domingo, 17 de noviembre de 2013

Código Civil, una postal del nuevo equilibrio de poderes

Por Gabriel Profiti
En física, cuando las fuerzas se contrarrestan, un cuerpo puede seguir en movimiento pero pierde aceleración. Esa tendencia al equilibrio describe el nacimiento del nuevo Código Civil y Comercial, que al ser jaloneado por actores de peso en la polea del poder, perdió buena parte de su espíritu original.

En otras palabras, el texto actual fue fruto del tironeo del Ejecutivo, la Iglesia Católica y sus redactores, encabezados por  el titular de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti.

Pero también de la cambiante relación de fuerzas entre ellos. Es difícil establecer si hay ganadores y perdedores de la contienda que se desató en el último año y medio en torno a la reforma y unificación de los códigos, pero está claro que perdió algo del impulso innovador que buscó imprimir Lorenzetti.

Fue central en el freno, la entronización de Jorge Bergoglio como jefe de la Iglesia Católica. De hecho, desde que el entonces arzobispo de Buenos Aires llegó al trono de Pedro, Lorenzetti perdió todo contacto con el proyecto hasta que el oficialismo lo hizo público el último jueves en el Congreso.

Hasta esa interrupción, los juristas habían estado debatiendo modificaciones con el secretario de Justicia, Julián Álvarez, y el ministro Julio Alak, con la supervisión del secretario de Legal y Técnica y arquitecto jurídico del Gobierno, Carlos Zannini.

Con Bergoglio en el Vaticano, el texto pasó a dominios de Julián Domínguez, presidente de la Cámara de Diputados y católico consustanciado, quien fue encomendado por la Presidenta para atender las demandas de la jerarquía eclesiástica.

Desde ese momento, comenzaron a ser más permeables a los cuestionamientos de los obispos, que ya en abril de 2012 habían difundido un duro documento sobre el Código en ciernes. Los prelados había puesto la mira en la permisividad de criterios de la fertilización asistida, particularmente el alquiler de vientres, y en "el status o situación jurídica" de los embriones no implantados en el seno materno, que para la Iglesia son vida humana.

Además objetaron "la casi absoluta equiparación" de la "unión convivencial" con el matrimonio, la fecundación post mortem y el denominado divorcio exprés. Al cabo, estos tres últimos siguen en el proyecto presentado en la Comisión Bicameral que preside la diputada Diana Conti, pero el alquiler de vientres se eliminó y la situación de los embriones no implantados será objeto de una ley posterior.

¿Habrá jugado algún rol la decisión de la Corte Suprema de declarar constitucional la Ley de Medios, para que las concesiones fueran menos que las prometidas?

En el propio oficialismo quedaron claro las diferencias entre sectores más progresistas y aquellos, del peronismo clásico, más propensos a atender reclamos de la Iglesia. Hace unas tres semanas, Domínguez juntó al bloque del FPV para anticipar que los cambios de la Iglesia serían, en parte, atendidos. En esa reunión también se planteó dejar temas espinosos como el de los embriones para leyes complementarias.

Estaba junto a él, el secretario de Culto de la Nación, Guillermo Oliveri, quien sin embargo, pidió que en el proyecto se incluyera la personaría religiosa para otros credos.

El trípode sobre el que se apoyaron las objeciones de la institución católica fueron el propio Francisco, José María Arancedo, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, y Carlos Malfa, obispo de Chascomús, nombrado por la CEA para el seguimiento del nuevo Código.

Malfa se encontraba en Roma cuando el proyecto fue presentado el jueves pasado, pero el oficialismo se preocupó en que estuviera al tanto. Si bien el sector más duro de la Iglesia manifestó inmediatamente su disconformidad, los responsables de ofrecer una reacción orgánica se encontraban abocados al análisis de la versión final antes de dar a conocer su posición.

Responsabilidad del Estado

El anteproyecto lleva el sello de Lorenzetti pero la versión final era desconocida para él hasta el mismo jueves. Por lo pronto, el oficialismo sacó del Código y envió un proyecto por separado para limitar la responsabilidad del Estado. Este punto, polémico, ya había generado tensión entre ambos poderes.

El proyecto exime al Estado y a sus funcionarios de responsabilidad civil. Si es aprobado, el Estado ya no debe ser contemplado como un particular más. Las demandas ahora irán al fueron contencioso administrativo.

Tras la redacción del dictamen, Lorenzetti evitó un pronunciamiento público. Sin embargo, dejó entrever su malestar en algunas actitudes: por lo pronto, no garantizó de inmediato su asistencia a los debates de la Comisión Bicameral previstos para la semana próxima, junto a los otros redactores del proyecto, Elena Highton de Nolasco y la jurista Aída Kemelmajer.

Kemelmajer regresa el lunes del exterior. En ese momento, los tres se sentarán a hacer una análisis de los cambios a los más de 2.600 artículos del texto que alumbraron el 27 de marzo de 2012.

Por lo pronto, Lorenzetti había dejado entrever su malestar con el apuro que el oficialismo busca imprimirle al proyecto en su tramo final. Es la misma crítica que expresaron sectores de la oposición, particularmente la UCR y el PRO.

En respuesta el oficialismo dio a conocer el largo derrotero que tuvo el debate desde el decreto que firmó el Ejecutivo el 23 de febrero de 2011, con reuniones en el Congreso y 16 audiencias públicas en el interior del país. Es cierto, no obstante, que hay poco tiempo para debatir sobre el texto final.

Después de las exposiciones de Alak y Álvarez el lunes y la de los juristas el martes, el miércoles se espera que obtenga dictamen en el Senado y luego pase a Diputados, donde sería tratado en el período de sesiones extraordinarias.

Sucede que las mayorías del Frente para la Victoria y sus aliados se estrecharán luego de esa fecha, cuando el Congreso mostrará su nueva composición post elecciones legislativas.

© NA

0 comments :

Publicar un comentario