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Por Gabriel Profiti |
Acaba de terminar el primer tiempo de un partido que
difícilmente modifique su resultado en el complemento, cuando se desarrollen
las elecciones generales de octubre.
Sin oposición unificada, el Frente para la Victoria volvió a
ser la fuerza más votada en todo el país, pero recibió duros golpes en los
cinco distritos clave y en otros más chicos.
Esa cosecha le permite mantener cierta hegemonía en el
Congreso, pero cierra la posibilidad a que Cristina Kirchner pueda buscar otra
reelección en 2015 y corre el telón a una pulseada por la sucesión entre varios
"presidenciables" surgidos por fuera del núcleo duro oficialista.
Como su principal adversario aparece Daniel Scioli, quien
pese al revés del Frente para la Victoria, aspira a quedarse con la estructura
del peronismo gobernante y al mismo tiempo es percibido como una figura autárquica
por un sector importante del electorado.
Pero el intendente de Tigre y Scioli no son los únicos
anotados. De los distritos grandes, revalidaron ambiciones en sus territorios
el santafesino Hermes Binner (FPCyS), el mendocino Julio Cobos (UCR) y el
cordobés José Manuel de la Sota (PJ). El porteño Mauricio Macri se quedó saboreando
un resultado peor al esperado a partir de la buena elección del frente UNEN.
Una vez que los números definan el nuevo Congreso el 23 de
octubre, los últimos dos años de mandato de Cristina Kirchner quedarán marcados
por esta carrera por la sucesión.
Resta ver cuál será la influencia de la Presidenta a la hora
de escoger un "delfín", si es que finalmente bendice a alguno. La
marcha de la economía en estos dos años y medio serán centrales para determinar
ese margen de maniobra.
Sin contar el caso especial de Scioli, algunos gobernadores
que se mantuvieron siempre en sintonía con el kirchnerismo podrían ser ungidos.
Es el caso del salteño Juan Manuel Urtubey o el entrerriano Sergio Urribarri,
quienes ya manifestaron sus intenciones de anotarse en la próxima pelea grande
tras varias ratificaciones en las urnas.
Razones y atenuantes
Desde el regreso de la democracia, las elecciones de medio
término siempre fueron complejas para los presidentes en ejercicio. Sin
embargo, estos comicios arrojaron un retroceso significativo respecto del 54%
que acompañó a Cristina Kirchner.
Como en 2009, las grandes ciudades le dieron la espalda al
kirchnerismo, mientras que el interior sufrió algunos reveses inesperados.
El resultado aparece como correlato de las últimas protestas
masivas que se dieron en distintas ciudades del país y obliga a un replanteo
dentro del Gobierno. Esas manifestaciones apuntaban a la falta de respuestas
contra la inseguridad, la corrupción y la inflación.
En contrapartida, el radicalismo reapareció con victorias en
algunos distritos en los que compitió en soledad o con alianzas, mostrándose
más vigorosa que lo que vislumbraban las encuestas.
Además de la victoria de Cobos en Mendoza, la UCR ganó en
Santa Cruz, a un PJ dividido entre el sector del gobernador Daniel Peralta como
al kirchnerismo; también se impuso en La Rioja, Catamarca y Jujuy -en alianza
con el socialismo- y también ganaba en Corrientes, donde es gobierno.
La interna del Movimiento Popular Neuquino la ganaba el
candidato antikirchnerista, Guillermo Pereyra; Mario Das Neves, por fuera del
PJ, prevaleció sobre el ministro Norberto Yauhar en Chubut y el partido
Compromiso Federal de los hermanos Rodríguez Saá extendía su influencia de San
Luis a San Juan.
Precisamente, San Luis fue la única provincia en la que
Cristina Kirchner no ganó en 2011. Ahora, el mapa político vuelve a mostrarse
de varios colores.
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