martes, 10 de septiembre de 2013

El engendro de las P.A.S.O. en Salta

Por Armando Caro Figueroa
La señora Presidenta y nuestro Gobernador comparten una singular y pobre idea de la democracia. Militan en favor de un régimen sin partidos políticos, sin controles, y protagonizado por clientes y no por ciudadanos. Prefieren un sistema que arrincone a las minorías y esté dominado por Césares providenciales, dueños de la verdad y de los recursos del Estado. 

Ambos coinciden también en prohijar, por encima de proclamas justicieras, el capitalismo de amigos; aun cuando el señor Urtubey, fiel a ciertas tradiciones, reserva sus favores también para los parientes.

Las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) son funcionales a estas estrategias. Buscan, sin mirar costos económicos, legitimar a un régimen en donde los “aparatos” (la mayoría de ellos financiados con dinero público) remplazan a los partidos políticos autónomos.

En Salta, las PASO son, salvo honrosas excepciones, luchas entre caudillos, aspirantes a caudillos y parientes de caudillos. Las citas electorales se convierten entonces, en un estallido de carteles multicolores, de fotos oportunistas, y de frases vacías que rozan el ridículo. En este escenario, las propuestas y programas son reemplazados por los dictados de los licenciados en marketing; a su vez, la responsabilidad cívica es remplazada por los licenciados en logística.

Es la inexistencia de partidos políticos la que motoriza este modo de gobernar altanero y ensimismado. Es el cesarismo, cuando conecta con las ancestrales visiones oligárquicas, el que genera este modo de gobernar que prefiere a quienes el tango “Pucherito de gallina” llama “chicos mal de casas bien”; personajes que, despreciando la política y amando la simulación, llegan a los altos cargos pensando que su acceso responde a una ley divina que les habilita a usar como propios los bienes del Estado.

Es esta idea del poder y no los resultados electorales la que explica el clientelismo, el transfuguismo, la corrupción, las maniobras dinásticas y los afanes por controlar jueces, medios de comunicación, colegios profesionales, sindicatos o centros vecinales.

Resultados alentadores

Sin embargo, el pasado ensayo electoral mostró varios aspectos positivos.

La normalidad del acto electoral es el primero de ellos. La desaparición del robo de boletas, la celeridad de los escrutinios y la paz, muestran un panorama solo empañado por el uso de vehículos municipales para trasladar votantes aleccionados.

La emergencia del Partido Obrero como fuerza política organizada y en condiciones de consagrar al primer Diputado Nacional de izquierdas, es la segunda manifestación a destacar. Salvando las distancias, la eventual elección del señor Pablo López podría emparentarse con el triunfo, en 1904, del socialista porteño Alfredo Palacios.

Dentro de este inventario de aspectos positivos, merecen especial mención los resultados de las PASO en la ciudad de Salta. En este sentido, el pobre desempeño de la jovencísima heredera del actual Intendente muestra la declinación de los “aparatos” en los barrios pobres y, también, los límites del clientelismo político.

Muchas personas que arrastran situaciones de necesidad o exclusión han comenzado a recordar lo que Juan Domingo Perón recomendaba en 1944, “Acepten todo lo que les den, pero en el cuarto oscuro hagan su voluntad”. Ni la poblada red de militantes pagados por la Municipalidad, ni los bolsones, ni las chapas han bastado para reconstruir una situación favorable al poder.

A mi modo de ver, hubiera sido decepcionante que los votantes de la ciudad de Salta premiaran a quién es el responsable de la degradación del centro histórico, de la brutal suba de impuestos municipales para financiar boato y burocracia, tanto como de la especulación y del fraude inmobiliario que expresan los edificios de altura irregulares. En realidad, los vecinos de Salta han castigado una gestión caracterizada por la incapacidad para resolver problemas tales como el abastecimiento de agua potable o los asentamientos en condiciones infra humanas.

Muchos salteños saben que hay negligencia detrás de la contaminación del río Arenales o del ambiente putrefacto que castiga a algunos barrios del sur.

Si bien no hay todavía en el horizonte un modelo de desarrollo urbano alternativo, parece evidente que la mayoría de los salteños repudia una gestión centrada en los negocios e insensible a los reclamos ambientales y urbanísticos.     

La Salta que está sola y espera

Mientras este espectáculo político se desenvuelve a la vista de todos y acapara la atención de algunos, la Salta profunda y real se rebela o asiste impotente a los problemas de siempre (pobreza, exclusión, deficiencias en los servicios públicos), y a los nuevos y graves desafíos como el comercio local de drogas, la mora judicial (exacerbada por una errática política de subrogancias) o la gravísima crisis agropecuaria derivada de la sequía y las heladas.


Este Gobierno, que persigue la consolidación de un César hereditario, no parece preocupado ni en condiciones de resolver estos asuntos que hacen al bienestar, la seguridad y las libertades de los salteños.

© armandocarofigueroa.blogspot.com.ar

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