Por Ana Gerschenson |
Lo que sucedió es que desembarcó "la liga de
gobernadores peronistas" con la cara de Jorge Milton Capitanich en el
gobierno kirchnerista. Y lo que viene es una disputa de poder entre el PJ y los
encumbrados de La Cámpora para los próximos dos años, liderados por el
ultracristinista ministro de Economía, Axel Kicillof.
En su primera aparición como jefe de Gabinete, el chaqueño
dejó en claro que es quien definirá de ahora en más las políticas económicas.
Habló de dólar, inflación, de las reservas. El ministro, más tarde, hizo lo que
nunca, también quiso hablar ante la prensa, aunque en clave de continuidad
económica.
Se conocen desde los 90,
Kicillof fue empleado de "Coqui", cuando ambos fueron funcionarios
menemistas y escribieron un libro juntos, pero las cosas cambiaron y mucho
desde entonces.
En el peronismo aseguran que habrá una tregua por lo menos
durante los próximos seis meses, porque hoy Kicillof y Capitanich tienen
intereses coincidentes: encauzar el descalabro económico cuanto antes. Pero
luego cada uno intentará peronizar o kirchnerizar el modelo."Kicillof ya
desistió de algunas de sus ideas como el desdoblamiento cambiario, pero por
otro lado controla nada menos que siete secretarías de Estado", asegura un
funcionario del gobierno con corazón justicialista. En definitiva, la
Presidenta quiso equilibrar la peronización de lo que resta de su gestión.
Capitanich es un tecnócrata, el más formado en el PJ, y
además es después del sanjuanino José Luis Gioja-en recuperación luego del
tremendo accidente al caer su helicóptero- la voz autorizada de los mandatarios
peronistas.
Kicillof es "el más brillante" de los teóricos del
kirchnerismo, de ideas propias y solidez académica. "No llamó a Wado De
Pedro o al Cuervo Larroque para ocupar un ministerio o una secretaría",
remarcan los peronistas, que no terminan de digerir la repartija de poder entre
el PJ y el camporismo que creían debilitado después de la performance de
octubre.
Los recelos entre el PJ y la agrupación mimada de Cristina
existieron siempre, pero se profundizaron después de la derrota del Frente para
la Victoria en los principales distritos del país, que llevaron por orden de la
Presidente a candidatos de La Cámpora. Como Juan Cabandié en la Ciudad, o un
lista de kirchneristas detrás del nombre de Jorge Obeid en Santa Fe.
El peronismo, incluso, le hizo sentir a los chicos de Máximo
Kirchner que se venían otros tiempos en el cierre de listas para cargos en el
partido, donde los intendentes del conurbano bonaerense se decidieron a no
ceder espacios frente a los camporistas y sostienen su regreso con la
candidatura del intendente de La Matanza Fernando Espinoza.
Los peronistas tendrán que esperar. Porque Kicillof marca la
resurrección de La Cámpora en el Gobierno. Y aunque en los primeros días se
esfuercen por no competir, el discurso de ayer de Capitanich fue de una nueva
etapa, de reformismo en el Gobierno, mientras que el ministro camporista
utilizó un tono de continuidad de lo hecho en la última década. El negocio de
Cristina, por ahora, es que se trabaje en equipo para apagar el incendio que
generó el desmanejo de Guillermo Moreno, un funcionario que goza de estatura de
prócer en el ultrakirchnerismo, pero despierta rechazo en el PJ.
De hecho, la idea de Capitanich a la jefatura de Gabinete y
Moreno fuera del Gobierno comenzó a circular después de la derrota de las PASO,
en agosto. Fue parte del acuerdo por el que los intendentes peronistas y el
gobernador Daniel Scioli se hicieron cargo de la campaña y de Martín
Insaurralde candidato hasta octubre.
El gobernador bonaerense insiste en que fue un plan de su
autoría sellado con la propia Presidenta en pos de que el peronismo retenga el
poder en 2015. Pero Coqui no dejó su provincia, después de haber ganado con el
60 por ciento de los votos, para ser un delegado de Scioli. Tiene aspiraciones
propias, y su entusiasmo, su impronta su objetivo de hacerse conocer fue muy
elocuente en su primer día en la Casa Rosada. Antes de eso, deberá sostener en
el tiempo su imagen de jefe de los ministros, pero sobre todo, jefe del
ministro camporista y protegido presidencial, Axel Kicillof.
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