lograr la gratuidad de la enseñanza y llevar a cabo una reforma fiscal.

Objetivos todos complicados de llevar a cabo porque el cambio de la Carta Magna debe hacerse con consenso y el apoyo de una derecha que no parece inclinada a entrar en esa senda.

Y en cuanto al incremento del gasto público se propone justo cuando América latina en general y Chile en particular entran en una etapa de ralentización económica.

El democratacristiano Claudio Orrego lo resume muy claramente: “Mucha gente mira nuestra candidatura con Michelle Bachelet como una suerte hada madrina que va a resolver todos los problemas de la noche a la mañana y sabemos que no es así de fácil … si tú no eres capaz de conducir esas expectativas, aunque lo hagas bien, la gente va a estar insatisfecha y se produce una tremenda frustración social”.

Las tres grandes ideas-fuerza de Bachelet van a encontrar resistencias aunque su triunfo sea contundente. Como el analista de La Segunda, Sergio Muñoz señala “es posible que la evaluación global de la gestión del próximo gobierno se juegue en la educación. Y allí hacen falta muchas precisiones. No es claro de qué manera pueden incidir los cambios legales, administrativos y financieros propuestos en la calidad de la enseñanza en los establecimientos financiados total o parcialmente por el Estado”.

“El elemento político más problemático se relaciona con el confuso debate acerca de la nueva Constitución, en el que han abundado las consignas simplificadoras y la tentación de los cambios espasmódicos. Será indispensable que el Gobierno y el Congreso definan un cauce institucional que evite un largo y desgastador conflicto que podría terminar esterilizando los esfuerzos por perfeccionar el régimen democrático. La reforma clave es la del sistema electoral”, concluye Muñoz.

El fracaso de Bachelet en dar respuestas al malestar del chileno medio puede tener serias consecuencias. En primer lugar para ella y su gobierno y en segundo lugar para Chile. No hay que olvidar que si bien es cierto que este país cuanta con sólidas instituciones, seguridad jurídica y partidos fuertes (aunque desgastados) el voto de protesta con tintes populistas y antisistema ya ronda el 30% (entre los seguidores de Parisi, MEO y la izquierda radical). Un caldo de cultivo donde pueden germinarse alternativas inquietantes.

Como recuerda el analista de Infolatam Héctor Soto, “si no cumple pronto las expectativas de cambio que su campaña generó, lo más probable es que a la vuelta de pocos meses Chile volverá a estar en problemas. La estructura económica aquí funciona, pero la estructura política funciona menos”.

© Infolatam

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