jueves, 22 de agosto de 2013

Desafío para la izquierda

Por Carlos Gabetta (*)
Si algo aparece claro después de las PASO, es que el peronismo K confirmó su declive y que la oposición, tanto de derechas como de izquierdas, aparece fragmentada y sin líderes ni opciones claras para ofrecer.

Con raras excepciones, el conjunto de la clase política argentina es hoy un puñado de personas con antecedentes y posturas políticas e ideológicas más o menos perceptibles, pero dispuestas a casi cualquier trasvase. Un grupo de personajes en busca de autor, flotando en el polvo de la fragmentación del radicalismo y el peronismo; de un liberalismo exhausto y un nacionalismo sin programa ni escrúpulos.

Buenas personas en el mejor de los casos, que no atinan más que a expresarse con consignas, frases hechas, eslóganes; atentos a las encuestas. La política por la política misma. Los medios de comunicación entran en el juego, cuando no lo organizan. Con alguna excepción mediática, o algún raro personaje que intenta hablar de cosas serias, es inútil esperar debates u opiniones sobre economía, situación regional y mundial, o cualquier otro tema crucial en estos tiempos de crisis.

Cuando se trata de discutir situaciones como la política argentina de hoy a la luz de crisis económica, política y social en el país y en el mundo, la metáfora de la orquesta del Titanic es inevitable. De cara al futuro, tanto el derrotado gobierno peronista “K” como la fragmentada oposición cantan a coro para una sociedad cada vez más inquieta, mientras el país va a la deriva.

En términos electorales, para octubre próximo y 2015 todas las posibilidades están abiertas. Del plantel de retazos actual puede surgir una alianza liberal-peronista disidente y otra de centro-izquierda, hegemonizada por radicales y socialistas. Dependiendo de cómo vengan las cosas, hasta es imaginable un repliegue peronista sobre sí mismo, con los descabezamientos, componendas, olvidos y pases de facturas de costumbre.

Así, es probable que en 2015 el peronismo K sea desplazado por una alianza liberal-peronista o liberal-socialista. O por un “nuevo” peronismo. Cualquiera sea el caso, el problema a elucidar es la propuesta y los medios para concretarla. Porque no será solo cuestión de reemplazar a un gobierno de patanes incompetentes, corruptos y canallas por otro, en el mejor de los casos, de buena gente con buenas intenciones. Cualquiera resulte su color, el próximo gobierno se encontrará con un Estado hipertrofiado y corrupto; incompetente. Con la caja de jubilaciones quebrada o casi; las reservas disminuídas; una inflación y una factura energética altísimas; la producción nacional dislocada; multinacionales incompetentes y sin control y cuasi quiebra de las empresas del Estado. Alto desempleo y niveles de pobreza y un sindicalismo corrupto también fragmentado; mafias policiales y otras; el crimen organizado y la corrupción extendida a buena parte de la sociedad.

Dando por sentado, vista la experiencia nacional y mundial, que ninguna derecha ha aportado soluciones a la crisis, cabe preguntarse qué es lo que nuestra izquierda tiene para proponer. Y aquí viene el dilema para el socialismo, la izquierda socialista. Porque la experiencia local y mundial muestra asimismo que el reformismo socialdemócrata lleva décadas cantando en el coro de las buenas intenciones y fracasando en política.

De aquí a 2015, la izquierda argentina deberá proponerse algo más que alianzas para ganar elecciones. Sin un programa de cambios estructurales e institucionales profundo aprobado por sus aliados; algo que sea “otra cosa” capaz de entusiasmar realmente a la sociedad, la izquierda acabará por fracasar aplicando políticas liberales, como viene ocurriendo en Europa.

Una deriva posible es que aparezca una extrema derecha populista, mazorca new age incluida, tal como hoy hay en muchos países. Pero ése sería otro escenario. En democracia, el desafío para la izquierda argentina será formular su programa y encontrar los aliados para aplicarlo.

(*) Periodista y escritor

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