viernes, 20 de septiembre de 2013

La derechización electoral del kirchnerismo

Por Ana Gerschenson
El endurecimiento de las políticas de seguridad, la admisión pública de que el mejoramiento del sistema ferroviario es una deuda de gestión, el aumento del mínimo no imponible (resistido hasta las PASO para no ceder al reclamo sindical), la modificación de las escalas de los monotributistas, y la peronización de la campaña electoral son parte del giro a la derecha que el kirchnerismo hizo a la velocidad del rayo, a partir de la derrota del 11 de agosto pasado. 

A la derecha mal entendida por el ultrakirchnerismo, que sostiene que no se debe ceder nunca a las presiones políticas, léase los reclamos sociales de los que es mejor que el Estado no se haga cargo.

Los chicos de La Cámpora mastican en silencio los renunciamientos de estas semanas porque afirman que hoy el fin justifica los medios ("hay que ganar"). Además, están convencidos de que el retroceso discursivo sobre la profundización del modelo terminará el 27 de octubre. Dicen que después de la elección volverán con más fuerza a la senda del "vamos por todo". ¿Acaso no han necesitado y descartado ya a Daniel Scioli en el pasado?

Recuerdan 2009 y la recuperación espectacular del voto K después de que el propio Néstor Kirchner perdiera Buenos Aires, sin tener en cuenta que la muerte del ex presidente fue determinante para la victoria de 2011. Basta con revisar las encuestas: según la consultora Management and Fit, en mayo del 2009 un 72,4 por ciento desaprobaba la gestión de Cristina Kirchner.

La otra gran diferencia con el 2009 es que el fin del mandato de la Presidenta tiene después de las PASO fecha cierta. Y es que sin reelección el kirchnerismo como se lo conoció en la última década termina en diciembre del 2015.

Pero lo más gravitante en el nuevo esquema de sustentabilidad K es que el peronismo bonaerense, el grupo de caudillos del conurbano, conocido en los 90 como "el aparato", ha regresado para tomar el control del poder político territorial. Hoy están representados por los jefes comunales de Esteban Echeverría, Fernando Gray, de La Matanza, Fernando Espinoza, de Berazategui, Juan Patricio Mussi, y de Avellaneda, Jorge Ferraresi, entre otros intendentes.

La Presidenta les devolvió la decisión en la Provincia bajo la dirección del gobernador Daniel Scioli, a pesar de las resistencias internas. Y es que Cristina revisó los votos de las PASO y sabe que necesita imperiosamente acotar las diferencias del 27 de octubre para transitar los próximos dos años.

Como sucedió con la designación del Papa Francisco, la Presidenta giró más rápido que su tropa y comprendió que si no cedía la campaña a los intendentes (los mismos que no toleran a los chicos de La Cámpora) las perspectivas para octubre eran desastrosas.

Después de la derrota de las PASO pasó de todo. La inseguridad se transformó en un tema existente para el Gobierno, y la forma de combatirla no es la fórmula progresista sugerida por un magistrado admirado por el universo K, como el juez de la Corte Suprema de Justicia, Eugenio Zaffaroni, sino la del peronismo bonaerense, proclive a las políticas duras. Y con un intendente ministro de Seguridad como Alejandro Granados, que habló de una guerra a matar o morir contra la delincuencia.

"Es el momento de controlar el delito codo a codo con los intendentes", dijo el gobernador esta semana en un reportaje con El Cronista. Y detalló el cambio al explicar que "si un chico mata a una persona no puede ir a una unidad penitenciaria pero tampoco puede quedar a la deriva, ahora hay más consenso de que hace falta ese régimen". Se refiere al planteo que hizo el candidato Martín Insaurralde sobre la necesidad de debatir primero una baja en la imputabilidad de los menores (luego se desdijo) y ahora de tratar en el Congreso un proyecto de reforma del régimen penal juvenil, el mismo que aprobó el Senado en 2009 y la Presidenta ordenó cajonear desde entonces. Insaurralde habla asesorado por los intendentes del conurbano, con quienes ya tuvo varias reuniones de campaña.

La discusión está instalada, como en otros períodos preelectorales, pero el kirchnerismo asegura que el endurecimiento público del oficialismo es coyuntural. "La ley penal juvenil puede empezar a debatirse, pero a media máquina", confió un kirchnerista a 3D. La idea es estirar el debate hasta las elecciones.

Hoy la gran incógnita de la política que viene se develará el 28 de octubre. Desde ese día comenzará a saberse si la derechización del proyecto K fue maquillaje para los comicios, o si el peronismo duro llegó al centro del poder para quedarse en el comando de decisiones con Cristina hasta el 2015. La Cámpora asegura que la pesadilla pejotista termina la noche de la votación, pero los intendentes afirman convencidos que esto recién comienza.

© 3D

0 comments :

Publicar un comentario