Por Roberto García |
El futuro de los pagos externos. Qué puede suceder ahora y después.
Se supone que este lunes habrá un pronunciamiento sobre el juicio que el fondo NLM y Aurelios Capital –entre otros demandantes– le hizo al gobierno argentino por el cobro de bonos caídos (unos 1.300 millones de dólares, se estima). Importa la opinión de la Cámara norteamericana para saber si el pleno de ese cuerpo confirmará lo que ya decidieron tres jueces del mismo cuerpo, acompañando el fallo del juez Thomas Griesa en contra de la Argentina (por el momento, suspendido en su aplicación).
Se supone que este lunes habrá un pronunciamiento sobre el juicio que el fondo NLM y Aurelios Capital –entre otros demandantes– le hizo al gobierno argentino por el cobro de bonos caídos (unos 1.300 millones de dólares, se estima). Importa la opinión de la Cámara norteamericana para saber si el pleno de ese cuerpo confirmará lo que ya decidieron tres jueces del mismo cuerpo, acompañando el fallo del juez Thomas Griesa en contra de la Argentina (por el momento, suspendido en su aplicación).
Para muchos se inicia una semana negra como anticipo de otros años negros en materia financiera: salta luego el juicio a la Corte, ésta se prescinde del caso, se activa el default técnico, ingresan aluvionales demandas (otros fondos, buitres o acreedores individuales) y embargos que colocarían al país ante el imperativo de pagar finalmente unos 20 mil millones de dólares, la exigencia de los holdouts.
De piso. No en vano la última semana, en Nueva York, la
Presidenta gimoteó para que la dejen pagar las deudas en una transmutación
inédita luego de haber insistido, hasta hace pocos meses, en que no sólo no
pagaría, sino que hasta podría rechazar esa posibilidad si la Justicia
norteamericana lo determinase.
Le cuesta creer a la mandataria que un porcentaje mínimo de
los que no entraron al canje le arranque al país mucho más de lo que su marido
empeñó en la reestructuración de la deuda. Nunca más apropiada la frase: algo
se hizo mal camino al foro.
El anuncio agorero para este lunes puede compararse con la
publicidad cinematográfica: tal vez no se cumpla el trámite apocalíptico que se
vaticina en los carteles. O se postergue la guillotina. Y este lunes, más que
iniciarse el Apocalipsis, un vozarrón anticipará su advenimiento.
Ocurre que el avanzado juicio del NLM, por subterfugios
jurídicos y reclamos de las partes, se descompuso en cuatro ítems (A, B, C y
D); Griesa y la Cámara hasta ahora emitieron fallo sobre los dos primeros, de
carácter procesal, a los cuales se pide la adhesión o controversia del pleno de
la Cámara (posiblemente el lunes se valide el veredicto de Griesa). Quedan dos
tópicos para resolver (C y D, relativos a montos y extensión de la deuda), por
lo tanto el juicio no concluye, apenas se enciende el reguero.
Falta certeza del tiempo (dos, tres meses) que los
magistrados ocuparán para expedirse sobre estos puntos. Sí, en cambio, hay
seguridad sobre lo que harán los abogados del lado argentino: le pedirán a la
Corte Suprema de los Estados Unidos que se interese en estas nuevas decisiones
–que se imaginan contrarias– y, además, apelarán sobre las otras dos que
dictaminó Griesa (y la Cámara el lunes completaría su confirmación).
Entreveros. Parece chino el jeroglífico jurídico: es
estrategia, sueldos, horas pagas, consumidas y seguro estiramiento de plazos
hasta bien avanzado el año 2014.
Siempre y cuando, claro, la Corte se desentienda de proceder
y no favorezca la presentación argentina, o le conceda un improbable estatus
soberano que ubique en el limbo la obligación de pagar los títulos adeudados.
Se posterga entonces la hecatombe advertida para la semana próxima. Y
eventualmente podría comenzar a gestarse algún tipo de negociación alternativa
para soslayar el abismo futuro.
Si se transfugó la obcecación de no pagar a pagar de
cualquier manera, bien podría suceder que se logre un acuerdo con buitres,
cuervos, ahorristas, repugnantes o no para Cristina, a través de bonos de
consolidación o soluciones –como la compra de algún juicio– que ya han sido
exploradas. Curiosamente, a través de un especialista tenedor de este tipo de
bonos, David Martínez, socio minoritario del Grupo Clarín y de confianza
profesional del secretario legal y técnico, Carlos Zannini.
La complicación tiene correlato en Buenos Aires. Aunque no
se tiene en cuenta ni se difunde, también la Corte Suprema argentina deberá
pronunciarse, aunque por otros juicios semejantes al de NML, iniciados por
buitres que compraron barato, otros inversores que promediaron pérdidas o
candorosos tercos que compraron títulos a valor facial y se resistieron a los
descuentos que les quiso imponer Néstor Kirchner en las dos negociaciones de la
deuda de 2005 y de 2007.
Antes del caso que puede amplificarse a partir del lunes, en
la Justicia norteamericana ya se han tratado demandas semejantes y hubo otros
fallos de Griesa y de segunda instancia que no favorecieron a la Argentina (y
que, al no ser apelados, quedaron con sentencia firme). Por montos menores,
pero significativos en la suma.
Sin embargo, no se pagaron, y algunos acreedores trajeron
esos casos a la Argentina, donde el Gobierno se opuso al reconocimiento de
tales sentencias, en contradicción con su actitud anterior de no apelarlas en
Nueva York. Ahora la decisión final está en el tribunal que preside Ricardo
Lorenzetti.
Ya hubo en 2010 (caso Tonelli) un pronunciamiento en
alineación con los fundamentos de Griesa, pero se suspendió el pago por las
leyes del Presupuesto que así lo disponen. Hoy, para expresarse sobre estos
temas, los magistrados de la Corte (devenidos en “turros” por Hebe de Bonafini)
deben tener menos voluntad de sentar jurisprudencia que expresarse sobre la Ley
de Medios.
Global. Las jurisdicciones en conflicto no se limitan a
Buenos Aires y Nueva York, también la geografía incluye Tokio, Frankfurt,
Londres, incluso el Ciadi (organismo mundial creado para resolver cuestiones de
confiscación), que ahora está en etapa preliminar de estudio para justificar o
no su intervención sobre los títulos argentinos en mora (conviene señalar que
desde 2002, de todas las causas tramitadas en ese instituto, más del 50% es de
origen argentino).
La distinción importa: en Europa se consienten reestructuraciones
avaladas por la mayoría (como lo pretende el gobierno de Cristina), en los
Estados Unidos prevalece otro criterio, basado en una ley abonada por la crisis
del 30, cuando los accionistas mayoritarios de las empresas terminaron
burlándose de los titulares de bonos de esas compañías.
Allí, además, Griesa formuló un apotegma de no
discriminación jurídica, el pari passu: cobran todos o no cobra nadie, no
admite preferencias ni arreglos por los cuales unos nuevos títulos hacen
caducar a otros sin el consentimiento de sus titulares.
De ahí que lo anunciado para este lunes con la Cámara
neoyorquina abre otra engorrosa carrera por estimulantes premios o justos
reclamos por ahorros invertidos que nadie sabe aún si se van a pagar, quién lo
va a hacer y bajo qué marco jurídico.
Para salir de este costoso dédalo, en el que se incluyen
acechantes embargos (sobre todo en la participación del Estado en el sector
privado, como los paquetes accionarios que dispone en la Anses), quizás la
Argentina otra vez deba revisar su legislación, la ley cerrojo, por ejemplo. Y,
naturalmente, el relato.
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